CUANDO UN CONFLICTO TE DERROTA

En ocasiones debemos enfrentarnos a un conflicto que no tiene respuesta. Muchas veces ni siquiera sabemos qué es lo que pasó, qué es lo que nos ha golpeado, ni tampoco podemos vislumbrar el sentido que pueda tener lo ocurrido, de forma de al menos obtener un aprendizaje correspondiente al hecho. Ese estado se denomina “frustración” y es necesario abandonarlo no bien sea posible hacerlo.

En esas ocasiones poco afortunadas, acusamos consternados el golpe, y esto suele dejarnos en un estado en el que pareciera que el piso ha desaparecido y estamos flotando en una nube de confusión, sin saber qué hacer ni qué corresponde dar como respuesta al hecho mencionado, y lo peor, cómo y donde aterrizaremos luego del suceso.

Muchas veces, la sensación es de sentirnos derrotados en una guerra que ni siquiera sabíamos que estábamos manteniendo. En otras situaciones, tal vez percibíamos “el olor en el ambiente” temiendo que el conflicto podía terminar mal, pero no estábamos preparados para enfrentar la derrota, posiblemente porque manteníamos la esperanza de que el tiempo nos llevara a una solución, o bien, al menos, a atemperar la situación.

En estos casos tenemos la tendencia a preguntarnos “¿Por qué?” siendo que sería más útil para nosotros preguntarnos “¿Para qué?”. Ese “Por qué”, de ser respondido, traerá cierto grado de comprensión del tema, pero luego notaremos que hay un vacío posterior, y entonces posiblemente sentiremos que debemos preguntarnos “¿Para qué?”. ¿Para qué ha pasado lo que ha pasado, siendo que todo aquello podría haber seguido su cauce normal y las cosas estarían en orden sin que el mundo dejara de girar por ello?”.

Ese “¿Para qué?” siempre encierra una esperanza implícita, porque sugiere que hay “un después” que traerá su explicación y su justificación. Es como pensar “he pasado por esto para que más tarde…” Abre una ventana a alguna nueva oportunidad, es decir, que no termina allí la vida sino que hay algo que sigue a continuación, auspiciando una cierta expectativa sobre alguna clase de cambio o mejora.

El “para qué” nos hace cambiar el punto de vista, a diferencia del simple “¿Por qué?”, que nos deja un silencio mortal a continuación, aunque nos sea revelada la respuesta, porque tiene sabor a final, todo termina allí. Pasó esto por tal razón, punto. ¿Y ahora, qué?

Como sugerencia, si alguna vez un conflicto o una situación límite te derrota, acéptalo, lo antes que te sea posible sin que sientas vergüenza ni autocompasión. No puedes remediarlo, ya ha sucedido, entonces en lugar de mirar hacia atrás en forma reiterativa hasta que se convierta en una obsesión, ocupa lo que te queda de fuerzas en buscar la puerta de salida de esa situación. Intenta convertir el hecho, en lugar de un pozo donde has caído, en un escalón a partir del cual más tarde podrás continuar la marcha hacia la ascención.

El dicho “todo tiempo pasado fue mejor” encierra una trampa; cuando estamos en plena ascención hacia nuestra meta, jamás se nos ocurrirá pensar en esa frase nostálgica; es decir, sólo la recordaremos cuando nos sentimos en pérdida. Por otra parte, si la analizamos, la frase encierra una burla disfrazada sobre quienes no son capaces de seguir adelante, o sea, se reconocen fracasados.

Es simplemente una cuestión de perspectiva. Si se observa desde atrás, adelante veremos en el pozo en que nos encontremos, un escalón que nos hará descender; en cambio, tomando la debida conciencia de que estamos en el pozo, cualquier movimiento que hagamos significará la oportunidad de subir al siguiente escalón, más arriba de donde estamos ahora. En la filosofía china, “estar en ese pozo” significa que solamente podremos “subir” y esa expectativa es alentadora y confortante.

Cualquiera que haya disfrutado de hacer recorridos en la montaña o en el terreno agreste, sabe que a veces se hace necesario descender para luego poder acceder a subir a una posición más elevada, y nadie se deprime por ello, porque los ojos están puestos en la siguiente cumbre y no en el valle que hay que atravesar. Por eso insisto en que se trata solamente de mantener la perspectiva apropiada.

Entonces, cuando nos encontremos en el pozo, o en el valle, o en la aparente pérdida, es mejor desprenderse del hecho, y mirar hacia adelante porque entonces se sufre menos y el tiempo de recuperación y reencuentro con nuestra nueva normalidad es menor, y mucho antes se cosecharán los frutos del cambio obteniéndose alguna clase de rédito a partir de una pérdida.

Siempre, de alguna forma, debemos buscar el beneficio para nuestra vida. Hay que prestar atención a esto: el beneficio no es sinónimo de “ganar”, sino de “resultado positivo”; se pueden obtener beneficios en pleno proceso de pérdida.

“Ganar” implica que para que eso suceda, habremos obtenido alguna clase de nivel o distancia positiva respecto de una situación anterior, o bien, también puede ser que alguien haya debido “perder”; para que puedas salir primero en una carrera, alguien deberá ceder sus expectativas al primer lugar y resignarse a ser el segundo, o el perdedor.

A través de una mirada inteligente, no importa si has resultado ser el primero o el segundo, o el último; lo que importa es que hayas sido capaz de llevarte el “beneficio” a casa. Por ejemplo, podría ser que haber participado te haya permitido darte cuenta de los errores cometidos, o de la falta de preparación adecuada y eso te posicionará mejor para la siguiente prueba; tal vez te haya servido para descubrir el secreto del ganador y puedas emularlo para estar en mejores condiciones en la siguiente oportunidad.

De eso se trata el “beneficio”, de adquirir algo positivo que te capacite para ser mejor la próxima vez, que te convierta en alguien más competitivo, en mejor participante y de ser posible, en mejor persona, que será el mejor trofeo que un ser humano puede obtener.

En el sentido espiritual, por ejemplo, allí tienes una excelente oportunidad de encontrarte con tu Cristo interno. Y si lo logras, a partir de entonces, ya nunca volverás a experimentar el sabor de la derrota. Derrota que por otra parte siempre dependerá de tu manera de ver “el pozo”, volviendo atrás a evaluarlo desde el escalón anterior, o bien, asumirlo como otro escalón muy útil que te permitirá llegar al siguiente paso, o a la cima.

¿Dejan de participar en las carreras de F1 los teams que no han obtenido el primer lugar? ¿Sienten que han perdido? ¿Se reúnen a llorar abrazados o más bien a analizar las fallas y contemplar las posibles mejoras en el motor para la próxima vez obtener una mejor performance? ¿Se las ingenian para obtener beneficio de no haber ganado, qué crees?

Siempre recuerda que tu vivir es un permanente viaje hacia la cumbre, y que para llegar a ella deberás atravesar valles, ríos y montañas, y que probablemente en el proceso, más de una vez te sentirás empantanado.

No te exaltes demasiado cuando has alcanzado un terreno alto, ni te abandones cuando te encuentres encerrado en un cañadón.

Podrías haber alquilado un helicóptero que te llevara fácilmente a la cima, sí, quizás la primera vez sería una nueva experiencia emocionante; pero entonces, haber llegado allí… ¿Volvería a ser interesante repetir la misma experiencia el mes siguiente?

Y por otra parte ¿Tendría el mismo mérito que haberlo hecho por medio de tu esfuerzo? ¿Te daría la misma satisfacción que haberlo hecho por vos mismo? ¿Te habría capacitado de alguna manera para luego lograr escalar cuando lo desees? ¿Te sentirías seguro de poder hacerlo aunque no tuvieras los medios para alquilar el helicóptero?

Entonces, en resumen, cambiando la mirada, ningún conflicto te derrota; sólo es que te dejas derrotar por ese conflicto, lo que sólo dependerá de tu actitud y de tu punto de vista. ¿Miras hacia abajo y temes descender, o miras hacia la cima y pones todas tus energías para llegar allá? Es importante que tengas en cuenta esto cada vez que sientas que un conflicto te derrota.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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