EL MUERTO, EL DORMIDO, EL DESPIERTO Y EL MÍSTICO

La primera vez que leí la Biblia cuando era un adolescente, encontré una frase a la que no pude darle un sentido: fue cuando Jesús le dice (según Mateo 8:22 / Lucas 9:60) a un interesado en seguirlo que le pone la excusa de permitirle ir a enterrar a su padre: “Deja que los muertos entierren a sus muertos y sígueme”.

¿QUIÉNES SON LOS MUERTOS?

En ese entonces me preguntaba ¿Cómo un muerto puede enterrar a otro muerto? Más tarde comprendí que Jesús se refería con “muertos” a aquellos que no tenían luz en su interior, o bien, carecían de alma, es decir no tenían posibilidad de despertar. En mi concepto y a través de toda una vida de observar cuidadosamente la conducta humana, el muerto es aquel que se diría a sí mismo: “Allí hay algo que estoy viendo”. Punto. No vibran, no se sintonizan, viven sin cuestionarse y sin comprender que provienen de Algo Superior.

Alrededor de Jesús, atraídos por el brillo de su aura, siempre se reunían dormidos, despiertos y hasta místicos, pero no era percibido por los muertos. Por ejemplo, muchos de sus apóstoles eran dormidos que deseaban despertar, otros eran despiertos con vocación de místicos, pero su madre María y su pareja, María Magdalena, eran almas con millones de años de evolución, acordes a la Jerarquía de Jesús.

Esto provocaba ira y celos en algunos apóstoles porque no querían aceptar que una mujer recibiera mayor consideración de Jesús que la que les daba a ellos. Pero dichas almas encarnadas en mujeres se prepararon durante mucho tiempo a fin del Evento de la llegada de Jesús a este plano, la Tierra, y fueron quienes lo acompañaron en su martirio mientras que los valientes apóstoles huyeron. La historia nos muestra que la Gran Prostituta, la Iglesia de Pedro, hizo figurar como prostituta a María Magdalena, porque los religiosos sostenían que las mujeres no podían tener alma.

LAS CUATRO MANERAS DE AFRONTAR LA EXISTENCIA

En mi afán de discernir y comprender mejor, con los años me di cuenta que según la actitud de los humanos habitando la Tierra podían clasificarse en cuatro modelos, casi como en una escala de grises: los muertos, los dormidos, los despiertos y una cuarta clase muy especial: los místicos.

EL MUERTO Y EL DORMIDO

El muerto y el dormido se parecen mucho, pero la diferencia está en que el dormido tiene al menos una posibilidad de despertar. A los efectos prácticos el dormido puede considerarse como un muerto hasta que despierte, si es que algún día lo hace. Dormido sería aquél que simplemente vive su existencia sin necesidad de interiorizarse más allá de su primaria visión mundana y no se la cuestiona en absoluto, no discierne, no se replantea nada ni hace diferencias, no busca más allá. Muertos y dormidos constituyen el 90% de la población mundial. Ellos se dicen: “Hay algo que estoy viendo, existe y lo acepto así como es. Si me sirve lo tomo y si no me sirve lo ignoro”.

Es muy sencillo manipular las mentes del muerto y del dormido mediante alguna estrategia simple, porque su respuesta elemental es la de la liebre fascinada en la noche por el encandilamiento del proyector del cazador, sin alcanzar a comprender que está justamente en la mira y a merced de su dedo en el gatillo. Por eso, tanto el muerto como el dormido siempre suelen ser usados y luego descartados; lo curioso es que nunca se dan cuenta. Sobre todo descartados después que ya votaron.

EL DESPIERTO

En cambio, el despierto es un buscador, aquel que no puede evitar vivir preguntándose el por qué y el para qué de lo que sucede frente a sus ojos. Por lo general se siente movilizado por su necesidad de comprender, y cuando está frente al prestidigitador no deja de sorprenderse y aplaudirlo como hacen el muerto y el dormido, pero él se pregunta: “¿Cómo lo ha hecho? ¿Qué es lo que no me ha permitido ver? ¿En qué momento ha logrado engañarme?”.

El despierto también está intrigado porque ha comprendido que existen leyes que si bien puede no conocerlas en profundidad, observa que ellas determinan cómo suceden las cosas y está seguro de que la vida no es sólo una simple y aleatoria sucesión de acontecimientos. Se dice: “Hay algo que estoy viendo, quisiera comprender qué es y además para qué está allí”. El despierto es mental y espiritualmente inquieto.

¿Y CÓMO SE COMPORTA EL MÍSTICO?

Por último, está el místico, aquel que va aprendiendo a percibir e identificar qué clase de magia hay detrás de cada hecho, sabe que hay causalidades (no casualidades) y consecuencias, y que eso que está viendo no es otra cosa que una visión holográfica del Todo que integra a ese hecho, así como que también él se siente integrado en ese Todo.

El místico se dice: “Hay algo que estoy viendo, necesito comprender qué es y además para qué está allí, y en qué medida se relaciona conmigo y con el Todo”. El místico comprende que existe una sagrada Conexión y una íntima Pertenencia. Cuando el dormido cierra los ojos ante el relámpago, el místico los mantiene bien abiertos porque quiere adquirir la experiencia.

LAS DIFERENCIAS ENTRE ELLOS ES SU ACTITUD ANTE LAS CIRCUNSTANCIAS

Como ejemplo para diferenciarlos, el muerto y el dormido cuando encuentran en su camino una banana colgando de algún árbol bananero, se dicen a sí mismos: “Debo comer eso y si no tengo hambre ahora deberé llevarlo conmigo porque tal vez lo necesite más tarde”. Pero el despierto se preguntará: “¿Y si lo como, me hará bien o me hará daño? ¿Y si la llevo, no me molestará en el camino?”.

En la misma situación el místico pensará: “¿Por qué yo habría de comerla? ¿Tengo esa necesidad o es mejor que le permita continuar allí? ¿Tengo el derecho de alterar su frescura y su naturaleza? Porque si la tomo, puede haber otro que realmente la necesite y en ese caso yo le estaría quitando la oportunidad de alimentarse”.

El místico se dice además: “No me hace falta ahora porque no tengo hambre; y si llegara a necesitar alimento físico, tengo la certeza de que aparecerá la solución ante mí cuando lo necesite, en el momento apropiado”.

¿CÓMO REACCIONARÁN CADA UNO ANTE UNA CRISIS?

Ante la crisis, tanto el muerto como el dormido, sentirán que están siendo castigados, por algo o por alguien. Ambos se encogerán de hombros preparándose a sufrir lo menos posible. En cambio el despierto intentará averiguar el porqué de tal crisis y si existe alguna manera de evitarla o combatirla. Todos ellos buscarán la solución AFUERA en el entorno, salvo el místico que buscará dentro de sí mismo una relación con la crisis. El místico se dirá: “Bienvenida, crisis, ¿Qué nueva oportunidad de cambio me traes?”. Así, le dará la bienvenida, como se recibe a un amigo, no solamente la aceptará con resignación.

El muerto y el dormido se dicen: “Hay una crisis, debo huir de ella, esto no me huele bien”. Pero el despierto se preguntará: “¿Qué tipo de crisis es ésta? ¿Qué será lo que la ha originado? ¿Cómo puedo enfrentarla y detenerla?”

El místico verá a la crisis con otros ojos y preguntará: “Hola Crisis… ¿Hacia adonde vas? ¿Qué cambio se espera de mí en esta situación? ¿Cómo puedo fluir contigo y experimentar a pleno esta nueva aventura? Sin duda saldré fortalecido luego de esta circunstancia ¿Qué será lo nuevo que aprenderé? Debo aprovechar esto sin demora”.

El muerto y el dormido apretarán los dientes, el despierto reaccionará colocándose de frente a la crisis para contenerla, pero el místico se pondrá al lado de ella y tratará de acompasarla nadando a favor de la corriente intentando ver adónde lo llevará y qué nuevas tierras habrá de conocer.

Así, el muerto pensará “una tormenta más”, mientras que el dormido se preguntará qué habrá hecho para ser castigado de esa forma y le rogará a su dios que le tenga compasión.

El despierto intentará descubrir qué hacer al respecto, mientras que el místico admirará el desborde de energía de la Naturaleza y abrirá su corazón intentando resonar con ella y cargarse de inspiración a partir de tal fuerza desatada.

¿CÓMO FUNCIONA LA SOCIEDAD HUMANA QUE INTEGRAN ESTOS CUATRO PERSONAJES?

La sociedad humana se integra y se nutre de ellos, aunque ellos mismos se perciban diferentes entre sí y no sepan que son actores y compañeros de la misma obra de teatro; sólo que el místico no se escandalizará de los otros porque puede reconocer la situación y callará recordando que alguna vez hace mucho tiempo él mismo actuó como el dormido, y hasta no hace mucho, reaccionaba como el despierto.

Por eso él será el único que podrá comprender a los demás. El místico será capaz de sentir empatía y entender las motivaciones de los otros tres, sabiendo que solamente son compañeros de viaje aunque ellos no se adapten a caminar a su ritmo y a su manera.

Asimismo, el místico se esforzará en respetar tanto al dormido como al muerto, porque sabe que la vida se expresa a través de todos ellos y que sin ellos, tal vez él no podría abarcar el conocimiento que hoy lo asiste y alcanzar las metas superiores que pretende.

El místico sabe que todos ellos tienen su papel, su porqué, su guión y su momento, que todos ellos hacen a la vida y se los reconocerá aunque muchas veces su deseo sería que fueran sus compañeros y no sus oponentes. Eso le traerá paz y comprensión ante la crisis.

Por eso mis Guías espirituales me señalaron firmemente hace poco: “No los insultes”, cuando llevado por mi indignación comencé a protestar contra la actitud malsana de tantos muertos y dormidos. En un principio la frase me sorprendió, pero luego comprendí que se trataba de una lección de humildad. Refiriéndose a malos gobernantes y a malos gobernados, Ellos me insinuaron que debía respetarlos porque estaban haciendo su trabajo, que era necesario, si bien me dejaron muy en claro: “Ellos no existen”.

El místico sabe perfectamente que aún cuando en algunas situaciones los demás jugarán el papel de opositores, le brindarán nuevas posibilidades de crecimiento interior y por eso los valora, los comprende y en el fondo, sabe que los necesita y no puede evitar “mirarlos desde el amor” (expresión textual de mis Guías) porque ve su propia historia reflejada en ellos.

¿CÓMO SE RELACIONAN ENTRE ELLOS?

En la realidad de la vida, el despierto muchas veces se disgustará con el dormido porque éste no quiere despertar, contra el místico porque no comprende que éste no se inmute ante las solicitaciones de la vida, y sentirá repulsión y furia contra el muerto que le representa un lastre, una molestia para sus ganas de avanzar.

El dormido, a su vez, se verá fastidiado por el despierto y por ese afán incomprensible que éste mantiene de intentar sacarlo de su zona de confort. El dormido hasta pensará que algo no funciona bien en la cabeza del despierto; pero por otro lado el dormido tal vez sienta que los muertos le entorpecen sin tomar conciencia que son sus similitudes con ellos las que lo irritan.

¿Y qué sentirá el dormido hacia el místico? Tal vez nada, porque pensará que sólo pertenece al mundo de los locos, y tanto a los niños como a los locos, es mejor no prestarles atención y dejarlos libres que hagan sus juegos y sus locuras.

¿Y QUÉ SUCEDE CON EL MUERTO?

Puede ser interesante estudiar el comportamiento del muerto por el peso de su enorme masa, que en conjunto puede afectar los intereses de los otros grupos y por sus reacciones instintivas que suelen resultar muy dañinas para el resto de la sociedad. Pero dado que estas reacciones son claramente previsibles, siempre hay otros muertos más hábiles que utilizan la energía del grupo de los muertos y por lo general también de los dormidos, pero solo los usan para lograr sus propios fines personales.

¿HAY ALGO QUE MOVILICE AL MUERTO?

El muerto es indiferente a los otros tres; no los considera dignos de atención, es más, muchas veces los desprecia porque no los entiende y para él, se parecen más a cosas raras que a personas. Y como el muerto es incapaz de valorarse y amarse a sí mismo, no podremos esperar que valore y ame al resto de los integrantes de la sociedad; él solamente se moviliza por sus necesidades básicas ya que no posee ninguna clase de aspiraciones más allá que lo diario y lo elemental. Se comporta como el mono que baila por la promesa de una banana, pero si no hay banana, no baila.

El muerto es plenamente conciente de que no posee un futuro y por eso trata de pasar el hoy lo mejor posible sin que le importen las consecuencias en el mañana, ya que para él, el mañana no existe y de existir, no sería muy diferente del hoy.

Una vez escuché las razones que le daba una joven mujer de una villa muy pobre a un periodista que le preguntaba el porqué de tener tantos hijos sin la seguridad de darles un futuro, y ella respondió con toda sinceridad: “Nosotros somos pobres y nunca podremos tener nada, al menos tener un hijo te da la sensación de que tienes algo que es tuyo”. Me reservo mis comentarios al respecto.

¿EL MUERTO ES INOCUO O ES PELIGROSO?

Según su forma de vida, como el muerto no se considera parte de esos grupos, poco le importará lo que hagan y tampoco sentirá empatía con ellos y con su dolor. Incluso si algún día decide arrebatarle sus propiedades o deshacerse de ellos, o de su existencia vital, no sentirá ningún remordimiento. Mantiene el primitivo concepto de “o me lo como o me comerá”.

Cuidado que hay muertos y dormidos en todos los niveles sociales, económicos y de poder, y todos ellos son peligrosos, tanto la minoría de los mandan, como los que hacen y también la inmensa mayoría de aquellos que dejan hacer.

Por supuesto que el muerto no puede entender sobre qué significan “vida, aspiraciones, sacrificios, responsabilidades, afectos, códigos, lealtades, dignidad”; por eso justamente él pertenece a los muertos, porque ninguno de esos parámetros de la vida él considera que le darán un beneficio inmediato respecto de su hambre, su sed y su sueño de ahora ya.

Una frase que se ha hecho popular mundialmente en estos días es la de un muerto opulento muy nombrado, un anciano oscuro que en su sinceridad ha dicho: “Yo estoy aquí para hacer negocios y no para preocuparme de las consecuencias que mis negocios les ocasionen a los demás”. En otras palabras, está diciendo que sólo le interesa tener más dinero a como dé lugar; para nada le importa que los demás mueran del hambre y del dolor causados por sus ambiciones criminales.

En este caso particular, más que de un muerto podríamos hablar de un asesino psicópata. De un psicópata que se sirve de muchos muertos y dormidos, y de “idiotas útiles” que levantan las pancartas que les dan, piensan lo que les dicen que deben pensar y hacen lo que les instigan a que deben hacer, sin comprender que lo que están haciendo va en su propio perjuicio ya que aplauden calurosamente a su propio verdugo.

Hace poco muchos muertos sudamericanos formaron parte de una inmensa caravana de inmigrantes patrocinada por este muerto mencionado y ahora forman parte de una inmensa queja porque no se les pagó el precio prometido; así los muertos usan a sus muertos. ¿Cómico o patético?

¿CUMPLE ALGUNA FUNCIÓN EL MUERTO PARA SU ENTORNO?

El muerto no vive, y si bien para la ley humana califica como persona, solamente existe sin vibrar, ocupa un lugar y no se sintoniza con nada, salvo con lo que le brinde algún recurso material inmediato. El muerto se deja usar, comprar, alquilar o vender, y su precio siempre resulta barato. Pero no confundamos, ocupa un lugar no menos importante en la sociedad porque gracias a su existencia, los demás se ven obligados a reaccionar y así pueden entender, aprenden a discernir y a valorar que tienen vida, por contraste.

En su total inconsciencia muchas veces el muerto y el dormido hacen daño, por acción o por omisión, pero está en el despierto y en el místico agilizar su entendimiento y su habilidad a fin de que el daño se torne en oportunidad de algún beneficio. Muchas veces el muerto representa el papel de la bolsa de arena del boxeador, la pelota para el futbolista, la guinda para el rugbista, el palo para el golfista, la garrocha para el saltador.

Por lo general, la oscuridad del muerto sirve a los fines de los oscuros pero también suele ser de utilidad para ciertos objetivos luminosos trascendentes perseguidos por Inteligencias Superiores, las que tienen así una razón para permitir que los muertos sigan existiendo.

LA IDIOSINCRACIA DEL MUERTO

El muerto siempre será utilizado por alguien más pensante que él, porque el muerto no se da cuenta de cualquier cosa que lo supere, y sólo actúa llevado por sus instintos básicos; es lo que en la jerga militar se llama “carne de cañón” en forma despectiva refiriéndose al soldado que es enviado al frente y casi con seguridad, a la muerte.

Resulta fácil identificar al muerto porque cuando está solo suele mostrarse humilde, temeroso y huidizo, pero cuando se junta en manada es peligroso porque se aferra a la impunidad y al poder del grupo, y entonces libera su agresión contenida sin que le importen los límites, las consecuencias ni los derechos de los demás.

¿PUEDE EL MUERTO BRINDARLE ALGO AL ENTORNO?

A pesar de su escaso peso en conciencia el muerto es necesario en este mundo tan variado; el muerto puede ser tomado como una piedra fastidiosa en el sendero del caminante o bien ser aprovechado como un obstáculo válido para que el jinete enseñe a su caballo a saltar más alto; además, las irracionalidades cometidas por el muerto pueden llegar a motivar al despierto, en el sentido de alejarse de esa actitud e inclinarse hacia lo místico, eso dependerá de la clase de la mente y del corazón del despierto.

Por eso es que la vida tiene un lugar para cada uno de ellos a fin de manifestarse en su variedad, y por más que muchas veces uno de ellos lo saque de las casillas al otro, todos importan y gravitan dependiendo de cómo sean considerados, de una forma o de otra: bien como muertos, dormidos, despiertos o como místicos.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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