¿TOMARSE UN TIEMPO O NEGOCIAR? (3)

A veces en la pareja se producen problemas que desembocan en la situación en la que alguien manifiesta la necesidad de “tomarse un tiempo”; ¿tomarse un tiempo para qué? En ese “para qué” reside el secreto del futuro de ambos integrantes como pareja.

Cuando es una de las partes la que dice “necesito tomarme un tiempo” suena más a un “pido un tiempo sin goce de sueldo porque voy a probar con otro trabajo”. Muy probablemente ya no haya regreso.
Es una manera de decirle a la otra parte: “Estás al borde del precipicio y sin paracaídas; sólo un milagro de tu parte podría evitarlo, y sinceramente creo que no podrás hacerlo”.

Suele ser el preludio del final, salvo que ocurra un milagro, una rendición incondicional, y a veces, ni tan sólo eso puede ser útil en esas circunstancias.

¿Es justo? ¿No es justo? En este caso la decisión se ha tomado unilateralmente y resulta algo así como presentar la renuncia, pero sin aún firmarla. El “tomarse un tiempo” unilateralmente, probablemente no tenga regreso; es más una estrategia de “desengancharse” gradualmente para que el corte no sea tan dramático.

Y sin duda hay alguien que quedará esperando y sufrirá horrores mientras tanto, por ello. ¿Es un llamado de atención previo al desastre? ¿Queda aún algo de amor por rescatar?

También puede ser una maniobra manipuladora para conseguir de la otra parte lo que no se consiguió hasta ahora. De esa forma, es como decir “es mejor que pongas las barbas en remojo porque viene la afeitada”, o en otras palabras, “o hacés como yo quiero o me voy”. ¿Hay amor en esas condiciones? ¿Te estoy amando si te manipulo?

De cualquier manera, este pedido unilateral de “un tiempo” a la corta o a la larga va a llevar a un desenlace de ruptura. Si se mira desde el lado de quien queda esperando, si quiere que la unión (cualquiera que sea) no se rompa, debe ofrecer una rendición incondicional y eso no es justo, si es que no ha habido una negociación previa.

Nadie debería estar atado a otro alguien a través de una rendición incondicional, la que, por otro lado, difícilmente se podrá sostener en el tiempo, y por gravedad, la manzana caerá por su propio peso, cuando alcance su tiempo de maduración. En un caso así, no se trata de amor, se trata de esclavitud emocional.

La respuesta apropiada que deberíamos dar sería entonces: “Bien, tienes dos caminos, o nos sentamos a negociar el problema como adultos para encontrar el punto de equilibrio, o bien, puedes tranquilamente tomarte un tiempo, unos 10 o 20 años, si quieres, pero lo decides ahora ya” y en el caso en que se acepte una negociación, luego puede establecerse un plazo de reunión. O no, si ya no fuera necesario.

Porque sufrir, es inevitable, y es preferible cortar en el momento, y no “estar en remojo” durante el tiempo que la otra persona quiera mantenernos “en el aire”. Si la otra persona nos ama, no nos pedirá un tiempo, nos pedirá una negociación.

Y si “permanecemos en remojo” (la otra persona busca justamente eso, ablandarnos para manejarnos mejor) nuestra autoestima puede caer en forma apreciable y entrar en desesperación o en depresión.

En otros casos, la pareja puede no encontrar las soluciones, aunque su intención sea realmente solucionarlo. Debería entonces buscar ayuda, de alguien que entienda realmente sobre situaciones de pareja. Me resulta incomprensible, que por ejemplo, se le vaya a pedir consejo sobre criar a los hijos, al cura de la parroquia que se supone que no tiene hijos (quién sabe).

Definir si quedan posibilidades aún, es muy sencillo; si la otra persona acepta CIERTO GRADO de responsabilidad en el problema, entonces hay esperanzas de lograr una negociación y a través de ella, una solución.

Pero si la otra parte nos expresa que “toda la responsabilidad es tuya y no mía”, entonces debemos descartar toda manera de remediar el asunto, porque para negociar, alguien debe ceder para que el otro pueda recibir, y ese mismo alguien debe recíprocamente, recibir lo que el otro cede.

Y si no se acepta responsabilidad compartida, entonces no existe la madurez necesaria, y esto no se solucionará. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Si alguien se posiciona en que posee la verdad absoluta, entonces ya no queda más que hablar.

Cuando es otro el caso, en que en pleno acuerdo la pareja concerta el “tomarse un tiempo”, se corre el riesgo de la “oportuna” intervención de un tercero (o una tercera), a menos que ambos sean seriamente responsables y se encuentren preocupados por solucionar SUS problemas como pareja.

¿Cual es entonces la salida correcta? Sentarse y buscar la negociación. ¿Y si no es posible ninguna negociación? Entonces no hay voluntad de negociar, y eso es porque no hay amor ni necesidad del otro. Y si no hay amor… es mejor “hacer de tripas, corazón” y dejar que cada uno vaya por su lado, con su corazoncito en la mano, resguardándolo como pueda.

Se trata de una situación difícil, pero es necesario buscar la salida lo antes posible, para que no se agreguen factores externos; y si todo indica que va a haber sufrimiento, lo peor es demorarlo. La vida se escapa rápidamente, no podemos dejar pasar un tiempo que no traerá ninguna fructificación.

Cuando la persona está sufriendo, esto no lo toma en cuenta, pero cuando todo ha concluido y ya no quedan rastros de lo anterior, se preguntará… ¿Cómo fue que dejé pasar el tiempo y la vida, sin pena ni gloria? Y se genera entonces un resentimiento que no le hace bien a nadie.

Y al final de todo, se preguntará: ¿Quien fue el culpable de tanto tiempo malgastado? Y la respuesta la encontrará rápidamente al observar la cara que encontrará mirándolo desde el otro lado del espejo.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

Puedes compartir libremente este artículo o el enlace a www.elsenderodelser.com

www.elsenderodelser.com – www.profesorleo.com.ar – profesorleonqn@gmail.com

Realizado por Viviana Espín Ibarra. Diseño y Desarrollo Web.