LOS SIGNOS SUBIENDO LA ESCALERA…

Cada nativo de un Signo del Zodíaco tiene su manera típica de encarar las cosas y enfrentar las dificultades. Para comprenderlo mejor supongamos que hay una escalera que va desde un piso al otro, en un edificio de varios pisos y observamos a un nativo de cada Signo astrológico subiendo por ella:

De repente escuchamos unos trancos que saltan de un escalón al otro, pero de a dos, o sea salteando uno por medio; como si al individuo le fuera la vida en llegar al piso superior. Y se alcanza a escuchar también que mientras salta va pensando y hablando en voz alta: “¿Quién habrá hecho estos escalones tan cortitos? Debe haber sido un enano…”. Este personaje inquieto, decidido e impaciente, sin duda que va a demostrar a todos que es un Aries.

Otro personaje, en este caso una señora, vamos a notar que cuando ha colocado el pie derecho en un escalón, se toma su tiempo para asegurarse de colocar el otro pie al lado del primero y recién cuando se siente estabilizada, volverá a poner su otro pie en el escalón siguiente, por supuesto tomándose de la barandilla. Esto ocurre independientemente de su edad, y se la suele escuchar dando un resoplido a medida que sube y cuando llegue, no lo hará con buen humor sino algo fastidiada. Seguramente ya usted habrá detectado que se trata de una Tauro, que preferiría mil veces haber encontrado un ascensor.

En otro caso escucharemos: “Qué divertido esto de subir saltando por escalones; espera que voy a bajar por la baranda así puedo subir nuevamente” le dice el chico Géminis a su novia, para impresionarla con su agilidad y equilibrio sin tomarse de la baranda.

Allí sube una señora, con todo cuidado, asegurándose de que sus hijos vayan por delante y haciéndolo en forma juiciosa; ella va al final de todos cuidando por si tiene que sujetar a alguno que se resbale. No se perdonaría que a uno de sus hijos le ocurriera un resbalón, siempre el cuidado de su familia está por encima de todo. A estas alturas, usted ya sabrá que la señora es una canceriana, inevitablemente.

Este otro sube decididamente escalón por escalón aún por la escalera a oscuras; él quiere llegar arriba a encender la luz del piso superior para que los demás puedan subir sin inconvenientes. Él espera arriba a los que vienen detrás y los ayuda a subir el último escalón, como dándoles la bienvenida, con su sonrisa de satisfacción por haber realizado su buena acción de cada día. Si no fuera por él, el héroe Leonino, tal vez alguien podría haber sufrido un accidente.

Otro señor sube contando los escalones y estimando cuánto dará la suma al total, y a medida que avanza calcula si ya ha recorrido la mitad o si aún le falta un tercio de la escalera. Posiblemente no se tome de la barandilla, porque es seguro que con tanta gente que sube y baja, debe estar muy manoseada, y eso, la verdad, le da un poco de disgusto. Cuando llega arriba, justo alguien está a punto de emprender la subida, entonces él le dirá: “Ánimo, son solamente 16 escalones, contando el último que tiene alfombra; muy bien, ya lleva tres… sólo le faltan 13… vamos, ánimo…cuatro, cinco…”. Este caballero sabe que los escalones se han construído para subir pero para él es absolutamente necesario saber cuántos son en total, y casi seguro que ya ha controlado cuántos segundos lleva el subir prudentemente, y por supuesto, también al bajar. El Virginiano se obsesiona por estar en todo.

Este otro señor llega a la escalera, mira hacia arriba, parece evaluar cuántos son los escalones que hay que subir, suspira, y vuelve a buscar si es que hay un ascensor, pero como el ascensor está detenido muy arriba, piensa que tal vez sea mejor subir por la escalera. Pero, bueno, se dice, “subamos los escalones, si al final, tal vez se tarda lo mismo subiendo por la escalera…” pero claro, por la escalera uno se cansa. A ver, un momento, se dice, veamos por donde anda ese ascensor… aunque “no sé, puede que sea más práctico subir los escalones… ¿Qué será mejor?”. Sin duda, es un Libriano.

El otro caballero llega hasta la escalera, se detiene, la observa desafiante y ya está por encarar la subida cuando se detiene pensando: “Sería una pena subir esta estalera sin saber qué hay debajo de ella; porque he visto que hay una puerta… ¿Se podrá abrir? ¿Adonde conducirá? ¿Qué habrá allí abajo guardado? Tengo que saberlo, no puedo quedarme con la espina…” Bueno, ése es un Escorpio, no estará tranquilo si al menos no echa un vistazo a lo que puede haber debajo de la escalera.

¡Qué bochinche hay ahora en esta escalera! Alguien sube cantando y a la vez, siguiendo el ritmo a medida que trepa cada escalón. Le dice a los que vienen detrás: “Vamos, que no son muchos escalones, cantemos juntos, que llegamos enseguida…”. No cabe duda, ése nativo es un Sagitariano.

Este otro caballero, se arrima a la escalera, y no mira a los escalones sino hacia arriba, al último. Y mientras tanto está pensando cómo se verán las cosas desde allí arriba, no le preocupa subir los escalones, pero le importa que lo vean subir con paso firme aunque se canse y por supuesto, se detendrá allá arriba a mirar disimuladamente cómo suben los demás; las escaleras son su especialidad, él sabe que llegar a la cima requiere de esforzarse y no quiere quedarse a mitad de la escalera para tomar un respiro evidenciando el mal estado físico. Esa actitud, sin duda, que será de un Capricornio.

Abajo se escucha un revuelo de conversaciones, y se ven subiendo a tres, entre risas y comentarios. Se nota que son amigos, y que hay un Acuariano entre ellos, no cabe duda, que fue el que preguntó: “¿Nunca subieron la escalera caminando hacia atrás?”.

El señor que sube ahora lo hace lentamente, como si le dolieran los pies, llega arriba al piso CUARTO y pregunta al primero que se le cruza: “¿Faltará mucho para el piso tres?” No dude ni por un momento que ese señor distraído que se ha pasado de piso, es Pisceano…

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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