¿QUÉ CONOCES SOBRE LOS GIGANTES?

Todas las historias y cuentos que nos han deslumbrado desde pequeños, han sido tomadas de la realidad o de visiones sobre la misma. Éste es el caso de Los Gigantes. En los libros de cuentos de “Gulliver en la tierra de los gigantes” o “Gulliver en Liliput” en tierra de enanos (año 1726), su escritor, Jonathan Swift, nos cuenta una fantástica y muy entretenida novela sobre estos temas.

Lo que normalmente las personas ignoran es que los Gigantes no sólo existieron, sino que aún hoy existen en cantidades muy limitadas y encerrados bajo tierra o en los hielos de la Antártida y otros lugares aislados.

La historia de los Gigantes es muy triste y lamentablemente ha sido ignorada por casi toda la Humanidad. Y tal vez sea hora de sacarla a la luz y reivindicar su verdad a través de la historia.

Los Gigantes son seres Elementales, que pertenecen al Reino de Aire, pero que paradójicamente han tomado formas corpóreas del Reino Burdo, por lo que se los clasifica dentro de la Tribu Sutil-Aire-Sutil-Burdo.

En un artículo anterior de este mismo blog describo los Reinos de la Naturaleza (“¿Qué es lo que conoces de las Criaturas de Aire?”) dentro de los cuales se encuentra esta Tribu muy particular.

La denominación Sutil implica “espíritu”, más precisamente “alma”, y es privativa del Hombre que no está abandonado a lo material, porque en ese caso, se trata entonces de otra clasificación denominada Burdo-Burdo.

En el caso de los Gigantes, a pesar de pertenecer al Elemento Aire, han logrado plasmar lo más denso de este Elemento de forma de convertirlo en materia orgánica que puede hacerse visible, y que, en función del tipo de metabolismo y alimentación, puede llegar a ser totalmente concreta y física.

Paradójicamente, los Gigantes han logrado manifestar ciertas capacidades especiales que otros seres sutiles, como los Humanos, no hemos logrado conseguir en general. Una de esas propiedades especiales es la de no envejecer físicamente, por lo que estuvieron presentes en las primeras etapas del crecimiento de la especie humana, e incluso, contribuyeron a su desarrollo.

Tal vez, el hecho de que el Hombre se haya consolidado de tal manera sobre el planeta, haya sido la causa de la desaparición de prácticamente todos los ejemplares de Gigantes. Es sabido que cuando una civilización entra en contacto con otra de capacidades intelectuales superiores, la primera termina subordinándose y por lo tanto, se mezcla y desaparece como especie, hibridándose con la superior, en este caso, el Hombre.

También, ése será con el tiempo el destino del Hombre, desaparecer como especie dado que actualmente está hibridándose con ciertas razas extraterrestres; en palabras sencillas, “el pez grande se come al chico” en la cadena de evolución.

También los Gigantes, por ser Seres de Aire, poseen una capacidad especial que solamente ciertos brujos elevados, humanos iluminados y también criaturas demoníacas, han logrado a fin de sobrevivir a través de los tiempos y las circunstancias: el desdoblamiento de su ser en dos.

Una parte, la vital, es separada del organismo físico, de forma de mantener allí concentrada su energía de vida y que el cuerpo físico se vuelva solamente materia dirigida por la parte energética, pero que si fuera dañada o destruida, el ser no muere porque su energía vital está concentrada en un Foco Energético independiente, del cual puede volver a resurgir la manifestación física.

Otra de sus capacidades es la de poder alimentarse de cualquier tipo de materia, mineral, vegetal e inclusive de carne. Por su elevada sutileza pueden extraer energía de cualquiera de estos elementos, volviéndose más burdos cuanto más burdo sea el alimento que ingieren.

Esto los dota de una fuerza descomunal, y por ello han sido motivo de cuentos y fábulas que han sido tomadas como mitos, pero de su realidad inclusive se ha hecho eco parte del Antiguo Testamento, en los libros en que consta el “libro de Baruc”, que ha sido eliminado por algunas ramas del Cristianismo a conveniencia del lider de turno en ese momento.

Primitivamente, eran la tribu más numerosa del planeta, debido a su gran adaptibilidad y mutabilidad características del Elemento Aire, incluso físicamente, lo que les permitió soportar lo que hoy las personas actuales llamaríamos calamidades.

Estas cualidades especiales de supervivencia fueron perdiéndose a medida que interactuaron con el Hombre, que gradualmente fue desarrollando tecnología y cultura, a la cual los Gigantes intentaron adaptarse pero fueron superados por la evolución de la especia humana, lo que les fue provocando lamentablemente y en forma gradual, casi su desaparición.

A pesar de la gran colaboración de los Gigantes con el Hombre, la evolución de la especie humana los fue discriminando y dado que el Hombre se volvió cada vez más numeroso y sofisticado, la raza de los Gigantes fue quedando relegada cada vez a menos ejemplares.

Una rareza de su genética hizo que la mayoría de los ejemplares fueran masculinos, lo que fue determinando gradualmente su extinción. En algunos casos, los Gigantes tuvieron descendencia de mujeres humanas, y esos hijos constituyeron seres excepcionales que marcaron hitos en la historia del Hombre.

Las nuevas condiciones los fueron llevando a aislarse y a evitar el contacto con el ser humano, a quien habían servido con alegría y buena voluntad. Esto fue desarrollando en ellos una especie de alteración mental-emocional, puesto que los Seres de Aire son sumamente dinámicos y su misión es servicial; cuando por alguna causa no pueden realizar esta actividad, sus facultades mentales se desquician y se vuelven huraños y rebeldes, llegando hasta la violencia, justificada o no.

La gran utilidad de los Gigantes era, por supuesto, su gran fuerza y resistencia, por lo que colaboraban en tareas de gran esfuerzo (hoy la “Ciencia” no puede entender cómo fueron movidos bloques de enorme tamaño y peso, haciendo todas las especulaciones fantásticas que suenan tan irreales y estúpidas, siendo que la realidad es simple).

También, además de trabajos, el Hombre utilizó la buena voluntad de estos Elementales para la guerra, haciéndolos parte de sus ejércitos, lo que estimuló aún más su insanía porque estos seres primitivamente eran seres puros y la violencia no formaba parte de las costumbres de su vida. Pero, en contacto con el Hombre…

La contribución de esta raza fue aprovechada por la especie humana, sobre todo en lo referente a su gran conocimiento y su talento artístico (condiciones intelectuales naturales de los Seres de Aire).

Sus viviendas eran talladas en las laderas de las montañas, y en el día de hoy, no pueden explicarse los descubrimientos de cuevas finamente construídas, con sillas enormes y mesas de gran altura, que fueron en su momento construídas y habitadas por los Gigantes.

Asimismo se han hallado numerosos esqueletos de apariencia humana pero gigantescos, algunos de hasta 4 metros o más, que la Ciencia no ha encontrado forma de explicar y por eso, como siempre hace nuestra sabia Ciencia (y también la religión), lo que no le coincide con sus intereses y teorías, lo oculta o lo disfraza, y así evita tener que dar explicaciones que no tiene a mano.

Es más fácil mentir que rendirse ante la evidencia y elaborar los cambios relacionados a tales descubrimientos. Ésa es la Ciencia y la Religión del hombre de hoy, la patética muestra de su esclavitud que lo lleva a pensar lo que le dicen que debe pensar.

El carácter de estos seres Gigantes era expansivo, que describiríamos como muy similar al Leonino. Les gustaba ser admirados y respetados, que los hombres los consideraran héroes y personajes muy populares. Pero en su inocencia no tomaron en cuenta la maldad intrínseca del humano cuya perversidad lo impulsa a que lo que no comprende, o lo que no puede dominar, sea destruido.

La historia realza el “heroísmo” de David, venciendo de un piedrazo a la “maldad” de Goliath, lo que se ha vuelto una bandera para enarbolar el espíritu del humano frente a la adversidad; sin embargo, el humano mantiene desde su origen un terror que no puede controlar: ir hacia adentro y encontrar su propia verdad, porque teme a lo que sabe que va a encontrar. Que es en parte un Dios, pero que posee también un demonio espantoso que muy pocas veces puede controlar.

Esta actitud humana hizo que los Gigantes entraran en un desequilibrio que los alejó de su conciencia grupal, de su propia identidad como raza étnica y de características de comportamiento pacífico.

El Hombre llevó a sus guerras a los Gigantes e inculcó en ellos una violencia que no estaba contemplada en sus raíces originarias. El Hombre enseñó a los Gigantes a matar, por el sólo hecho de matar.

Como siempre el Hombre construye máquinas de guerra y termina siendo víctima de sus propios monstruos, de sus nefastas creaciones, haciendo culto a la muerte, a la enfermedad y al desequilibrio. El Hombre es suicida por naturaleza.

Esto llevó a la raza de Gigantes a una alteración tal, cercana a la locura, un desequilibrio psicótico que se volvió contra el propio ser humano que había sembrado en ellos la semilla del odio y la violencia.

La raza de los Gigantes no pudo sobreponerse a ello; la perversidad humana pudo más, y poco a poco, los Gigantes se fueron extinguiendo, o bien, fueron ejecutados por los humanos porque estos seres de Aire se les volvieron en contra, en su locura, y comenzaron a atacar a los humanos e incluso a devorarlos.

La única manera de terminar con la vida de los Gigantes (no era a piedrazos como míticamente se ha difundido “la hazaña de David”) era degollándolos, dada su cualidad de separar el elemento energético del físico, ya mencionada.

Los Gigantes, entonces, comenzaron a ser diezmados, o algunos de ellos llevados a la locura, y otros, se vieron obligados a esconderse. Como muchos Elementales, han elegido las tierras poco habitadas en el continente americano, a fin de alejarse de la civilización contaminante y autodestructiva del ser humano.

Hubo Gigantes que encontraron afinidad con tribus argentinas Tehuelches, dado que éstas rinden culto a la Tierra y conservan principios de respeto y ética frente a la Naturaleza y sus habitantes. Colaboraron con los Tehuelches y les dejaron gran parte de su conocimiento en cuanto a costumbres y cultura.

Actualmente hay algunos núcleos pequeños de Gigantes en la provincia de San Luis, en las Sierras Centrales, donde se ocultan bajo tierra y salen únicamente de noche. Otro grupo numeroso se encuentra en la Patagonia, en Chubut, en Santa Cruz, en las zonas montañosas más inaccesibles para el humano huinca, y están en contacto muy secreto con sobrevivientes nativos de la zona.

Como es sabido, el Aire rige la intelectualidad y la comunicación. Estos Gigantes, al verse privados de relacionarse pacíficamente con el humano normal, enloquecieron de tal forma que liberaron toda esa maldad sembrada por el humano, atacando a los hombres y secuestrando o violando a las mujeres, a fin de continuar su especie.

Algunos de ellos, en momentos en que su racionalidad asomaba, dieron instrucciones a los Tehuelches a que los llevaran a las partes más alejadas y heladas del territorio de la Cordillera e incluso, a la Antártida, de forma de ser encerrados en profundas grietas de las que no pueden escapar. Por eso también suelen ser llamados “los Gigantes de los Hielos”.

La pregunta se presenta inmediatamente: ¿Qué pasará ante los deshielos progresivos que avanzan hacia derretir los hielos antárticos y los glaciares?

Los nativos respetaron la voluntad de esta raza y los llevaron a sus moradas heladas, y allí fueron abandonados, en soledad. Es de imaginar la enorme tristeza y dolor en que han quedado sumidos, siendo originariamente seres sociales y colaboradores del ser humano en cuanto a labores y construcciones en que se encuentran enormes y pesadas rocas, como testigos de su presencia.

Esta descripción es una muestra más del desprecio humano por la vida, por la convivencia en paz, por la fraternidad con los demás seres que habitan esta Tierra; la contaminación que trae el Hombre en todo sentido, ya sea con basura o contagiando sus actitudes agresivas y su delirante aficción por la violencia y la muerte.

Su Santo protector es San Cristóbal, y hay Huestes Angélicas que acompañan, protegen y ayudan a sanar las desviaciones mentales de estos seres de Aire, que por tal causa, son inmortales. No descartemos que en un futuro próximo se hagan presentes para reclamar su lugar, del que fueran desalojados por la demoníaca maldad del ser humano.

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Bendiciones. Leo

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