EL PERVERSO SÍNDROME DE PROCUSTO

Posiblemente muchos de alguna manera hemos pasado por esta situación, desde la escuela primaria hasta en el trabajo, en el colegio, en la familia. Se trata de una desviación perversa de la conducta humana, una de las tantas que ha sido reflejada tan sabiamente entre los Mitos griegos, que muestran una descripción exacta de ciertas actitudes del ser humano cuya similitud se encuentra cuando uno se adentra en el estudio detallado de estos “Mitos”.

Desde pequeño me interesaron las historias de estos mitos porque los asimilé a cuentos que encendían mi imaginación de niño, sin distinguir qué parte de ellos era cierta y cual simplemente ficción, dado que observaba que en la vida real, sucedían ciertos paralelismos que me envolvían en ese misterio de ficción o realidad que no lograba discernir. Más tarde, me di cuenta que los mitos eran cuentos que “los dioses” contaban a sus hijos, los seres humanos, describiendo en parábolas, comportamientos humanos y sus consecuencias.

En el blog de “Psicología y Mente” puede encontrarse una descripción adecuada de este síndrome, que muchas personas exhiben muchas veces sin darse cuenta que provoca tanto daño a los demás, como a la larga termina produciendo en sí mismos, llegando a manifestarse en el cuerpo físico.

Se trata de una reacción generada por un sentimiento de fastidio muy cercano a la envidia que en el fondo es sólo producto de un miedo muy interno, de una sensación de inseguridad y que lleva a “nivelar para abajo” en lugar de tomar ejemplo y buscar crecer si es que se quiere sobresalir.

Procusto era, según el Mito, uno de los hijos del Dios Poseidón, aquel que reinaba sobre las aguas y los mares. Procusto solía recibir a los viajeros que acertaban a pasar por su morada y los invitaba a pasar la noche allí, con gran amabilidad y hospitalidad (he aquí una clara muestra de la hipocresía y la perversión del mencionado). Les ofrecía dormir en una cama de hierro, y cuando el visitante estaba dormido, Procusto lo ataba de pies y manos a la cama, y procedía a observar si la altura del sujeto coincidía o no con la longitud de la cama.

Si la persona era más larga, Procusto le cortaba los pies a la medida de la cama, y si era más pequeña, por medio de una maza quebraba sus huesos a fin de estirarlos y que calzaran exactamente en la longitud de la cama. Hasta que intervino el héroe griego Teseo, aquel que los mitos dicen que en la isla de Creta venció al Minotauro; Teseo había procedido a pedido de la princesa Ariadna que se había enamorado de él, y que le ofreció como premio que ella se casaría con Teseo, si éste resolvía la cuestión.

Visitando a Procusto, Teseo le invitó a verificar si su cama de hierro coincidía con la altura de Procusto, quien llevado por su soberbia accedió a la prueba; dado que la cabeza de Procusto sobresalía, Teseo rápidamente le cortó la cabeza y así terminó con la perversa situación que sufrían los viajeros desprevenidos.

Algo muy similar a esta situación ocurre entre los seres humanos, dándose una contradicción de la cual no se sabe qué esperar ni qué resultado será más conveniente elegir. Por un lado, el sistema pretende actualmente que el trabajador sea más productivo, mejor preparado, que su rendimiento supere la media anteriormente establecida, pero parte del mismo sistema está inmerso en la misma perversidad que Procusto: limitando a los que sobresalen, a los que vienen arrollando, a los que su capacidad puede hacer desbarrancar a su jefe.

Personalmente lo he vivido en mis años de juventud: una empresa en la que trabajaba me requería cada vez más responsabilidades, que yo asumía como un desafío y eso hacía que me destacara. Cuando esto se volvió evidente, los Procustos que tenía al lado me declararon la guerra, y la empresa en lugar de defenderme, se lavó las manos, y así, quedé solo contra el mundo.

Muchos de estos personajes oscuros suelen promover, no a quienes están en mejor nivel sino a quienes ellos están seguros que tienen suficientes limitaciones y muestran la necesaria obediencia como para que no constituyan un peligro sorpresivo para sus lugares de privilegio.

Sin embargo, gracias a eso, logré hacer que me echaran sin poder esgrimir un motivo válido contra mí y que por eso me indemnizaran, y luego con ese monto me independicé de forma que trabajaba la mitad del tiempo, ganaba el doble que en la empresa, y tenía disponible el doble de tiempo para estudiar mi carrera universitaria. No con poco esfuerzo, pero al fin pude escapar de la cama de hierro en que me tenían atado.

En general los modernos Procustos son personas frustradas, temerosas, con baja autoestima, inseguros, incapaces de superarse y además, con pocas intenciones de crecer y mejorarse. Este tipo de personas SIEMPRE nivela para abajo, intentando cortar las piernas o la cabeza del que surge a superarlos en nivel.

Podemos reconocer a los Procustos actuales cuando observamos sus habituales descalificaciones hacia terceros sin que puedan exhibir respaldos para dicha descalificación; pero cuando son requeridos a mencionar las razones por las que desvalorizan al tercero en cuestión, se enredan en sus propios hilos tejidos para hacer caer al cuestionado, o bien, desvían el tema central de análisis hacia otras tangentes sin verdadera referencia al asunto.

Esto se puede observar viendo por TV las entrevistas a personajes de cierto peso en el mundo sindicalista o político, cada vez que se les hace una pregunta concreta; su arte perverso consiste en responder verborrágicamente pero evitando el meollo de la cuestión y desviando la atención hacia otros temas en los que se sienten más fuertes, sin responder lo que se les ha preguntado.

El haber tenido afortunadamente la oportunidad de vivir la política desde adentro es lo que hoy me permite afirmar que en ella se encuentran los mejores ejemplos de la hipocresía, la perversidad, la mentira descarada y el ejercicio del “Procusterío” (palabra que acabo de inventar porque no puedo escribir la otra, ésa que ya el lector posiblemente ha logrado captar).

Por supuesto, la realidad de los Procustos es que temen ser superados por otros al percibirlos como más audaces y con mayor capacidad, por lo que su estrategia es siempre la misma: estructurar los métodos, reglamentar y controlar cuidadosamente cada infracción a sus reglas, poner piedras en el camino y a la vez que hacen suyas las buenas ideas de otros, intentan encontrarles puntos frágiles para poder utilizar su serrucho de recortar piernas o cabezas.

En principio esta clase de personas hacen que cuando uno descubre su patético accionar, sienta pena por ellos al imaginárselos en las noches mordiendo sus almohadas tratando de encontrar la manera de manipular lo que se les sale de control, pero en realidad se trata de personas despreciables que deben ser descartadas de nuestro entorno a toda costa debida a su alta toxicidad.

Los Procustos son personas que no sólo no avanzan sino que no dejan avanzar, combatiendo todo intento ajeno de alcanzar excelencia; pretenden imponer al entorno que los rodea sus decretos antojadizos llenos de artículos limitadores, logrando con esto la cancelación de la libre expresión y la proactividad que hoy más que nunca son las bases del progreso.

Aunque no nos demos cuenta, el gobierno mundial que rige los destinos de todos los países, se basa en esta mecánica. Por eso es que han logrado borrar del campo visual a todos aquellos invaluables precursores que supieron desarrollar la Energía Libre, y otras energías y combustibles alternativos y no contaminantes. Como por ejemplo le sucedió a Nicola Tesla, que pudo cambiar el mundo pero no dejaron que llegara a hacerlo debido a los intereses económicos en juego.

Estas técnicas basadas en el Mito de Procusto tienen un modelo físico innegable si te preguntas, por ejemplo ¿cuál es la velocidad con que deberías conducir tu auto en medio del tránsito para tener la menor probabilidad de chocar? La respuesta depende del modelo en estudio y es sencillamente: la velocidad promedio que llevan los autos que te rodean, de manera que tu velocidad relativa con ellos sea casi cero, o sea, ir siempre al mismo paso que los demás, como se conducen las ovejas cuando son conducidas al corral; salvo que seas de la misma clase de rebelde que siempre me gustó ser, lo que te aseguro que tiene su precio, y que no resulta barato abrirse paso a través del rebaño.

Desde ya que tener que lidiar con este tipo de entornos es desagradable y peligroso, pero aún más peligroso es acostumbrarse a ello y resignarse a la mediocridad, a ser una oveja más del corral, porque impide crecer y desarrollar los propios potenciales que hacen que la persona se mejore a sí misma.

No es fácil escapar de estos medios sin salir herido, pero de todas formas dependerá de la autoestima que cada uno esté seguro de mantener. Estas conductas retrasan no solamente a personas sino a empresas y aún a países, y se manejan principalmente en los medios estatales donde se sostiene que “todos debemos ser iguales y tener los mismos derechos” pero siempre nivelando para abajo en lugar de buscar la mejora, o sea, ayudando al de más abajo para que el grupo se eleve en conjunto.

Si observamos con detenimiento, podremos encontrar la filosofía de Procusto a nuestro alrededor en escuelas, hogares, trabajos, medios sociales, etc. y dependerá de cada uno afiliarse al “Procusterío” o rechazarlo, en cuyo caso, deberá asegurarse de estar suficientemente calificado como para sobrevivir en un mundo plagado y hasta dirigido por los actuales Procustos.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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