PONGA LA MILANESA EN EL OJO Y APUNTE EL LIMÓN AL PLATO

¿Ha comprobado ya cómo la vida siempre intenta complicarle la vida? Eso tiene una razón y además, está descubierto y “legislado”, o al menos existen leyes empíricas enunciadas como por ejemplo, la Ley de Murphy. Que en realidad no es UNA ley sino un conjunto de leyes que sostienen un principio común. Mucha gente que conozco, cuando les pasan cosas que no pueden pasar pero que pasan y les complican la vida, hablan de Murphy y se acuerdan de la madre de Murphy, de su abuela y de sus generaciones ancestrales siendo que el pobre Murphy solamente enunció algo que él comprobó hasta matemáticamente.

A todo esto… ¿Quién era Murphy? Edward Aloysius Murphy era un ingeniero de investigación espacial, ahora la NASA, cuyo Signo zodiacal era Capricornio, y ya se sabe que Capricornio es estricto y celoso con sus responsabilidades, siendo que las cosas no le suelen resultar sencillas sino que tiene que poner todo su esfuerzo para conseguir sus logros y aún así, éstos muchas veces se postergan.

La esencia de la Ley principal que enunciara Murphy, puesto que existen varias con sus debidos corolarios y otras leyes colaterales, decía en pocas palabras, lo siguiente:

“Si algo puede salir mal, muy probablemente, saldrá mal”. Y además, lógicamente, se infiere que de salir mal lo hará de la peor manera posible.

Esto se derivó a partir de que Ed Murphy observando la forma de trabajar de un técnico bajo su mando, expresó: “Si hay alguna manera de hacer las cosas mal, él la hará”. Esa frase fue el principio de una observación algo jocosa que dio lugar a que sus compañeros también pusieran atención por su parte en “esa intervención extraña”, irónica y hasta cierto grado fastidiosa que siempre se encontraba como componente de sus acciones y experimentos.

Más tarde, el coronel encargado de supervisar los aterrizajes de emergencia se apoyó en este concepto de Murphy al darse cuenta que cuanto más se esforzaban los pilotos en el simulador de vuelo para aterrizar bien, peor lo hacían. Y de allí en adelante, se tomó como principio válido lo enunciado sabiamente por Murphy, con sus innumerables variantes derivadas de dicho concepto.

Como ejemplos ciertamente cómicos de ello, podríamos mencionar:

– Te van a llamar por teléfono justamente cuando estés sentado en el inodoro. Eso es lo que motiva que a mucha gente se le termine cayendo el celular en el agua, porque lo lleva al baño puesto que ya sabe que lo van a llamar justo cuando esté ocupado en otra cosa.

– Nada es tan fácil como a usted le pareció antes de hacerlo.

– Todo llevará más tiempo del calculado.

– Si hay varias cosas que pueden salir mal, va a fallar aquella que haga más daño.

– Cuando usted se decida a hacer algo importante, siempre va a haber algo que deba hacer primero antes de poder ponerse a hacer lo importante.

– Cuando uno encuentra la solución para algo, se originarán nuevos problemas derivados de dicha solución.

– Es realmente imposible hacer algo a prueba de tontos, porque éstos son muy ingeniosos.

– La Madre Naturaleza es malvada.

– Sonría hoy… que con seguridad mañana las cosas van a estar peor.

– Cuanto más valiosa sea una cosa, mayor es la probabilidad de que se dañe.

– Cuando varias cosas salen mal, todas van a salir mal al mismo tiempo.

– Cuanto más dinero usted gane, más rápido se le irá de las manos.

A partir de estas irónicas pero veraces afirmaciones, la lista podría llegar a ser infinita. Pero lo importante surge a raíz de su consideración, como consecuencia positiva; por ejemplo, los axiomas de Hill que indican que “si no tenemos nada que perder con el cambio, entonces hay que relajarse para que el cambio no nos perjudique”. Sabia reflexión.

En otros casos, como por ejemplo el Postulado de Boling: “Si usted ahora se siente bien, no se preocupe, ya se le pasará”; además de resultar ciertas, las afirmaciones son irónicas, como la Ley de Iles: “Recién cuando usted encuentre la forma más fácil de hacer una cosa y la haga, entonces comprenderá que había otra forma aún más sencilla de hacerla”.

Otros Corolarios son realmente cómicos: “Cuando usted se dé cuenta que las cosas no pueden ser peores, allí empeorarán”. Otro: “Cuando usted ve que las cosas están mejorando, es porque se está olvidando de algo”. O también (me suele suceder en mis cursos): “Cuando usted haya encontrado la manera más sencilla de explicar algo, siempre habrá alguien que no lo entenderá” y eso puede deberse a que el otro individuo está pensando que no puede ser que eso sea tan fácil, TIENE QUE SER DIFÍCIL, porque ya está acostumbrado a que normalmente las cosas no salen así tan limpiamente.

– “Cuando un nuevo experimento funciona de entrada, es que usted ha hecho algo mal”. Luego, cuando lo repita a conciencia y con todo cuidado, observando el paso por paso, el experimento fallará…

– “Cuando usted haya revisado su tarea varias veces hasta obtener la excelencia y haya finalizado de hacerla, va a llegar alguien que de entrada le encontrará el defecto”.

– “Cuando se haya hecho mal un trabajo desde el vamos, todo lo que se haga para corregirlo, lo empeorará”.

La Ley de Gumperson es desgraciadamente tan cierta… “La probabilidad de que algo salga mal será mayor cuanto menos usted desee que ocurra”. Esto se comprueba cuando uno ansía desesperadamente pasar el semáforo en rojo porque está cansado de esperar o bien, está apurado; casi seguramente los agentes de Tránsito lo estarán esperando a la vuelta de la esquina.

Todo esto (hay cientos de expresiones similares aunque el concepto es el mismo) nos está indicando que siempre debemos pensar en hacer algo teniendo en cuenta que pueden ocurrir las peores posibilidades, las malditas y odiosas peores posibilidades que increíblemente puedan suceder. Los que construyeron las Torres Gemelas jamás pensaron que las iba a golpear el choque de un avión, por ejemplo.

Para el caso, hay un viejo cuento español que dice: “Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió un caballero y por un caballero se perdió un reino”, es decir resumiendo, que POR UN CLAVO SE PERDIÓ UN REINO. ¿Y cómo fue que resultó semejante desgracia?

Un rey cuyo castillo iba a ser atacado por sus enemigos, mandó mediante uno de sus mejores caballeros un mensaje de ayuda a sus vecinos. El caballero llegó apurado al establo a buscar el mejor caballo y justamente el herrero le estaba colocando una herradura; dado que sólo le faltaba poner el último clavo, el caballero sin importarle esta nimiedad se montó al caballo y partió raudamente a llevar el pedido de auxilio.

Pero en el camino pedregoso, la herradura nueva se aflojó y se soltó, con lo que el caballo al poco tiempo rodó junto con el caballero que al golpearse entre las rocas, resultó gravemente accidentado y entonces no pudo entregar el mensaje, por lo que los enemigos del rey tomaron su castillo y lo apresaron. Por un clavo… se perdió un reino.

Las personas hoy expresan: “No aclares, que oscurece”. El pesimismo parece mayor cuando uno escucha: “Calla, calla, tan pronto nombres algo, si es bueno se desvanece, si es malo… ocurre”.

Pero por ejemplo, como mecánico fácilmente se comprobará que:

– Un objeto caerá donde haga el mayor daño, y si es pesado, primero golpeará en su dedo pequeño del pie.

– El componente más frágil será el que caerá primero al suelo.

– La tuerca más pequeña es la que caerá debajo del auto, para que no podamos encontrarla.

Pero hay algunas leyes que son verdaderamente esperanzadoras, como la de Paul:

– No puedes caerte del suelo. Bueno, al menos, algo a favor de quien se caiga. Muchas veces yo me resigno y me conformo diciéndome que menos mal que la gravedad actúa hacia abajo… qué problema sería si las cosas cayeran hacia el techo o hacia el cielo; necesitaría un veloz helicóptero para recuperarlas. Y ni hablar si yo cayera para arriba… ¿Cómo hago para regresar? Por eso, bendito seas, suelo.

Otras son realmente cómicas, por la frecuencia con la que se producen:

– Cuando guardas muy bien algo importante para no perderlo, luego no podrás encontrarlo cuando lo necesites (lo que más me suele suceder…).

– Cuando el auto se rompa será en el peor momento, en el lugar más alejado, de noche y seguramente estará lloviendo. Sin mencionar que en ese momento andes de trampa. Y además no tendrás el número de teléfono del mecánico encima o puede que si, pero entonces en la zona probablemente no haya señal de celular. O bien, se haya acabado la batería del mismo.

– Cuanto más te preocupes por tu auto, más frecuentemente fallará.

En Electricidad, siempre compruebo lo siguiente:

– Las cosas funcionan mejor cuando se enchufan. Mis alumnos son testigos de ello y suelen sonreir cuando se dan cuenta que no he enchufado lo que quiero que funcione.

– Cuando no logres echar a andar un electrodoméstico que acabas de comprar, entonces procede a leer el manual de instrucciones.

La Ley de Jenkinson es realmente aterradora:

– No funcionará, salvo de milagro. (En Argentina decimos “no va a andar”)

De este modo, parece que hubiera un “algo” o un “alguien” que siempre conspirará contra nuestros proyectos. Tal vez ese algo o ese alguien nos quiere enseñar algo. Y ese algo puede que quiera mostrarnos que mejor deberíamos fluir en lugar de hacernos mala sangre y preocuparnos antes de que algo suceda, porque así lo estaríamos atrayendo.

Y además ir tomando una filosofía positiva que no nos enoje, ni nos frustre, ni nos deprima sino que nos eduque la paciencia porque sin duda estamos en un proceso de aprendizaje y como seres humanos es normal que fallemos, teniendo en cuenta que las máquinas también fallan, por lo que fallar en ocasiones es completamente normal. Debes preocuparte si no fallas porque algo anda mal en tí. Y en otras veces, un fallo nos pone a cubierto de otro mal mayor que descubriremos más tarde.

También, ese algo o alguien, nos va enseñando que debemos estar concentrados en confianza en la tarea en lugar de mantenernos con miedo de que no funcione, pues entonces, casi seguro que no funcionará. Los científicos ya se han dado cuenta que cuando observan cuidadosamente un experimento, eso influye en el resultado obtenido, más influye cuanto más observado está; el algo o alguien parece haber sido llamado a participar y utilizar nuestra energía justamente en contra de nuestros deseos.

Esto nos dice que cuando dejamos que las cosas marchen “a la buena de Dios”, con seguridad terminarán de la peor manera posible.

“Ponga la milanesa en el ojo y apunte el limón al plato” nos indica que cuando estamos presionando el limón sobre la milanesa con temor de que nos salpique un ojo, casi con seguridad saltará un chorrito directamente a nuestro ojo. Pero puede ser peor aún, porque si estamos almorzando en casa de nuestros nuevos suegros con nuestra flamante novia, el chorrito saltará directamente al ojo de nuestra nueva “suegra”. Y de ese modo, nos ganaremos de entrada el odio eterno.

En fin, todo esto parece traernos a la reflexión de cierto mensaje: cuanto más preocupada y ansiosamente intentemos hacer algo, peor resultado va a tener. Pero también nos sugiere lo que ya en otros artículos he planteado: la necesidad de tener un plan de alternativa, el famoso Plan B, y si es posible, el Plan C, cuanto mejor si somos capaces de elaborar el D y el E. Esto no implica ser pesimistas, sino ser realistas y estar preparados para asimilar la derrota aunque estemos luchando a brazo partido por la victoria.

La posible derrota según el Plan A puede ser evadida mediante el inmediato reemplazo por el Plan B, que suele ser una ruta alternativa como ramificación que parte desde el inicio del Plan A.

Siempre que afrontamos una circunstancia importante deberíamos analizar las posibles contingencias y estar prevenidos ante cualquier eventualidad que intente arruinarlas. Esto con la práctica se convierte en un ejercicio divertido y desafiante. Eso muchas veces nos permite salir airosos y hasta he comprobado muchas veces que los “Planes B” hasta suelen resultar mejores que los “Planes A”; es decir, que en mi caso por ejemplo, muy raramente encontrarás que me embarque en alguna acción que no haya contemplado antes considerando que puede ser arruinada por la Ley de Murphy y sin haber antes contemplado una variante o derivación que me permita salir airoso de la encrucijada.

Si lo miramos desde el punto de vista esotérico o espiritual, todo está dispuesto a que si no estamos realmente atentos y prevenidos, viviendo “a la buena de Dios”, podemos ser pasto fácil de las circunstancias que lógicamente van a obedecer a la Ley de Murphy. Esto, el prestar atención, si es apropiadamente sostenido en el tiempo se convierte en una disciplina que nos irá convirtiendo en Maestros en el tema, enriqueciéndonos y haciéndonos más fuertes y equilibrados.

Es decir que “las Leyes de Murphy” pueden haber estado diseñadas a fin de que el ser humano evolucione y encuentre el camino a su superación personal, a que logre comprenderse y vencerse a sí mismo, creciendo en consecuencia a medida que logra el control equilibrado sobre sus pensamientos, emociones y acciones.

Algo que nunca deberíamos olvidar es una expresión que tiene su origen en el estudio y la práctica de la Astrología, y que asevera lo siguiente: EL PEOR ENEMIGO DE UNO, ES UNO MISMO. Y tiene sentido porque uno es alguien de quien uno no sospecha que puede traicionarnos.

Por lo tanto, se vuelve imperioso conocerse bien a sí mismo y poner nuestra voluntad en vigilarnos y corregirnos cuando notamos que estamos desviados o que las cosas no suelen salir de acuerdo a lo esperado porque ese “algo” o “alguien” nos está señalando el cambio necesario en la actitud.

Si esa disciplina lograra continuarse ininterrumpidamente más allá de los 21 días, se anclará en nuestra conducta y cambiará nuestra actitud en forma definitiva. Más tarde comprobaremos que ya no nos resulta dificultoso y hasta es posible que la nueva actitud termine asimilada como normal llegando a ser hasta placentera.

Me ocurrió algo así, para dar un ejemplo, cuando decidí dejar de tomar gaseosas que antes consideraba imprescindibles para calmar mi sed y elegí beber solamente agua; hoy no encuentro otra bebida más agradable que el agua pura y fresca, siendo que todos los médicos nos lo indican pero no les prestamos atención porque no lo consideramos importante. Influye además la perversa repetición de que “seremos más felices si tomamos tal gaseosa”.

Ahora parece tener sentido que exista un algo o un alguien que nos llame la atención por medio de nuestros fracasos, y que lo haga a fin de que podamos superarnos, concentrarnos y volvernos cada día más hábiles y confiados, mejorando nuestra autoestima.

Y que consecuentemente, las cosas nos salgan mejor y al primer intento, gracias a que alguien se dedicó a observar que no existe “la buena de Dios” sino que todo resultará como merecimiento de nuestra actitud hacia la vida, para que la vida deje de complicarnos la vida.

Y todo ello, luego de bucear en la interpretación subyacente en las Leyes de Murphy, que en paz descanse, y a quien deberíamos estar muy agradecidos.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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