¿SER EGOÍSTA O SER GENEROSO?
Es una disyuntiva que a primera instancia parece ser respondida muy fácilmente, pero los tiempos han cambiado y van a cambiar aún más, lo que hace que la situación deba ser analizada con mayor profundidad ya que se vuelve un tanto compleja y las condiciones actuales requieren cierta responsabilidad, con los demás y con uno mismo.
Según el diccionario, ser egoísta es alguien… “Que antepone el interés propio al ajeno, lo que suele acarrear un perjuicio a los demás”. En principio no estoy de acuerdo con la segunda parte de la oración. Anteponer el interés propio al ajeno no necesariamente acarrea un perjuicio a los demás, me da la sensación de que esta frase, como tanto de lo que se encuentra en Internet, está muy manipulada y con claros propósitos. Suena a “culpa, deuda, sometimiento”, conceptos que ya no tienen vigencia.
Analicemos ahora la segunda parte de la pregunta del título y luego comparemos: dice que ser generoso se refiere a… “Que gusta de dar de lo que tiene a los demás, o de compartirlo con ellos, sin esperar nada a cambio”.
Bien, puedo llegar a coincidir, pero hay algo oculto en esta definición que no está siendo considerado. Por lo general, aquel que es generoso tiene un motivo secreto: o bien, algo se trae tras esa generosidad o puede ser que tan sólo busque sentirse bien consigo mismo, y en paz debido al sentimiento de satisfacción que obtiene a partir de su generosidad.
La persona puede estar asimilándose al mito del héroe que quiere salvar al mundo, olvidándose de salvarse a sí mismo. Es como tirarse al río a salvar al que se ahoga sin preguntarse si uno sabe nadar.
Él puede que se diga: “Soy generoso, por lo tanto, soy una buena persona. Me gusta ser una buena persona y puede que los demás, de esta forma, lleguen a creer lo mismo y se me considere mejor”. O puede que piense: “Todo es una rueda, hoy me toca dar, pero mañana me tocará recibir”.
Pero también puede haber alguien que sienta la necesidad secreta de brindarse porque le produce alegría al ver que lo que hace les produce bienestar o alivio a los demás, pero psicológicamente, todos hacemos algo por obtener algo, aunque sea una satisfacción que nos permita sentirnos bien, ya que así hemos sido adoctrinados.
“Amarás a tu prójimo como a tí mismo” puede ayudar a resolver las dudas. ¿Te quieres poco y no te tratas con consideración? Entonces no creo que puedas amar realmente a los demás hasta que no aprendas a amarte y a darte tu lugar.
Aún un animal en ocasiones suele compartir su comida con otros animales, llevado por su instinto de supervivencia en grupo; hay muchos videos en Youtube que muestran este fenómeno. Bien, pero entonces, parece que hay varias preguntas que se presentan, como ser:
¿Estará bien ser egoísta en estos tiempos? Aquí cabe detenerse porque es muy importante que la respuesta nos quede clara, ya que estamos en épocas del examen final, y nuestra actitud será determinante para el futuro de nuestra vida. Anteponer el interés propio al ajeno sin hacer daño a los demás, no solamente es natural sino saludable, si nos remitimos a la definición mencionada.
Cuando el mar arroja al guardavidas contra el muelle, su entrenamiento dice que debe interponer el cuerpo del bañista entre él y el poste… ¿Eso es egoísmo? No, eso es inteligencia práctica. Si él se golpea, pueden morir los dos; si se golpea el bañista, el guardavidas puede llegar a salvarlo: no es egoísmo, es sentido común. ¿Y cuántas vidas más podrá salvar ese mismo guardavidas en el futuro si permanece vivo?
Pero tal como en muchas otras ocasiones, en que no puedo encontrar respuestas por estar todavía inmerso en la formación recibida y tratando de librarme del esquema mental en que nos han adoctrinado desde que hemos salido de la caverna, acudo a trasladar mi interrogante a mis Guías. Ellos, desde el otro Lado del Velo, siempre tienen una respuesta breve, concisa y muy cierta que siempre me sorprende hasta que luego de rumiarla, creo encontrarle el significado y valorar su sabiduría.
En este caso, por ejemplo, yo sentiré agrado siendo generoso al compartir con quienes se interesen y lean el artículo, lo que Ellos me aconsejan desde un punto de vista particular que para nosotros como humanos, es muy difícil de obtener. Salvo que aprendamos a pensar y a ver las cosas desde la distancia como lo hacen Ellos, para lo cual, deberemos erradicar viejas creencias y costumbres. En ocasiones en las que he interrogado sobre qué hacer en referencia a los demás en estos momentos en que las condiciones nos aprietan, me han respondido seriamente: “No les quites la oportunidad de manifestarse”.
En otras palabras, no dijeron “ayúdales” ni tampoco “déjalos que salgan solos”; Ellos respondieron porque yo pregunté, y sin embargo, no me dieron la receta, me asignaron la responsabilidad de discernir en cada caso pero remarcaron el no quitarle a otro la oportunidad de manifestarse.
Además, muy en el fondo he percibido algo así como que estamos en tiempos de evaluación y selección, y racionalmente coincide con todo lo que desde otras corrientes se comenta, es decir: cada quien deberá asumir su responsabilidad personal y agudizar su sentido de supervivencia ante el cambio y reinventarse, porque ya no se volverá a lo de antes. Es el momento del temido… “¡Saquen una hoja!” (el momento de la verdad).
Sin embargo, he visto con agrado que muchas personas que no necesariamente comparten mi inclinación a ciertos conocimientos, intuitivamente se han ido desarrollando durante estos últimos doce meses, y han logrado adaptarse y modificarse en sus formas y medios de vida, resultando este año catastrófico para el mundo, en un año de nuevas posibilidades para ellos, porque han logrado hacer el click necesario en el momento justo, y sorprendentemente, les va muy bien, igual o mejor que antes, lo que me hace sentir plenamente feliz por ellos y me llena de esperanzas.
Esas palabras de mis Guías también me indican que tenemos que comprender que “soplarles” las respuestas del examen a nuestros compañeros, como tal vez hayamos hecho hasta ahora, no les ayuda, sino que les perjudica. Puede que sea un momento en el que debemos independizarnos y dejar que los demás se independicen sin que esto nos haga sentir egoístas, dejándolos que busquen sus recursos dentro de sí mismos y de ese modo, se superen, y aprendan a aprovechar las oportunidades.
Dentro de tantos pronósticos sombríos para el futuro, no deberemos olvidar que hay una ecuación siempre ganadora, que ya he mencionado en otras ocasiones: PROBLEMA (Crisis) – OPORTUNIDAD – BENEFICIO. Si nos sentimos generosos ayudando a los demás a resolver sus problemas, puede que les estemos quitando la oportunidad de autodescubrirse y estemos en realidad interfiriendo y evitando que se hagan del beneficio.
Porque en lugar de permitir que la persona desarrolle sus valores internos, modificamos las condiciones en su Plan de Vida. Desde ese punto de vista, estaremos logrando justamente el efecto contrario al que buscáramos; les estamos cortando las alas e impidiéndoles conocer el placer y el sentimiento de seguridad que les traerá el volar independientes.
En tal caso, buscar ser generoso no resultará en una ayuda sino en un obstáculo, porque la generosidad siempre tiene un doble filo. Hay un viejo dicho que indica: “No les des pescado, enséñales a pescar”. Y allí podemos encontrar la respuesta, aunque parezca que no darles pescado se vea como egoísta, siendo que enseñarles a pescar encarnaría la generosidad bien entendida.
Otro viejo dicho popular señala: “La caridad bien entendida comienza por casa”, palabras que escuchaba desde niño, pero no lograba comprenderlas. Esto significa que no deberíamos ocuparnos de los problemas ajenos cuando tenemos nuestros propios problemas sin resolver, ya que, según la ecuación mencionada, problema (o crisis) significa “oportunidad”, y es por eso que mis Guías me decían: “No les quites la oportunidad de manifestarse”, porque además, tengo la firme convicción de que estamos siendo evaluados en nuestra respuesta a los vientos de cambio.
Las civilizaciones ET que hoy nos rodean tienen toda la tecnología para cedernos, pero saben que sería como darle un revólver cargado a un niño de seis años ¿Son egoístas acaso o son sensatos? Primero quieren ver que hemos desarrollado responsabilidad y amor por nuestros semejantes, que hemos crecido, que tenemos la madurez como para no emplearla en la guerra.
Por otro lado, siento que estamos transitando por el tan mentado, pero no reconocido “juicio final”. Y no sería justo que buscando ser generosos, invalidáramos la puntuación de otra persona a la que muchas veces, QUEREMOS AYUDAR, siendo que hasta puede que no nos lo ha pedido. En tal caso, no tenemos derecho a interferir en nombre de sentirnos generosos.
Muchas veces, ocurre que las personas a las que hemos ayudado nos han dado vuelta la espalda. Entonces es probable que consideremos justo el resentirnos con esta gente; muchas veces la madre le dice al hijo: “Tanto que he dado por vos… ¿Y así me pagas?”. Eso no sería correcto, eso no es generosidad, porque está manifestando que esperaba un pago, ya que cuando se da algo, debe ser de corazón, porque ese hecho es cuestión nuestra, pero cuando se recibe ese algo, ya es cuestión del otro, y allí tiene la oportunidad de mostrar su verdad.
En mi caso, he ayudado a muchas personas cercanas de ese momento, pero pocas han sido las que lo han reconocido y practicado su parte del mismo modo conmigo en situaciones inversas, lo que ha sido positivo porque me ha servido para identificarlos claramente. Pero debo respetar sus decisiones sin resentimientos; porque ellos están mostrándose, al mundo y a sí mismos.
Además, es importante hacerse estas preguntas: ¿Es necesario que le ayudemos? Muchas veces, en estos casos, dar una ayuda puede que le impida a la otra persona el aprender una valiosa lección, que la vida se encargará de repetirle, pero esta otra vez, con mayor dureza. ¿Quiénes somos nosotros para interferir en ese proceso de aprendizaje? ¿Lo salvaremos de que lo atropelle el auto sabiendo que lo estamos arrojando delante del tren en marcha? Es un asunto que deberemos reflexionar y decidir qué es lo correcto; no sería un acto de amor hacerle los deberes a nuestro hijo, por ejemplo. Sí sería correcto ayudarle cuando ha agotado sus recursos y explicarle cómo debe hacer, en lugar de hacer sus deberes por él.
Hay ciertas condiciones que no deberíamos pasar por alto: ¿Ha pedido ayuda o ha sido que nosotros quisimos ayudar? Mis Guías no están aconsejándome todo el tiempo; saben que no corresponde y también saben que yo en ese caso, haría oídos sordos. Sé que su Misión es ayudarme, pero intento salir por las mías y sólo los interrogo cuando necesito un nuevo aprendizaje. Eso es respeto, y eso es amor.
Por eso, brindarle ayuda a quien no la necesita realmente es quitarle su dignidad; eso sucede con parte del pueblo argentino: se les han cortado las alas y se les ha inculcado que quien trabaja duramente debe ser exprimido para ayudar perentoriamente a quien no ha querido estudiar, aprender a trabajar o preocuparse por su propio futuro. El viejo cuento de la hormiga y la cigarra, o el viejo recurso romano: pan y circo. Eso no es amor hacia el semejante; eso es volverlo débil y dependiente, es condenarlo a la esclavitud eterna.
También ¿No correspondería que preguntemos antes si en realidad esa persona necesita ayuda? Porque por ahí, estamos interfiriendo en su Plan de Aprendizaje mediante nuestra pretendida generosidad. Le hemos quitado la oportunidad de aprender a salir solo del aprieto y de esa forma, en lugar de ayudar, lo hemos perjudicado volviéndolo indefenso.
Yo recuerdo que muchas cosas que me pertenecían en pleno derecho, me fueron negadas por mi propia familia, por ejemplo, la justa herencia del fallecimiento de mis padres. A través de maniobras poco claras, recibí sin solicitarlo un textual “a vos no te toca nada”. Sin embargo, hoy estoy muy satisfecho de haber salido adelante por mis propios medios, y ni siquiera haber reclamado judicialmente porque eso me ha permitido aprender muchas lecciones, más el tener hoy la enorme satisfacción de haber dado más que lo que he recibido y además, no deber un solo favor a estas personas.
Nadie puede venir a reclamarme o a disminuirme porque tengo esto o aquello gracias a él (o a ella), lo que me permite la libertad de no deber pleitesías ni reverencias a nadie. Y poder mandar al demonio a quien se lo haya ganado, entre paréntesis. En tales casos, bienvenido el egoísmo de estas personas, porque me hicieron más fuerte; en realidad, estoy seguro que mis Guías me dirían que ha sido mejor así y que, además, debo estarles agradecido. Al menos, el Ser Superior de una de estas personas que me arrebataron mis derechos, logró comunicarse manifestando que “se había equivocado” conmigo. A lo que respondí: “Quédate en paz, porque yo estoy en paz”.
Todo esto hace que nos replanteemos los conceptos de “egoísmo” y “generosidad” y nos llama a que deberemos ser muy prudentes a la hora de elegir, siempre preguntándonos: “¿Quién se beneficia realmente? ¿Es estrictamente necesaria mi ayuda? ¿Servirá o perjudicará? ¿Ha pedido ayuda o es sólo que me complace ayudar?”.
Posiblemente cuando nosotros necesitemos ayuda, no estarán a nuestro alrededor aquellos a los que hemos ayudado; pero siempre encontraremos ayuda, tal vez de otras personas, pero la más importante, la intervención de nuestra propia inspiración, de nuestras fuerzas interiores que no sabíamos que las teníamos. Lo valioso es el rédito que nos puede brindar la situación: Problema – Oportunidad – Beneficio. Cuando aprendemos a emplear esta ecuación, desaparecerá el miedo, al grado que cuando surja un problema sentiremos curiosidad para intentar descubrir qué beneficio hay detrás y decidirnos a hacernos de esa oportunidad.
La clave en uso hoy es “Renovarse, reinventarse, aprender a fluir”, hoy más que nunca, porque el mundo ya no volverá a ser igual. Lo lamento por los conservadores, pero estamos entrando en la Era de Acuario y Acuario no muestra interés por los apegos, ni tampoco es afecto a la zona de confort; deberemos aprender a fluir con la nueva corriente. Mantener actitudes conservadoras sólo nos llevará al fracaso; ¿En tal caso, estamos siendo egoístas o generosos con nosotros mismos?
Contra todo lo que se nos ha programado, no siempre es correcto ser generoso, ni tampoco deberíamos sentirnos egoístas cuando es necesario y certero decir que no; poner los límites correctos forma parte del amor.
Reitero que tengo la sensación de que estamos siendo observados, evaluados, calificados, lo siento muy sutilmente, pero no tengo dudas. Parece que llegó el tiempo de separar el trigo de la paja y deberemos ser muy responsables en nuestro accionar, con los demás y con nosotros mismos, aunque a veces creamos a primera vista que estamos siendo egoístas, o por el contrario, generosos.
¿Eres generoso con los demás y egoísta contigo mismo? ¿O eres egoísta con los demás y generoso contigo mismo? ¿Puedes encontrar el equilibrio entre ambos extremos? ¿No te lo has preguntado?
Ha llegado el momento de hacerlo, tenemos que mostrar que somos algo más que un rebaño, que somos capaces de distinguir, que merecemos tener otra clase de vida. Parece obvio que los demás habitantes del Universo, dado que nos llevan millones de años de evolución, consideren que para recibir nuestra herencia de Luz es muy importante que les demostremos que no estamos mezclando conceptos confundidos y que hemos aprendido la diferencia exacta entre ser egoísta y ser generoso.