COMO OBTENEMOS RESULTADOS POSITIVOS

Cierta vez, el Pesimismo tocó a la puerta de la casa de la Oportunidad; ésta le abrió, pero no lo hizo pasar porque mirándolo de arriba a abajo, le respondió: “No me interesa relacionarme contigo porque lo que tú ofreces ya me lo han ofrecido muchas veces, y nunca me ha dado buenos resultados”. Al día siguiente, el Optimismo pasó por allí y tocó a la puerta de la Oportunidad; ésta le abrió y al observarlo detenidamente, le dijo: “Pasa, estoy segura que hablando nos entenderemos y juntos haremos un buen negocio”.

Es frecuente escuchar las quejas de las personas que en general parecen más propensos a comunicarnos sus fracasos que sus éxitos, es decir aparecen cuando tienen un problema o les sucede algo que les da motivo para quejarse, en lugar de hacernos también partícipes de aquello que les significa un triunfo, una solución, o cualquier otro hecho afortunado.

Parece ser una forma de instalarse en el lugar de la víctima, en la esperanza de que aquel quien lo escuche, lo consuele, cuando en realidad se trata de una manipulación que solicita “Pon tu atención en mí, dame tu energía, que estoy en situación de pérdida y deberías ayudarme”.

En pocas palabras, las personas “quejosas” buscan apropiarse del tiempo y de la energía de aquellas otras personas compasivas que las contemplan, por lo que no son gente cuya proximidad sea positiva para cualquier otra persona normal.

Este tipo de personas nos inducen su negatividad y así, no nos permiten darnos cuenta que cuando no obtenemos los resultados esperados, no se trata necesariamente de una pérdida; todo depende exclusivamente de nuestra actitud con la que enfrentamos la situación.

Si nos referimos a esto en términos estrictamente matemáticos, estaremos de acuerdo en que todo resultado tiene tres posibilidades: positivo, negativo o cero. Si el resultado de nuestra gestión es positivo, entonces decimos que es un triunfo, mientras que si es negativo es común que lo interpretemos como un fracaso.

¿Qué sucede cuando el resultado es cero? Sin pensar demasiado lo consideramos como negativo porque la inversión de tiempo y energías involucradas no ha dado resultado alguno, y para nosotros, cuando lo miramos a la ligera, esto significa una pérdida, un punto en contra de nuestra autoestima, algo negativo no deseado o un fracaso que nos genera frustración y descontento.

Sin embargo, matemáticamente el cero no es un número negativo, por lo que podríamos considerarlo como neutro, y hasta positivo. El caso del cero sería, por ejemplo, cuando aparentemente no se ha obtenido ningún beneficio en absoluto. Pero si profundizamos en el asunto podríamos concluir que la apreciación de dicho resultado depende de la bienvenida que le brindemos a ese tema, y no de su valor aparente, positivo o negativo.

Hay una predisposición natural en cada uno de nosotros, que tiene que ver con la mirada que utilizamos para ver la vida y sus resultados. Es como si viéramos los hechos cotidianos a través de anteojos, cuyo color de lentes puede variar de persona a persona; obviamente, si utilizamos lentes oscuros veremos todo oscuro, pero si lo miramos a través de lentes rosados, la vida tendrá color de rosa. Como expresara genialmente el poeta Ramón de Campoamor:

“En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira… todo es según el color, del cristal con que se mira”.

Si nos imponemos la gimnasia de buscar el eventual rédito positivo que pueda encontrarse en cada pérdida, aunque esto parezca ser incongruente, llegaremos a la conclusión de que aún fracasando, obtenemos experiencia, la que nos servirá en una próxima situación de conflicto similar para apoyarnos en ella y entender claramente, al menos, lo que no deberíamos hacer.

Esto, saber lo que no hay que hacer, es tan o más importante que saber lo que hay que hacer. Lo que hoy resulta una solución efectiva (saber lo que hay que hacer) puede que mañana, o en otras condiciones, no nos sea útil, o tal vez aún peor, nos sea contraproducente, dado que hoy en día todo está cambiando rápidamente.

Cuando practicamos esta forma de ver las cosas, es decir, esta actitud funcional, con el tiempo la misma se vuelve una conducta inconsciente, se incorpora a nuestra forma de vivir y eso nos vuelve resilientes. Esto significa no sólo que lo negativo no nos aplasta y que aprendemos a recuperarnos y a vivir con ello, sino que además hemos obtenido una ganancia: el valor de la experiencia vivida, que resulta ser independiente del carácter del resultado obtenido.

A mis alumnos de los Cursos Técnicos les remarco siempre que además de aprender lo que se debe hacer para resolver un problema mecánico o eléctrico, deben saber MUY BIEN lo que no hay que hacer, para no ponerse en riesgo o causar mayor daño que lo que buscan reparar.

Por lo tanto, un fracaso puede no estar dándonos el resultado deseado, pero en lugar de sentirnos frustrados deberíamos estar satisfechos porque hemos avanzado al aprender que de esa manera no conseguiremos los resultados ideales, y como decía Einstein: “No busques obtener resultados distintos si sigues haciendo lo mismo de la misma manera”.

Esto nos sugiere que el resultado que obtengamos, siendo una ganancia, una pérdida o una respuesta inocua, o sea, no obteniendo resultados, pasa de esta forma a ser un buen rédito, de cualquier modo. Mirándolo de esta forma, con estos lentes de color optimista, llegaremos a la conclusión de que nunca podemos dejar de obtener resultados funcionales mientras que hagamos algo con tal de que no nos quedemos paralizados.

Esta convicción que de cualquier manera vamos a obtener rédito, nos lleva a la lógica conclusión que nos indicaría que de ningún modo podemos perder. Y teniendo la certeza de que no podemos perder, ya no hay razón alguna para tener miedo. Y cuando el miedo ya no resulta un obstáculo, todo será posible de obtener, porque en principio ya hemos eliminado a los principales enemigos: nuestra propia actitud negativa y la creencia de que no podemos.

Cuando el Miedo tocó a la puerta de la Abundancia, ésta le abrió y lo invitó a pasar. El Miedo observó desde la puerta todos los regalos que la Abundancia tenía reservados para agasajar a sus visitantes, pero nunca se atrevió a entrar, porque temió no saber luego qué hacer con todos ellos.

El miedo nos dice: “No lo intentes; seguramente algo habrá de salir mal” y eso nos inmoviliza y nos posterga.

Popularmente se dice: “El NO ya lo tienes”, es decir, si te atreves a pedir o a intentar, solamente puedes ganar, porque si te quedas paralizado entonces la respuesta será un NO rotundo, no sólo porque no obtendrás lo que deseas ya que no lo has solicitado, sino que ni siquiera te quedará la experiencia.

Pienso que comprendes a lo que me refiero cuando menciono la forma de obtener resultados positivos, con la apropiada mentalidad optimista y basándonos en el sentido común. No actuar, no intentar, significa no tener ninguna posibilidad; ponerse en movimiento es tocar el timbre en la puerta de la Oportunidad.  

Saber obtener el rédito ya sea de ganar o de perder, significa hacerse de experiencia, y esta experiencia significa una adquisición valiosa, aunque en ese momento no podamos darnos cuenta de cuanto es lo que puede llegar a valer.

Al pasar de los años, te felicitarás por tus logros y tal vez te apenes por tus fracasos, pero habrá algo de lo que seguramente te arrepentirás: de aquella vez en que lo deseabas pero no lo intentaste. El tiempo transcurre de la misma manera si te pones en marcha ya o si lo dejas para mañana, pero no ocurre lo mismo con los resultados positivos, que son hijos de la Oportunidad; y recordemos que no hay nada que pueda ponerse fuera de nuestro alcance más rápidamente, que una oportunidad.

La oportunidad es la puerta hacia el beneficio de obtener resultados positivos; y la actitud apropiada, es la llave que la abre.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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