TU MEJOR YO

Había una vez un rey, rico y poderoso que decidió ir a visitar a otro rey vecino en su reino a cierta distancia. Junto a su esposa, la reina, quería pasar unos días disfrutando con su amigo y le dijo a ella antes de salir:

– Querida, me gustaría que llevaras lo mejor de tu vestuario y te adornaras con las mejores de tus joyas porque iremos a visitar a mi amigo el rey cuyo castillo está algo alejado; hace mucho que no nos vemos y me encantaría conversar y pasar algún tiempo con él.

Así lo hizo la reina y eligió lucir un hermoso collar de diamantes que el rey le había regalado para un aniversario de su casamiento. En una parte del trayecto que mediaba entre ambos reinos, el rey le dijo a su cochero que le diera un descanso a los caballos de su caravana en cuanto encontrara algún lugar donde hubiera buen pasto y agua, dado que no quería forzar a sus finos corceles, y así, al poco tiempo de continuar encontraron una hermosa granja donde el rey dispuso detenerse.

Mientras los caballos pastaban, la reina decidió bajarse de la carroza real para dar una pequeña caminata y conocer la granja que lucía bien cuidada, prolija y con numerosos senderos y abundantes plantas y vegetación. En su caminata junto con sus damas de honor que le acompañaban y encantada de la fresca naturaleza acertó a pasar por al lado de donde el granjero tenía encerrados a sus cerdos, y horrorizada por el olor, rápidamente cambió de rumbo y un poco más tarde retornaron a las carrozas.

Ella no lo notó, pero uno de los diamantes de su collar se desprendió y cayó al suelo entre el pasto. Los reyes siguieron con su viaje y nadie se dio cuenta del suceso. Al otro día, el granjero pasó caminando por el sendero y con el barro de la suela de sus botas pisó al diamante y lo llevó consigo hasta el chiquero puesto que acarreaba el alimento para los cerdos.

El diamante se desprendió cuando el granjero abrió la puerta del corral y quedó mezclado con el grano que éste dejó adentro para alimento de los cerdos, los que se abalanzaron a comer no bien el granjero cerró la puerta del corral.

Uno de los cerdos, el más grande y viejo de todos, masticando el alimento de pronto mordió algo muy duro y entonces abrió su hocico para despedir esa porción de comida; en ese momento un rayo de sol iluminó al diamante y el cerdo percibió el destello, diciéndose:

– Ah, era una piedra.

– No, no soy una piedra… -contestó el diamante ofendido por la expresión del cerdo.

– Bueno, si no eres una piedra… ¿Qué eres? – preguntó el cerdo, sorprendido.

– Soy un diamante, pero como solamente eres un animal sucio y grosero, nunca podrías reconocer la diferencia.

– Vaya… ¿Y qué te diferencia de una piedra? -le respondió el cerdo.

– Soy una piedra preciosa, la más valiosa de todas. Y la más brillante, compuesta por el más duro de los materiales del planeta, soy capaz aún de hacer rayas en el acero. Y tengo muchos miles de años de edad, y he resistido presiones y temperaturas como jamás podrías imaginarte.

Yo estoy destinado –continuó diciendo el diamante- solamente a lucir como adorno de personajes ricos y poderosos, pero no lo sabes porque tú eres solamente un cerdo, embarrado, bruto y primitivo.

– Caramba -dijo el cerdo- pero sin embargo eres tan pequeñito y en cambio yo soy tan grande; nadie se fijaría en tí que estás aún más enterrado que yo en el mismo barro. Afuera puede que seas muy valioso, pero aquí lo más valioso soy yo, y tú eres insignificante.

– Sí, puede ser –le respondió el diamante- pero algún día, más tarde o más temprano, yo seré descubierto por alguien y aunque pase el tiempo, jamás perderé mi valor, mientras que tú pronto serás comido por el granjero y su familia, pasarás por sus vientres y terminarás sumergido en el pozo ciego donde ellos dejan caer sus heces.

El cerdo no prestó demasiada atención a la respuesta, pues ya se sabe que a los cerdos sólo les interesa la comida y alguna que otra necesidad corporal, que suele terminar mezclada con el barro y su comida.

Así, del mismo modo, cada persona tiene su valor interior, y por el exterior un cuerpo físico que lo sostiene: el diamante y el cerdo se encuentran vinculados en una sola versión en este plano.

Ese cuerpo físico, sin saberlo, protege y ayuda al diamante, esa joya que algunos pueden llamar alma y que no suele ser apreciada por los cerdos pero que es mucho más valiosa y eterna que el cuerpo físico que la rodea, el mismo que también a veces, entorpece y oculta el brillo precioso de la gema interior.

El brillo de ese diamante, constituye “tu mejor Yo”, aunque cuando te miras al espejo no puedes verlo. Tu mejor Yo es tu verdadero valor como ser humano, pero hay muchas personas que ni enteradas están de que portan consigo una joya semejante; ellas sólo se fijan en que el exterior esté limpio y cuidado como la granja del cuento, para ser mejor apreciadas por sus semejantes.

Tu mejor Yo es lo que te une al Infinito, y su brillo sincero resume la calidad interna que tienes, tus valores, tus aprendizajes. A diferencia de estar ese diamante engarzado en un collar del cual puede desprenderse, como en el caso del collar de la reina, esa joya es la verdadera esencia de la persona, generalmente oculta por distintas capas que le vamos agregando a medida que vivimos.

Esos agregados tienen distintos nombres: se llaman apegos, en otros casos creencias, prejuicios, miedos, vanidades, egocentrismos, actitudes tan soberbias como inútiles y malsanas. Pero estos agregados, si bien hacen que la persona crea parecer más fuerte y poderosa, como en el caso del cerdo, son mantenidos adosados porque la persona desconoce su valor real y cree que rodeándose de ellos se convierte en algo más fuerte, más resistente y suficientemente grande como para estar a cubierto de los avatares del medio ambiente y de la vida.

Pero esto es un gran error. La persona a lo largo de su vida puede ir acumulando distintos valores externos: su familia, su casa, su auto, su fortuna, su profesión, su status social, su renombre; pero son todos valores materiales que quedarán de este lado cuando la persona parta en su realidad hacia lo eterno.

El problema comienza a asomar en esta vida cuando por distintas circunstancias inesperadas, por la edad, por las enfermedades, por las crisis, estos valores agregados se van desprendiendo y la persona va cayendo como en el caso del diamante de la reina, desde la espléndida luminosidad de su realeza, a la fría oscuridad del barro.

Cuando la persona se encuentra en medio de una crisis importante, perdida entre las sombras de la noche oscura, abandonada de su suerte, entonces aparece la verdadera oportunidad valiosa: alcanzar a percibir algún destello de su diamante interior, y tal vez entonces reaccione y comprenda que cuando los demás valores aparentes se han perdido o ya no le son de utilidad, solamente estará acompañada por su verdadero valor intrínseco, su fibra interior, su porción inmortal.

Tal vez no entienda lo que significa ese brillo especial pero será lo único que la sostenga firme en el medio de la tormenta, lo que logre rescatarla de sus circunstancias, lo que represente su única esperanza de supervivencia, y eso justamente provendrá del diamante interior. Ya ves, ninguna otra cosa que lo que constituye TU MEJOR YO.

Puede ser que este cuento que se me ocurrió hoy al levantarme sea considerado solamente como un cuento más. Pero en realidad se volverá la introducción de un Curso de Mejoramiento Personal que está sirviendo para pulir cada arista del diamante y despertar en aquellos que quieran reaccionar, la necesidad de encontrar “su mejor Yo” a fin de poder emplear ese enorme potencial como herramienta cierta ante los requerimientos de la vida.

También he agregado estos conceptos desde hace algunos años como “bonus-track” de mis cursos técnicos para beneficiar a mis alumnos, ya que estoy seguro que quien sepa aprovecharlos va a obtener un conocimiento muy práctico y beneficioso.

Por analogía, intento inducir a que cada ser vaya descubriendo su verdadera identidad a fin de desprenderse de esas capas inútiles que le hacen ver en el espejo como más grande y poderoso al igual que el pensamiento del cerdo del cuento. Y pueda reemplazarlas por formas de pensar y actuar más apropiadas que atraigan al beneficio.

Que esto le permita descubrir su fibra interna, su diamante interior, el que lo acompañará siempre y le ayudará a “capear el temporal” como dicen los marinos en los barcos que navegan en el mar picado y de lo cual dependerá continuar con una vida que merezca ser vivida, o hundirse en la negrura de las aguas del olvido.

“Capear” no es abandonarse al mar ni tampoco enfrentar directamente a las olas. Es una técnica particular: no representa colocar la nave a su favor, ni paralelo a ellas; es “rizar el rizo” pero en sentido contrario, es decir, afrontarlas por la proa pero dirigiendo la nave en diagonal frente al oleaje y manejar con inteligencia y firmeza el timón en el ángulo apropiado, avanzando lentamente con el menor balanceo del barco y manteniéndose en la cresta de la ola.

Para emprender con buenas perspectivas de triunfo el camino de la vida, cada persona debería aprender a reconocer lo más valioso de su ser interior, moldearlo a la forma apropiada y diferenciarlo de las creencias y así desprenderse de las actitudes erradas.

Estos parámetros los ha aprendido o le han sido enseñados por otras personas tal vez bienintencionadas pero equivocadas, y que el individuo ha creído firmemente que representan los pilares que realmente lo sostienen.

Resulta así, aunque solamente sean muletas que utiliza para su desparejo caminar, ya que se siente más seguro con ellas sin darse cuenta que en realidad es dependiente y prisionero de las mismas ya que lo debilitan en lugar de ayudarle.

Estas “capas externas” de creencias y modelos de conducta, aprendidas por tradición y tomadas como verdad, un día de pronto pueden derrumbarse ante la emergencia y entonces le entorpecerán como la ropa mojada al nadador, que en lugar de ayudarlo cuando deba bracear para ponerse a salvo, resultarán un estorbo.

De eso se trata este Curso de Mejoramiento Personal, que ayudará a todo aquel que busque obtener la mentalidad correcta para obtener el triunfo tanto en lo personal, lo social, lo familiar y también en lo comercial.

Ha sido creado a raíz de haber observado a lo largo de 45 años de docencia que no siempre fueron los alumnos más inteligentes ni los de mejores notas, los que lograron triunfar como personas y como técnicos en la vida, y fue en ese entonces cuando comencé a preguntarme qué sería ese “algo más” que los destacaba del resto.

Por eso he diseñado estos Seminarios donde paso a paso se puede ir descubriendo cómo lograr el Mejoramiento Personal, el Cambio de Creencias y Parámetros, cómo obtener beneficios a partir de la Gestión apropiada de las Crisis, cómo reconocer y enfrentar a La Frustración, así como aprender las técnicas del manejo de la Inteligencia Emocional, tal como obtener Resiliencia, y como llevar adelante con éxito la Resolución de Conflictos (Negociación).

Para quellos que busquen emplearlo a los fines de brindar servicios pagos o ejercer el comercio en general, se complementa con la forma de obtener la correcta Mentalidad Comercial y de qué manera accionar con los elementos adecuados, sumando la actitud correcta y asegurarse excelentes probabilidades de éxito como puede aprenderse en el último de los Seminarios, llamado El Emprendedor.

Para ello deberemos llegar de a poco a la esencia de la cuestión, que en definitiva se reduce a que cada uno logre tanto fortalecer como elastizar su estructura personal al descubrir el verdadero valor que tiene el autoconstruírse y encontrarse con SU MEJOR YO.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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