¿POR QUÉ LOS DUENDES CUIDAN A LAS PLANTAS?

En muchos jardines pueden observarse los tan conocidos “enanos de jardín”, pequeñas estatuas de yeso o cerámica que simulan la figura de un duende, con su vestimenta colorida, gorrito, etc., con su carita sonriente, ubicados entre las plantas del jardín.

El propósito de estas pequeñas figuras es la idea de que los duendes cuidan a las plantas y hacen que éstas crezcan más fuertes y lozanas; pero, entonces… ¿Para qué la pequeña estatua, que sólo es un pedazo de cerámica sin vida alguna? ¿Es superstición?

Algunas personas los ubican en el techo de la casa, en la esperanza de que cuiden de ella; esto es un error por desconocimiento, los Duendes habitarán sólo las estatuas que están sobre el pasto, porque los vegetales son de su agrado, no el cemento.

Comencemos por explicar la koboldización (koboltización). La koboldización (proviene de su raíz germana KOBOLD -o Kobolt-, que quiere decir “Duende”) es un proceso por el cual cierta criatura o ente espiritual toma posesión de un cuerpo o una figura que le sea de su agrado, a fin de habitar en él y así poder realizar sus tareas habituales.

Éste es el principio activo que anima a las Gárgolas, ya explicado en este blog (Artículo “¿Las Gárgolas son demonios?” en la categoría “Crecimiento espiritual”). También hago referencia a La Protección de las Gárgolas en el capítulo correspondiente de mi libro Tierra de Duendes, página 137.

Antiguamente, en Alemania existía la firme creencia de que un Duende (Kobold) era una clase de criatura de espiritualidad menor que habitaba en las cuevas y en ciertas casas. Mediante ciertos antiguos rituales se buscaba atraer al Duende hacia tener su habitación en la casa, de manera que cuando sus dueños no estaban, éste realizara tareas domésticas de servicio.

Estas tareas consistían en darle de comer al ganado, conseguir agua, partir la leña y otros menesteres menores, a cambio de una taza de leche y algo de comida. Claro que si al dueño se le olvidaba hacerlo, o dejaba de agradecer los servicios del Duende, éste, contrariado, podía convertirse en un furioso habitante de la casa capaz de hacer cualquier trapisonda.

Ellos suelen ser los responsables de “robar” ropa de los cordeles donde se pone a secar, y a veces lo hacen tan sólo por diversión, como cuando, por ejemplo, se llevan una sola de las medias dejándonos el par incompleto. ¿A quien no le ha pasado? Esto no es para hacer daño, sino para que comprendamos que pasaron por allí, es su tarjeta de visita, y además, una broma, pues a ellos les encanta hacer bromas.

En estos casos, lejos de enojarnos, deberíamos reírnos de la travesura, y con vos alta y firme, reclamar la prenda faltante, expresando claramente que es de nuestra propiedad y que la necesitamos. Muy probablemente, más tarde, encontremos la prenda abandonada en las cercanías.

Pero NUNCA debemos gritarles o insultarlos, porque las consecuencias pueden llegar a ser muy desagradables, y además, puede que el Duende tome como diversión volvernos la vida imposible; recordemos que un Duende puede llegar a un tiempo de vida de hasta 1.000 años, así que la esperanza que muera y deje de molestar es ínfima. Mejor, ofrecerles alguna golosina dulce.

Años más tarde, en la Edad Media, los mineros que buscaban plata, solían encontrar un mineral de cierto parecido que denominaron “Kobold” o “Kobolt” que luego derivó a “cobalt”, y que más tarde fue denominado Cobalto.

El nombre originalmente dado al mineral, se debía a que los mineros decían que un Duende (Kobolt) había robado la plata y dejado ese residuo, que ellos creían que contenía alguna clase de influencia maléfica.

No estaban muy lejos de la realidad; los Duendes suelen acumular riquezas como oro y plata en ciertos escondrijos, y algunas criaturas toman tanto cariño a sus joyas, que pueden llegar a matar a quien intente robarlas. Pero si alguien logra hacerlo, o algo así como descubrir su nombre secreto, entonces la criatura permanecerá a su servicio.

Regresando al “enano de jardín” (en este momento sonrío porque ése es el sobrenombre que le he puesto a un amigo mío de baja estatura, que a su vez me ha puesto otro sobrenombre a mí que no puede ser reproducido aquí), las personas colocan estas pequeñas estatuas en sus jardines en la esperanza que a algún duende le agrade y las habite.

De esa forma, el Duende se encargará de cuidar a las plantas, y hacer que crezcan mejor y den flores hermosas. Si bien, esto suele suceder, el requisito es que tanto los colores como la imagen sean tan bellos que enamore al Duende y éste decida hacer de la estatua, su habitáculo, o sea, koboldizarlo o koboltizarlo, donde se refugiará, o también podrá salir a voluntad.

Cabe aclarar que los Duendes no duermen ni descansan; para ellos el servicio permanente es su misión así aceptada cuando se pactó la introducción del Ser Humano sobre la faz de la Tierra. Suelen jugar con los gatos, pero odian a los perros que les ladran fuerte (el ruido les es sumamente molesto), y a veces, se entretienen molestando y asustando a los caballos jugando con su cola por pura diversión.

En cierta ocasión, en una chacra de una gente amiga, que tenía “duendes” en su jardín, uno de los nietos de la familia, al retroceder con el tractor, rompió uno de estos duendes sin darse cuenta. Inmediatamente sucedió un accidente con el tractor, y el muchacho afortunadamente pudo salvar su vida, pero podría haber muerto, porque la furia que se desata en el Duende cuando han dañado su kobold (kobolt) es sumamente explosiva.

Ahora, con estos antecedentes, me referiré a la pregunta inicial sobre porqué los duendes cuidan a las plantas. Los vegetales son seres vivos que tienen un grado de conciencia muy básico pero que les permite reconocer a amigos de enemigos, y a su vez, los duendes gustan de rodearse de jardines muy cuidados, que toman como de su propiedad.

Estos jardines se encuentran naturalmente en la cordillera argentina y recomiendo al curioso que los vea, evitarlos y mucho menos dañarlos o ensuciarlos, porque la furia de los duendes hará inmediatamente acudir a un enjambre de avispas o abejas del tipo “chaqueta amarilla” a atacar al intruso.

Estos “jardines” naturales se destacan por su pulcritud, suelen tener formas aproximadamente circulares, infunden un natural respeto y nunca se observan hojas sobre el pasto, muy fino (como cortado especialmente) y generalmente rodeado de otras plantas con flores o también hongos de color blanco. Los animales, ovejas, caballos y vacas, evitan su cercanía y nunca hacen sus deposiciones sobre ellos.

He tenido varios encuentros con estos “jardines ocultos” en la cordillera, lo que narro en el capítulo “El Bosque Encantado”, página 11 del tomo III de la serie Cuentos al Pie del Volcán, con sus correspondientes detalles sobre estos jardines y las advertencias debidas.

En general, los Duendes vinieron a América con los barcos de los inmigrantes, ya que son originarios del Norte y Este de Europa, pero debido al avance permanente de nuestra “civilización”, los mismos han debido ir retirándose, alejándose del ruido y la contaminación, que es lo que más detestan del ser humano.

Lo mismo ha sucedido con otras Criaturas Elementales que han huído a refugiarse hacia las zonas más agrestes de la cordillera, casi al límite con Chile. En otros casos, habitan provincias poco pobladas y de densos bosques muy cerrados como hay por ejemplo en la provincia de La Pampa, hogar de Duendes y Hadas Azules. (Libro Tierra de Duendes, Prof. Leo)

Las plantas y los duendes tienen entonces una gran afinidad. Ellos existen mucho antes de que el ser humano fuera “sembrado” genéticamente sobre la superficie de la Tierra, y si bien algunas tribus de Duendes simpatizan con el humano, otras se han dado cuenta de su perversidad y de sus hábitos voraces y destructivos, por lo que su rencor hacia el ser humano puede llegar a ser muy fácil de desatar cuando se hace algo indebido en sus dominios.

Los duendes, que en algunos casos, por la gran velocidad a la que se desplazan, resultan invisibles para el ojo humano cuando se mueven, en otras ocasiones posan junto a los niños cuando se les sacan fotos porque les agradan los pequeños, sobre todo hasta la edad de 4 o 5 años.

Hasta esa edad los niños mantienen algún contacto con la Cuarta Dimensión, por lo que los niños suelen reconocerlos y hasta dialogar con ellos, aunque no revelan esto a sus padres por consejo de los Duendes, que se consideran sus amigos.

A veces, cuando uno se encuentra relajado en el interior de un bosque, descansando, disfrutando de los sonidos de la Naturaleza, se alcanza a divisar por el rabillo del ojo ciertos movimientos que al intentar enfocar la vista, dejamos de percibir de dónde provienen.

Estos movimientos observados son producto de los desplazamientos de los Duendes, que son habitantes de la Tercera y la Cuarta Dimensión, pudiendo desplasmarse o materializarse a voluntad, simplemente alternando su vibración, aunque muchas veces pueden ser registrados por las cámaras fotográficas.

Pasa lo mismo con los OVNIs, que se perciben por el rabillo de ojo pero parecen evaporarse cuando intentamos enfocarlos; sin embargo, al tomar fotos (yo tengo varias tomadas por mí mismo) aparecen como manchas que se desplazan a gran velocidad.

Este movimiento incesante de altísima velocidad con que se desplazan los Duendes entre las plantas, produce una ionización constante del aire a su alrededor, y dicho campo de iones es altamente benéfico para la fotosíntesis de los vegetales, lo que los hace crecer fuertes y con hojas brillantes y lozanas.

A su vez, las hojas de las plantas protegen a los Duendes de la vista del ser humano común, por lo que estos Elementales gustan desplazarse libremente por esos lugares. Prestemos atención a cómo los gatos juegan en los jardines… ¿Con quién?

Los Duendes consideran a sus protegidos como de su propiedad y muy mala idea sería que intentáramos aplastar o arrancar dichas plantas; los Duendes suelen ser pacíficos mientras nadie se mete con ellos, pero son capaces de esfuerzos prodigiosos cuando están animados por la furia que les provoca las actitudes desprejuiciadas de los seres humanos.

Las Tribus más radicales y peligrosas, capaces de dar muerte a cualquier ser humano sin el menor remordimiento, se encuentran refugiadas en lugares inhóspitos y de difícil acceso, justamente porque no desean ser molestados y porque tampoco les agrada ser llevados a los extremos en que reaccionan tan peligrosamente, porque solamente quieren que se los deje en paz.

Es raro que habiten en las ciudades, pero pueden hacerlo en casas donde hay grandes jardines y crecen enredaderas; pareciera que las enredaderas fueran de su preferencia porque he tenido referencia de su presencia en distintos lugares de la ciudad de La Plata, (y de sus actividades de alerta furiosa) en lugares donde existían frondosas enredaderas.

También los he percibido en la costa atlántica, en los médanos solitarios por los que he estado recorriendo con el cuatriciclo, donde ciertas Entidades Elementales me han avisado inequívocamente que no debía acercarme.

La sensación es de sentir que uno es vigilado, se siente de pronto un temor inexplicable y unas irreprimibles ganas de huir del lugar, justamente donde crecen estas enredaderas rodeadas de un círculo casi perfecto, a veces cónico hacia abajo, en cuya superficie no crece ninguna planta.

No necesitan acercarse para hacer daño a la persona, simplemente, cuando su jardín es profanado, activan a sus tribus de soldados (insectos furiosos) o atacan mediante una descarga eléctrica que se desplaza por el aire hacia la persona invasora, capaz de paralizar su corazón.

Las abejas no son insectos, sino Elementales (Artículo “¿Sabías que la Abeja es una Entidad de Tierra?” en este mismo blog) y suelen ser sus soldados obedientes, por medio de las cuales asustan o a veces, atacan a los intrusos.

En resumen, entonces, estos Duendes amigos del Hombre, son también muy amigos de las plantas y no deben ser molestados bajo ningún concepto, a menos de que se quiera experimentar algunas de las situaciones que he mencionado o las que comento en los libros ya nombrados (de la zona Copahue-Caviahue, provincia del Neuquén, Argentina) pero que constituyen episodios no exentos de peligro imposible de evaluar.

El Sendero del Ser
. Bendiciones. Leo

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