¿POR QUÉ ESTAMOS VIVIENDO ESTA VIOLENCIA EN EL MUNDO?

La violencia no es otra cosa que energía. Convengamos en que la energía no tiene signo, no es ni buena ni mala; sólo depende de las intenciones y del sentido en que se la dirija. La energía da poder a quien la sabe emplear, ya que técnicamente la energía se define como la capacidad de realizar un trabajo, es decir, puede producir un hecho materializado y concreto.

Todos observamos cada vez más, todos los días, una escalada de violencia a nuestro alrededor que va creciendo de forma tan exponencial que nos preguntamos desconcertados: ¿Dónde va a llevarnos esto? ¿Va a terminar con la Humanidad?

Hoy sábado a la mañana, dado que no tenía ninguna prisa en levantarme, a pesar de haberme despertado al concluir mi ciclo normal de sueño, decidí remolonear unos minutos más en la cama. Suelo aprovechar esos instantes ALPHA para hacerme permeable a respuestas que son inducidas a mi mente conciente, y en esos instantes entre sueños y realidades tuve la imagen vívida de una señora que venía a mi consultorio a preguntarme muy preocupada: ¿Por qué estamos viviendo esta violencia de este modo creciente?

Trataré de recordar la respuesta que en el entresueño le daba yo a esta mujer, porque resulta ser la clave de esta cuestión. Le explicaba que estamos como humanos siendo objeto de dos tipos de influencias; una, la astral, aquella que proviene naturalmente de la inducción del campo electromagnético de todos los cuerpos celestes del universo sobre nosotros.

Es natural que sintamos esa energía por estar incluídos en dicho campo, ya que por ejemplo cualquiera de nuestros órganos internos se beneficiará cuando el resto de nuestro cuerpo está sano, así como se enfermará si nuestra sangre está enferma, porque todo forma parte de una unidad. Este ejemplo pretende explicar que no podemos permanecer indiferentes a las variaciones de nuestro entorno porque toda la vida está conectada en todos sus elementos.

La otra inducción no es natural, sino artificial e intencionadamente provocada, y se trata de una interferencia vibracional, de una potente distorsión mundial que busca que no podamos sintonizarnos con la primera, o bien, que por reacción decidamos hacer justamente lo contrario a lo que deberíamos para nuestra propia conveniencia. Lo podríamos asimilar a la lucha entre el Bien y el Mal, o si queremos, entre la Luz y la Oscuridad, si es que esta diferenciación nos puede servir para comprender mejor.

A fin de distinguir claramente, consideremos a la energía natural como “buena” y a la artificial como “mala”, siendo que en realidad cada uno de nosotros es como un receptor y la clase de música que propague será la que elija su sintonía, y eso dependerá de nuestra voluntad en resonar.

Dicha radio entonces, no es ni buena ni mala, sino que su expresión o su sonido va a depender de cual emisora hayamos preferido escuchar. En otras palabras, aquí nos encontramos con un concepto muy importante: los resultados DEPENDEN DE NOSOTROS, de  nuestras preferencias, de nuestras elecciones, de decidir cada uno qué ritmo va a preferir para bailar.

Bien, entonces, resumiendo la idea: recibimos una energía “buena” que nos induce a crecer y evolucionar porque la evolución es vida, pero también hay cierta interferencia provocada artificialmente que produce distorsión en las mentes no alertadas, y que puede hacer que dirijamos esa energía sana hacia propósitos enfermos, negativos, o perjudiciales, como sea de nuestra preferencia llamarlos.

Entonces, esa energía sana inducida que nos predispone al cambio benéfico, puede ser encaminada a producir caos en el entendimiento distorsionado de que cambiar significa destruir, tirar abajo.

Esto no es así puesto que cambiar implica transmutar o sea, tomar una clase de energía y transformarla en otra, pues es la única manera en que la energía resulta útil. Cambiar, claramente se define como desprenderse de una cosa y recibir o tomar otra en su lugar, no en simplemente eliminar o destruir.

Como ejemplo de las consecuencias de no cambiar, sabemos que el agua debe fluir, porque de lo contrario, se estanca y se pudre. O bien, el conocido hecho de que la vida es movimiento, lo que implica que estancarse es morir.

Entonces ya se puede ir comprendiendo que la violencia es sólo energía “buena” pero lamentablemente está siendo mal empleada, por lo que es evidente entonces que lo dañoso de la cuestión no está en la energía sino en cómo es dirigida.

Si es dirigida hacia la violencia, entonces las personas se matarán entre sí sin razón aparente, surgirán conflictos armados, enfrentamientos políticos, revueltas sociales, disconformidad general que será resuelta mediante hechos cruentos.

Gran parte de la Humanidad, diríamos casi toda, interpreta estas pulsiones energéticas como cierta incomodidad, ansiedad o inquietud y en el sentido de ponerse en movimiento reaccionando “hacia o contra” algo, aquel algo que lo motiva a levantarse y salir de su zona de confort.

Entonces, en lugar de fluir con esa energía que debería ser dirigida hacia des-construir, o sea, transmutar nuestros valores, perfeccionar nuestra forma de vida, nuestra conducta, nuestra manera de pensar hacia un propósito mejor, la persona decide elegir el camino más fácil liberando la presión de sus conflictos no resueltos hacia la expresión de violencia.

Algo así como utilizar por ejemplo la energía nuclear en explotar una bomba en lugar de convertirla en una central eléctrica nuclear, siendo que la energía es la misma.

La mujer, por ejemplo, debido a ser más sensible y tener una respuesta más rápida a estas inducciones suele reaccionar primero y buscar un objetivo sobre el cual actuar. El hombre, que no comprende lo que pasa porque no lo percibe de inmediato, simplemente se encoje de hombros y piensa “ella está nerviosa, hay que esperar a que se le pase”.

Hoy en día muchas mujeres jóvenes reclaman contra la violencia y sin embargo no reparan en hacerlo mediante violencia, lo que sería como castigar mediante golpes a un niño para enseñarle que no se debe golpear a otro. Elemental, pero aún así, no lo tienen en cuenta.

En estos días enarbolan banderas “contra el macho” y sin embargo toman del “macho” sus peores características en evidente contradicción, sin razonar que quien entra en contradicción es porque está desorientado y obviamente, mal encaminado, y por lo tanto, muy lejos de alcanzar su meta. Irónicamente terminan pareciéndose cada vez más a aquello que dicen repudiar.

La mujer buscada por cualquier hombre sensato sería alguien que le ofrezca una condición que él no posea, una cualidad femenina que él no tiene, una maternidad que él nunca podría tener, un complemento y una contención (para ello debe ser distinta y no similar) que su cualidad masculina no tiene condiciones de alcanzar, es decir todo aquello de orden familiar que solamente una mujer completa sabe proveer mientras que el hombre tradicionalmente ha sido considerado como el proveedor material para la familia.

Pues bien, muchas mujeres, por ejemplo, han decidido repudiar su divina cualidad de concebir expresándose violentamente a favor del aborto incondicional, haciendo de este crimen motivo de festejo y exhibición de mal gusto, así como deciden tatuarse, mostrarse liberadas y vestirse como un hombre, dejarse crecer los vellos del cuerpo sin depilarse, ejercer violencia destructiva en sus reclamos de ser reconocidas como mujeres, pero empleando las herramientas masculinas que siempre han repudiado mostrándose hoy como “más machas que el macho”.

En alarmante proporción, la joven mujer de hoy busca sobreponerse al hombre luchando en el terreno masculino empleando tácticas masculinas; golpea, insulta y maltrata sin mayores compromisos. Pareciera que algunas quieren pasarle por encima al hombre demostrando que pueden tener más poder que él, en lugar de emplear esa energía en sublimar sus condiciones femeninas naturales.

En vez de elevarse y diferenciarse más de él y demostrarle que pueden ser superiores si es que lo desean, cuando pueden conquistar terrenos que el hombre común difícilmente logre siquiera comprender, se ubican con violencia en un “machismo con signo inverso” que irrita y sorprende no sólo al hombre sino que aparta el apoyo de otras mujeres normales que no se identifican con ellas.

Esta clase de mujeres dicen odiar al “macho” mientras que cada vez se parecen más al “macho cavernícola” que todo lo conquistaba mediante la violencia, porque era la única herramienta que conocía.

Se trata de mujeres que cualquier hombre sensato rechazará de plano porque las percibirá como antinaturales, y todo lo que es antinatural trae conflicto, enfermedad y muerte.

Entonces pareciera que muchos hombres al fin deciden compartir su vida con otros hombres al no sentir que su complemento sea la mujer y buscando una comprensión en alguien similar, mientras que otras mujeres deciden formar pareja con mujeres repudiando al hombre, pero la muestra más evidente del desconcierto de estas personas, es que luego buscarán tener derecho a casarse y a ADOPTAR a un niño dado que una pareja homosexual no lo puede concebir, transfiriendo su antinaturalidad a una criatura que luego no podrá discernir cual de ambas mujeres es su papá o cual de los dos hombres es su mamá.

Esto trae consigo que el niño más tarde carecerá definitivamente de uno de sus potenciales naturales, o bien el masculino que le permitirá abrirse paso en la vida o tal vez el femenino que es el que le ayudará a enfrentar sus cuestiones emocionales y sentimentales.

Así se destruye alegremente (recordemos como coincidencia que “gay” en inglés significa “alegre”) la naturaleza de la pareja heterosexual creada justamente para reproducirse sanamente y poblar el planeta con seres íntegros mediante el apoyo de la familia con todos sus potenciales femeninos y masculinos.

Otra muestra de confusión es el lenguaje inclusivo aunque sin embargo “les alumnes” no tienen ningún problema de tener relaciones homosexuales o heterosexuales durante las tomas de los colegios, a veces a la vista de los demás “alumnes”.

¿Cuál es el trasfondo de todo esto? La movilización generada por la deformación intencional provista por la segunda radiación mencionada. Me refiero a la radiación artificial que distorsiona e interfiere a la primera que es la que resuena con los fines naturales del Universo.

Se trata de una nefasta intervención que tiene como fin la reducción de la población mundial por los distintos medios que sean posibles. Obsérvese que todo confluye hacia lo mismo, de una manera o de otra, incluyendo cualquier medio que tienda a reducir la población, mediante alguna forma de violencia disfrazada, ya que limitar el derecho a la vida es la peor clase de violencia.

Es la misma interferencia que provoca guerras interminables, muertes masivas, envenenamientos, sufrimientos horrorosos, enfermedades misteriosas e incurables que llevan a la muerte o a la incapacidad.

Es la misma que envenena nuestro aire, nuestros recursos de agua, nuestra comida, que nos enferma con sus medicamentos que predica que son para curarnos de esas enfermedades, cada día más extrañas que ellos mismos han dedicado años en crear y diseminar por el mundo.

Podría ser interesante que el lector buscara en Internet referencias sobre los “Chemtrails” (viajes químicos) financiados por las empresas farmacéuticas con el fin de sembrar los cielos y el aire que respiramos de bacterias y substancias tóxicas.

Esto lo realizan mediante aviones con tanques fumigadores cargados con contaminantes que esparcen en la atmósfera sobre áreas cuadriculadas para su posterior estudio del efecto de dichas sustancias sobre la salud de los pobladores del área, no con el propósito de descubrir cómo contrarestarlo sino cómo puede volverse más débil en defensas al ejemplar humano a fines de eliminarlo.

Así se genera y se esparce la violencia, haciendo que la energía sea equivocadamente utilizada, es decir, en el sentido inverso. Provocando injusticias, desigualdades, situaciones insostenibles, y manipulando mentalidades débiles para que todo confluya a un mismo fin: terminar con la vida y la reproducción de la especie humana que está creciendo fuera de control e invadiendo zonas “prohibidas”, y haciendo peligrar la predominancia y la seguridad de “nuestros padres genéticos” no humanos.

Los “niños” (la especie humana) están creciendo y tomándose atribuciones que se están escapando de los límites seguros para aquellos que deciden por sobre la humanidad. Algo similar a lo que sucedió a aquellas personas que introdujeron aves rapaces que se encargaran de reducir la población de conejos salvajes que destruían sus sembrados, pero que ahora que se terminaron los conejos, hacen destrozos en sus gallineros y diezman su producción avícola y atacan a los ejemplares recién nacidos de su ganado.

Estos “misteriosos Ellos” ya desde hace décadas han dejado en claro que buscan reducir a la población mundial a fin de que se vuelva más manejable; eliminar toda posibilidad de evolucionar más allá puesto que resulta peligroso para sus intereses manipuladores.

Intentan evitar por todos los medios que el ser humano se anime a pensar por sí mismo y que de pronto se pueda dar cuenta que es prisionero de las cadenas que él mismo se ha abrochado y que pueda encontrar las llaves del candado.

Ellos son los interferentes, que tienen nombre y domicilio en esta Tierra, que no pertenecen a la especie humana pero que tienen sirvientes humanos inescrupulosos que a cambio de poder y riqueza económica, sí buscan instigar a la violencia popular para impedir que dicha energía pueda ser encaminada hacia la superación, hacia el crecimiento científico y espiritual, hacia la libertad, hacia la vida.

Ellos, que se hallan a la par de los mismos demonios, como especie perversa que no conoce sentimientos ni emociones, buscan impedir que las personas interpreten ese sentir legítimo que les impulsa a superarse prostituyéndolo hacia convertirlo en accionar contra sus propios hermanos deformando la naturaleza, generando violencia y conspirando contra la continuidad de la especie humana. Sólo se trata del mismo viejo principio: “Divide y reinarás”.

La violencia no es una expresión natural porque contradice al amor; la violencia es provocada, instigada externamente pero asimilada por aquellos individuos débiles, incapaces de lograr sus fines de manera lícita, insensibles y limitados mentalmente a ser esclavos del principio caníbal de que el pez grande sobrevive gracias a comerse al pez más pequeño.

Eso mismo es lo que los excluye del concepto de “humanos” y a pesar de la evolución tecnológica de los Ellos, los convierte en seres desechables sin futuro alguno, y que al final, terminarán siendo víctimas de su propia violencia porque quien se separa del amor difícilmente pueda reconocerlo si es que llegara a encontrarse alguna vez frente a él.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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