LAS SIRENAS… ¿CONOCES SU HISTORIA DE AMOR? Parte 3
Para finalizar el tema sobre el amor de las Sirenas, este artículo completa a los dos primeros, Partes 1 y 2. Cuando la Sirena consigue que su amante vuelva con ella, ella siente que algo ha cambiado con respecto al primer momento, y eso la atormenta, la llena de celos, comienzan las escenas y los reclamos, y se empieza a generar en ella un odio mortal hacia lo que impide que “su hombre” se dedique a ella exclusivamente, ya sea su trabajo, su familia, sus hijos, sus amigos. Ella no quiere que el hombre sienta afecto por otra cosa que no sea por ella.
No le puede explicar su origen, no le puede contar por lo que ha pasado, no le puede proyectar la verdad de sus sueños, de sus expectativas. Además, su apego se vuelve insoportable y el hombre, agobiado, deseará nunca haberla conocido porque esta situación lo lleva al borde de la locura. Es un verdadero “amor fatal”, con las consecuencias lógicas que va a desencadenar.
La Sirena, por ser un integrante de una Tribu de Agua, experimenta una gran movilización de emociones, pero a la vez dispone de una habilidad innata de diluir, y esas herramientas las utilizará a su favor, intentando por todos los medios desatar los vínculos de “su” hombre con todo lo que a éste le implique prestar atención, que no sea ella, por supuesto. Su intensidad en el apego, es infinita.
Obviamente, el conjunto de estos elementos puestos en juego no podrá tener otra definición que no sea dramática. La Sirena insistirá defendiendo su conquista ya que se ha jugado (en lugar de decir “ha quemado sus naves” diríamos “ha evaporado sus aguas”) en esa dirección, no admitiendo otra opción que no sea la concreción de sus deseos.
El hombre seducido, posiblemente ya ha reaccionado, y envuelto en esta problemática ha buscado la comprensión y la ayuda de su gente cercana, justamente aquellos a los que la Sirena considera como competidores que debe eliminar; tal vez ella no los conozca pero los “siente” y los identifica claramente.
Esto la enloquece y habiendo tomado conciencia de que “su hombre” quiere escapar y dejarla con las manos vacías, lo considera como una traición, un desprecio a su entrega, un despertar amargo de sus dulces sueños, y despechada hacia la locura sólo sentirá un odio profundo y deseos de venganza no sólo contra el hombre sino contra los que resultan un impedimento a sus sentimientos.
El hombre se ha convertido en su objeto personal, que ella ha conquistado, y por lo tanto, ella considera de su propiedad; las relaciones de este hombre le interfieren, sus necesidades son secundarias y ella se siente dueña hasta de su vida, la que si no es para ella, no tendrá sentido de existencia. Y esto la motivará sin límite alguno.
Uno de los dos, ella o el hombre, deberán morir para que la situación se resuelva. Probablemente ella ya se haya encargado de “disolver” la vida de su hombre, y ahora, viendo que él no sólo no le corresponde sino que ha comenzado a temerle o a odiarla, se preparará a una batalla en la cual considera que ya no tiene nada para perder, por lo que se vuelve sumamente peligrosa.
Él sólo se liberará de ella, quitándole la vida; sólo así podrá recuperar su libertad y su vida personal. Pero si no es así, ella se encargará de dejarlo solo en el mundo de forma que él ya no tenga anclajes en la tierra, porque ella piensa que así le ayuda a que él “recupere la cordura”.
Eliminará de alguna manera sutil el trabajo de “su hombre”, quitará a como sea de en medio a sus afectos, y lo secuestrará, probablemente convirtiéndolo en un muñeco a su antojo, y hasta puede, en un momento de desesperación, llegar a quitarle la vida.
Esta situación, lógicamente inestable, se mantendrá hasta que uno de los dos muera, en algún lugar oculto donde la Sirena arrastrará al hombre. Si ella muere, él sólo se podrá recuperar defendiéndose espiritualmente, solicitando la ayuda de sus Protectores y entregándose a lo espiritual, que es lo único que lo puede rescatar, aunque su psiquis quedará severamente traumada luego de estos acontecimientos tan alocados.
Si el hombre muere primero, ella no podrá soportarlo y terminará suicidándose al considerar que ya su vida no tiene objeto. La única posibilidad favorable que puede existir es que haya quedado embarazada, en cuyo caso el sentimiento maternal exacerbado de la Sirena, haga que se dedique de lleno a su hijo, muchas veces hasta llegando a olvidar al hombre o dejándolo de lado.
Los hijos de las Sirenas, ya sean hombres o mujeres, estarán cuidados de forma que nada les falte; se convertirán, cuando adultos, en seres de extraordinaria capacidad, con poderes psíquicos capaces de prever el futuro y conseguir de la vida lo que sea que deseen.
En aquel caso en que la Sirena logre secuestrar a su hombre mientras ella está en el período en que puede retornar al agua, le quitará la vida ahogándolo y luego, con artes mágicas, se la devolverá bajo sus condiciones en el fondo de los mares, convirtiendo al hombre en un Tritón, alargando su vida pero volviéndolo totalmente dependiente de la Sirena, una especie de Zombie por quien la Sirena más tarde perderá el interés y acaso apenas lo ayude con alimentos, o bien, lo deje morir porque ya no le interesa.
En el caso en que la Sirena pierda a “su hombre” (a veces él escapa aferrándose a una intensa espiritualidad y pidiendo ayuda a sus Protecciones) ella se retirará a las profundidades del mar, en plena congoja suspirando por su amor imposible, al que no reemplazará porque es tal su obsesión que no se sentirá capaz de volver a amar a otro, y ésa será su única historia de amor mientras dure su vida.
Si bien esta situación no resulta frecuente, se dan paralelismos en la vida real, con aristas menos angulosas; existen seres humanos en la Tierra que conciente o inconscientemente asumen características de esta clase, como la Sirena mencionada, y en tal caso, la Psicología puede catalogarlos como “psicópatas” al no responder a los parámetros sociales convencionales, pero en realidad existe alguna relación entre ambos participantes que proviene de vidas pasadas con el tema mencionado.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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