EL BENEFICIO DE ADOPTAR Y ADAPTAR

He tratado de encontrar infructuosamente el origen de esta pequeña frase, ADOPTAR Y ADAPTAR, porque realmente quiero hacer el reconocimiento a su autor, ya que la considero genial. Se utiliza mucho en el marketing (mercadeo, mercadotecnia) y su concepto también se puede emplear en todos los aspectos de nuestra vida, no solamente en el trabajo, sino en nuestras actividades diarias.

Sin embargo, ADOPTAR, de por sí, puede tener resultados beneficiosos o por el contrario, resultar en un completo desastre. Por ejemplo, he tratado de adoptar las mismas técnicas de mercadeo que se usan en el mundo, durante algún tiempo (años) y he visto que no todo resulta de la misma forma, porque el público en Argentina no ha logrado aún la mentalidad de otros países, que otrora fueran más atrasados o más pobres, pero que hoy están mejor que nuestro país.

Y no podemos echarle la culpa a tal o cual política o partido sino que nuestra incapacidad promedio como ciudadanos es evidente, y en definitiva, eso es lo que define que un país funcione o no. Tenemos todo para funcionar, pero falla la mentalidad apropiada. Si intentamos adoptar ideas, proyectos, políticas, mentalidades, así en crudo, sin modificarlas a nuestra conveniencia, no darán el mismo resultado que en su lugar de origen.

Lo mismo le puede suceder a cualquier otro país. La Unión Europea se cae a pedazos, porque cada país integrante, tiene distinta población con distintas maneras de pensar, idiomas, idiosincracias, intereses. La nefasta táctica del Nuevo Orden Mundial hace décadas que busca imponerse, y sin embargo, por fortuna para el ciudadano promedio del mundo, se han encontrado con que por ahora no es posible uniformar a todos los ciudadanos del mundo dentro del mismo esquema, ya sea político, religioso, social, tradicional, económico y sobre todo, en idiomas y costumbres. Si quiere provocar una guerra a muerte, por ejemplo, vaya usted a prohibirle el mate a un argentino o a un uruguayo.

Hace muchos años, cuando yo estaba estudiando en la escuela secundaria, alguien muy bien intencionado buscó difundir el Esperanto, un idioma que se pretendía que se convirtiera en universal en el planeta, “fabricado” con expresiones latinas y anglosajonas, relativamente sencillo y con sonido agradable, que así permitiría que todos los ciudadanos del mundo pudieran comunicarse. Desapareció de la noche a la mañana, porque fue enmascaradamente saboteado.

Por ejemplo, el desenlace bíblico de la Torre de Babel tuvo fundamentalmente el propósito “superior” de que se generaran distintas lenguas a fin de que las personas no pudieran entenderse y de ese modo, se dividieran, porque unidos, era posible que en algún momento pudieran llegar a tocar el cielo, y entonces, fuera puesta en peligro la predominancia de lo “superior”.

En ese momento en que estudiaba Esperanto, me imaginé que iba a ser el idioma del futuro, por lo que, además de estudiar el idioma inglés, me avoqué a estudiar el Esperanto. Aún estoy “esperanto” los resultados. Con las únicas personas con que alguna vez pude conversar en ese “idioma” fueron mis compañeros de estudio; ninguna de las potencias mundiales quiso perder la hegemonía de su idioma, y pretender difundirlo, fue un fracaso.

“Chu vi comprenas” (¿Has comprendido? en Esperanto). Por lo tanto, ADOPTAR no sólo puede ser un fracaso sino un peligro; tendría uno que regresar al viejo dicho español: “Fueras donde fueres, haz lo que vieres” que da muchos y mejores resultados, aún cuando significa “adoptar” formas de comportamiento ajenas, sin cuestionarlas, pero también implica “adaptarse”.

Sin embargo, esto puede traer consigo una despersonalización, y a eso se resiste la población mundial, con todo derecho.

Muy distinto es ADOPTAR Y ADAPTAR. Significa tomar “prestado” ciertos conocimientos o formas de conducirse, o bien procedimientos, pero con el agregado de modificarlos en función de nuestra necesidad personal o grupal. Eso sí funciona, y de maravillas.

En PNL (Programación Neurolingüística) existe un método similar, que se conoce como “Modelar”, que en claro español significa “copiar, hacer lo mismo, de la misma forma” y se refiere a observar a quien está triunfando y descubrir de qué manera lo hace, y luego imitarlo. Sería el equivalente a ADOPTAR, pero necesariamente deberá ser ADAPTADO porque no todos somos iguales, ni estamos sometidos a las mismas circunstancias ni tenemos la misma mentalidad, los mismos intereses, los mismos recursos.

“Adoptar y adaptar” sería la solución perfecta. Pero la dificultad no está en el “adoptar” sino en el “adaptar”. Para ello debemos tener muy en claro nuestras posibilidades y nuestras necesidades reales, y luego disponer de la claridad de si ello va a redundar en beneficio concreto, porque a veces el esfuerzo no suele ser compensado en la realidad personal.

El interesado, no podría por ejemplo, adoptar un aviso en inglés, porque nuestra población habla español, y por más que a alguien le vaya muy bien en otro país vendiendo huevos y tocino para el desayuno, aquí el argentino difícilmente reemplazará el mate por esos alimentos. Tal vez sí pueda servirse del espíritu o de la fibra central del asunto, pero deberá asegurarse que tal cosa es compatible con sus clientes locales; allí encontramos la gran dificultad de “adaptar”.

Aquellos quienes han logrado captar la esencia (adoptar) de un fenómeno y reproducirla adaptándola al entorno, han triunfado. El secreto parecería ser “crear una cosa aparentemente nueva a partir de otra conocida” pero que esté respaldada por estrategias que han dado resultados en otros lados. No se trata entonces sólo de “debes comprar esto porque es lo que se usa allá”; no funciona tan sencillamente así.

Debemos interpretar tanto la filosofía de la cuestión como la idiosincrasia del lugar donde va a ser aplicado el proceso; deberemos comprender claramente ambas formas de pensar e integrarlas para que no se produzca un rechazo, que generalmente se debe al miedo a cambiar, a manejarse con lo nuevo.

Por otro lado, el sistema se encarga de complicar gradualmente en forma perversa e inecesariamente todos los procedimientos a fin de ir dejando afuera, por selección natural, a gran parte de la población que sea incapaz de seguir el ritmo caótico e inesperado de los “adelantos”, volviéndola dependiente de otros de tal forma que llegue a la conclusión que “es mejor que Fulano o Sutano se encarguen de esto tan complicado, porque yo no lo entiendo”, y allí es donde, muy feliz y aliviado, ENTREGA SU PODER, que es lo que necesita la otra parte para esclavizarlo.

Con ese poder, que representa un cheque firmado en blanco, la otra parte, hará lo conveniente para sus propios intereses en lugar de defender los intereses del dueño del cheque. Esto lo vemos todos los días en lo político, en lo religioso, en lo económico, en lo social. Y aunque no sea evidente, esto representa una ESCLAVITUD voluntaria inducida, una DEPENDENCIA forzada que nos quita el poder de manejar nuestra vida, de tal forma que a medida que pasa el tiempo, cada vez, la cadena resultará más difícil de romper.

¿Quien puede librarse hoy de la dependencia de la computadora, del celular, del cajero automático, de la tarjeta de crédito? Solamente aquel que decida renunciar al siglo XXI y se instale a vivir en el campo donde no dependa de la luz eléctrica, del teléfono, del agua corriente ni del gas, para dar un ejemplo. Y así, volviéndose INDEPENDIENTE, se volverá tan frágil que podrá ser arrasado de un plumazo por la voracidad del sistema.

¿Estoy equivocado? Quien piense que sí lo estoy, que le vaya a preguntar a los indígenas de nuestra cordillera. Cuando se enferman, cuando sus hijos quieren educarse, cuando trasladarse a caballo no sirve debido a las distancias, cuando tienen una emergencia.

En definitiva, no parece haber una solución definitiva ni verdadera, sino que como suelo expresarlo a mis alumnos, la Zona de Confort no es estática sino que debe desplazarse circularmente dependiendo de las circunstancias del momento. En resumen, entonces, la respuesta sólo puede encontrarse manejándose hábilmente con la fórmula ADOPTAR Y ADAPTAR, dentro de un desplazamiento constante, de un acomodamiento permanente, porque lo que se queda quieto, deja de estar vivo.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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