¿EN QUÉ CREES QUE TE BENEFICIA EL RESPETO?

Es muy común que las personas no vean los beneficios que trae consigo el respeto. Respeto no se refiere a tratar a todos de “Usted señor, usted señora”. Si buscamos su significado, al respecto hay dos definiciones, una que se refiere a acatar con sumisión y está la otra, a la cual yo me estoy refiriendo con “Respeto”, donde hay tres palabras claves:

1) Consideración: se refiere a la opinión que uno tiene de algo o de alguien.

2) Dignidad: merecimiento por sus cualidades o sus créditos.

3) Tolerancia: dar lugar a las opiniones, ideas o actitudes de otros aunque no coincidan con las propias.

En resumen, la idea sobre el respeto según mi preferencia se podría definir como “la consideración que merece, debido a sus cualidades, la opinión o la actitud de otras personas, o a la presencia de otros elementos externos, aunque no coincidan con nuestros gustos o criterios”.

Para los que son religiosos, el Cuarto Mandamiento les indica “Honrar a tus padres”, lo que también implica el concepto de “Respeto”, pero es norma generalizada de una sociedad civilizada “honrar y respetar” a los padres y mayores.

Esto suele ser interpretado como una especie de “mandato”, en el cual se está anteponiendo la posición de los padres por sobre la de los hijos. En el caso de ser tomado como imposición, tal como lo considera la sociedad en general, aquél que es hijo puede sentir que es menoscabado en su posición, y muchos no se sienten a gusto porque no consideran que el comportamiento de sus padres con ellos haya sido el apropiado y por lo tanto, no merecen ser respetados como tales.

Es muy rara la ocasión en que no se mantengan conflictos familiares, entre padres, hijos, hermanos, familia, antepasados. En tales casos la persona firmemente religiosa entonces se encuentra entre el dilema de cumplir ciegamente con tal mandamiento, sin chistar, o bien, rescatar su propia opinión al respecto. De cualquiera de las dos formas, no se sentirá satisfecho.

No cualquiera se da cuenta de la segunda parte implícita en el Mandamiento, y ése es justamente el objeto de este post. No me dirigiré a quien debería ser respetado, sino a aquél quien debería respetar, en todos los órdenes; ya sea respetar a los padres, a sus mayores, a sus iguales, a sus propios hijos si vamos al caso, a sus amigos, a sus compañeros, a sus clientes inclusive, a la Tierra, a la Humanidad.

El que se relaciona con otras personas, en cualquier tipo de sistema, aún si son compañeros de trabajo, debería respetar aunque no sea respetado; esto sonará un tanto injusto. Pero las faltas del otro no deberían habilitarnos para cometer falta. Uno debería respetar hasta a su peor enemigo, pero no por miedo, o por imposición, o porque tal o cual Mandamiento se lo señala, sino por su propio beneficio. ¿De qué estás hablando, Leo? estarás pensando. Voy a tratar de explicarlo claramente.

Las personas no somos robots salidos en serie de una máquina productora de autómatas; todos nosotros para nacer necesariamente debemos tener un padre y una madre, los conozcamos o no, los amemos o no los amemos. Como seres sociales, vivimos entre un cierto entorno, aparentemente marcado por la “casualidad” pero en el que no hay ninguna clase de casualidad sino de causalidad.

Por fortuna, aunque tal vez no nos llevemos bien, tenemos compañeros de escuela, por ejemplo, o bien compañeros de trabajo, o clientes, o vecinos; si no fuera por el conjunto de ellos, no existiría la familia, o la escuela, o la empresa, o el negocio o la vecindad, en cuyo último caso para tomar un ejemplo, careceríamos de luz, agua, gas, servicios comunales, educación,  etc.

Ya es posible que estés viendo que el beneficio se encuentra en la relación, en interactuar con el campo del grupo, y bien puedes ser el gran cascarrabias que quieras ser, solitario recalcitrante, o le tengas una tremenda fobia a la compañía humana, pero tu supervivencia en algún momento, puede llegar a depender de otro ser humano. O del potencial que hayas absorbido de otro ser humano, aunque ya no esté en este plano.

Entonces, del mismo modo, tienes que comprender que si no honras y respetas, y les reconoces su lugar a tus padres, por ejemplo, no puedes compartir los beneficios que trae el heredar sus potenciales humanos. Puedes renunciar alegremente si quieres a la herencia física, pero por tu bien, nunca renuncies a la herencia energética.

Toda relación tiene sus ángulos complicados, pero del mismo modo necesariamente tiene sus beneficios, y esos beneficios son necesarios para tu completo desarrollo como ser humano en esta vida.

Todos los seres humanos estamos constituídos por una compleja red de “circuitos” nerviosos que funcionan bajo los principios magnetoeléctricos, y por el cuerpo (sobre todo por el cerebro) circulan gran cantidad de electrones y señales que tu mente consciente entenderá como luces, imágenes, sonidos, temperaturas, etc.

Esto necesariamente implica que a tu alrededor (y en esto me estoy refiriendo en el sentido puramente científico) se hagan presentes campos electromagnéticos de distintas tasas vibratorias (frecuencias muy elevadas), que la gran mayoría de nosotros no vemos, pero sí los perciben nuestros bebés, o nuestras mascotas y así ellos “ven” que estamos contentos, enojados o entristecidos.

Bien, también es posible que las demás personas no los vean, pero inconscientemente los perciben y adaptan sus campos a la influencia de los tuyos; por ejemplo, si en ese momento estás enojado, ellos retirarán sus campos contrayéndose y dejando de interactuar contigo, por simple reflejo de autoprotección, porque no desean ser invadidos por un campo distorsionado (el tuyo) que les quite su equilibrio.

Enojarte, entonces, produce un intenso campo “rojo” a tu alrededor que te aísla y así dejas de pertenecer al “sistema energético” de tu entorno, perdiéndote entonces de todos los beneficios que estar inmerso en ese campo puede brindarte.

Así ocurre con tus padres; te enojas con ellos o los ignoras, y eso te aísla y pierdes la conexión energética, quedas solo/a, y pierdes un 25% de tu poder, ése que reside en tu ADN pero que no puede ser activado porque te faltan sus energías, las que necesitas para seguir adelante con éxito.

Más triste aún, más allá de que no puedas utilizar ese potencial, tu Ser Interior se sentirá a disgusto porque le has cambiado las reglas de juego que estaban programadas de antemano, y sin saberlo, has cambiado también las reglas de juego del Universo, quien deberá hacer las necesarias adaptaciones para mantener el equilibrio de un equipo en el cual, uno de sus integrantes entró “en la cancha” pero no quiere jugar, o sea, que deja al equipo con un hombre menos.

¿Cómo se siente el resto del equipo si sólo te has puesto la camiseta, estás en la cancha, pero te niegas a participar? Piénsalo como si estuvieras en una cancha de fútbol y de pronto se te antojara dejar de jugar. ¿Qué pasaría? No sólo dejarías de ser un legítimo adjudicatario del eventual triunfo sino que además arriesgas a todos los otros a una posible derrota.

¿No quieres participar? Perfecto, es tu albedrío, pero entonces retírate y deja la camiseta para otro; y luego no te sientas en derecho a festejar el triunfo ni te molestes por la derrota, ni por lo que tus compañeros opinarán de ti. Deja el estadio y vete a vivir solo al campo, entre los pajaritos… si es que ellos te dan la bienvenida.

Entonces, resumiendo, deberías tener cierta consideración con tus padres, aunque hayas nacido de ellos y no los hayas vuelto a ver, porque has recibido su ADN físico y espiritual, más toda una cadena de compromisos y legados que te brindarán poder o no, según tu actitud.

Además, deberías estar agradecido y respetarlos aunque por la circunstancia que sea, no los ames. Respetarlos y honrarlos ya es reconocerlos en su lugar y darles una porción de amor, que te habilita con todo derecho a recibir todo su “apoyo moral”, estén contigo, en vida o no lo estén.

La gran mayoría de las personas no tienen ni la menor conciencia, por ejemplo, de lo que se pierden en esta vida al no reconocer su lugar a sus padres, hayan sido éstos como hayan sido con ellas. Así, se pierden todo el beneficio del resto del 90% del ADN “basura” que ciertas basuras de la Ciencia, para quitarnos poder, nos quieren convencer que no sirve para nada.

Observa detenidamente entonces que si no mantienes respeto por lo que sea que lo merece, te apartas, y al hacerlo, te desconectas y te niegas todo aquello que luego motivará que te quejes por no tenerlo. El no mantener el respeto con la Naturaleza, te aparta, por ejemplo, de los beneficios curativos y sanadores que ella otorga a sus integrantes, por el sólo hecho de pertenecer e interactuar con su enorme campo.

¿No respetas a la Madre Tierra? Bien, dejas entonces de recibir las benéficas radiaciones que colaboran con tu buena salud. ¿No respetas ni honras al aire que respiras ni al agua que tomas? Bien, es tu albedrío, te apartas de ellos y tristemente ellos se apartan de tí.

Doy por finalizado mi comentario porque ya, a esta altura del artículo, debes haber comprendido entonces mi postura, que afirma que abrirte a honrar y sentir respeto, automáticamente te da derecho a los invalorables beneficios que ello implica.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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