UNA SITUACIÓN QUE SE AGUDIZA: LAS TRANSACCIONES HUMANAS

Una Transacción es una interrelación entre dos personas, que puede tener resultados funcionales o disfuncionales (también podríamos decir favorables o desfavorables); cuando, por ejemplo, dejamos que intervengan las emociones descontroladas, éstas interfieren y la cualidad de la transacción pasa de ser Directa, funcional y agradable, a resultar Cruzada, o sea, disfuncional y desagradable. En ese caso, ya no resulta útil. Esto pasa porque la transacción o la interrelación se ha “cruzado”, y esto tiene su explicación.

Siempre en la interrelación es conveniente identificar el “Beneficio” de la misma, y si fuera posible, “el beneficio mutuo” que es el mejor de los beneficios para cualquier negociación o transacción. El beneficio no se obtiene sólo al final de la transacción sino que al comenzar funcionalmente desde el principio, tiende a multiplicarse con el tiempo transcurrido, con la consecuente ganancia, ya sea etérea o bien, material. Cualquier beneficio etéreo o espiritual, con el tiempo redundará de cualquier forma inesperada, en algún tipo de beneficio material.

Cuando comenzamos un trato o una relación con una persona (transacción), aunque sea tan sólo comenzando por un “Buenos días”, establecemos el inicio de una transacción, con la buena voluntad de una interrelación funcional. Representa el primer paso hacia la otra persona y es muy conveniente que comience con una sonrisa. Así, estamos dando la bienvenida a esa persona a nuestro entorno cotidiano, sencillamente, abiertamente, confiadamente.

Como devolución, esperamos una respuesta, aunque sea nada más que un simple “Hola”, o un gesto amable, o simplemente una sonrisa. Allí puede quedar terminada la transacción, que ha resultado agradable, o bien, puede prolongarse en una conversación, pero la relación ha sido satisfactoria, o sea que se trata de una Transacción Directa.

Pero si no hemos obtenido ninguna clase de respuesta, ni siquiera un gesto de saludo, puede que nos sintamos ignorados y defraudados, o hasta inclusive preocupados por no saber porqué esa otra persona se ha negado a la transacción, o si está resentida con nosotros, o hay un problema en ese momento, o lo que sea.

En realidad, aunque sencillamente no se ha llegado a establecer una transacción, esto no corresponde a nuestra intención primera y eso nos preocupa o nos frustra como si hubiéramos sembrado con muchas ilusiones pero sin haber podido cosechar.

En definitiva, este efecto va a depender mucho de nuestra convicción propia y nuestra autoestima, porque en tal caso podríamos simplemente pensar: “No me escuchó”, o también “Yo cumplí, yo saludé” y seguir naturalmente con nuestros asuntos en lugar de quedar resentidos porque la otra persona nos ignoró; de lo contrario, le estamos entregando poder sobre nuestra vida. Incluso hay personas que de ese modo, intentan minimizarnos y robarnos poder.

Si entramos a un negocio, por ejemplo, y decimos “¡Buenos días!” y nadie nos responde, eso no debería arruinarnos la mañana porque de ese modo estaríamos entregando nuestro poder a aquellos que no nos respondieron. No es conveniente que porque no nos hayan respondido, cambiemos nuestra actitud inicial, dado que eso inevitablemente va a afectar nuestro humor, y por lógica sentiremos un sabor amargo que lejos de beneficiarnos, contribuye a dañar nuestra salud y a arruinar nuestras posibilidades inmediatas.

La mayoría de las personas se inclinan naturalmente a realizar una Transacción Directa, porque ésta es más agradable, pero no siempre están de humor, o libres de otras preocupaciones que puede que no les permita participar. De todas formas, en nuestra sociedad se está produciendo gradualmente una tendencia inconsciente a no aceptar la propuesta de la transacción, lo que va en detrimento de las relaciones entre las personas. Así, medio mundo termina enojado con el otro medio mundo.

Se dificulta entonces realizar una Transacción Directa, funcional, de primera mano, y esto contribuye a que el entorno en general se torne hosco, más distanciado y el aire más difícil de respirar. Pero eso no nos debería afectar, no deberíamos ser dependientes de cómo se siente o se quiere comportar hoy tal o cual persona, porque entonces le estaríamos concediendo el poder de decidir sobre nuestro propio estado de satisfacción, como sería el caso si él/ella está molesto/a o indiferente, permitiendo que eso influya en nuestra “buena onda” del día.

Eso sería dejar que los demás influyan negativamente en nuestra vida, en nuestra buena disposición ante la vida, incluso en nuestros logros porque hay personas que de ese modo, nivelan para abajo con el fin de que no sea tan evidente su mediocridad. De hecho, quien no acepta transaccionar de forma directa, de una u otra forma, está mostrando abiertamente su mediocridad.

Por la Ley de Atracción, permitir tal cosa o acoplarnos a esa conducta disfuncional nos negaría atraer la “buena suerte” de pasar por momentos gratos o beneficiosos en cualquiera otra forma, con cualquiera otra persona, y nos identificáramos con el campo inapropiado de esa persona que no está equilibrada, lo que por supuesto reducirá nuestro propio campo de atracción de sucesos agradables.

Por oposición a la Directa, la Transacción Cruzada se refiere a cuando la relación se establece, pero de forma disfuncional, lo que va a traer como consecuencia que una o ambas partes terminen sintiéndose afectadas, molestas o hasta enojadas debido a la falta de entendimiento.

Esto produce una reacción en cadena porque uno de los dos o ambos, se alejarán de la transacción y les será muy difícil reponerse rápidamente y reanudar de inmediato otra nueva, con otra persona, con la predisposición positiva o el entusiasmo con que naturalmente la habrían iniciado si no hubieran pasado previamente por la transacción cruzada reciente.

El efecto de la “mala vibra” se propaga en forma exponencial, siendo que lo ideal sería que se propagara un efecto de buena predisposición, para bienestar de todos los futuros participantes, lo que induciría naturalmente a nuevas transacciones directas, en un circuito cerrado de virtud, alegría y bienestar.

Más específicamente, la Transacción Cruzada se produce cuando se establece una distancia invisible pero palpable entre ambos participantes, ya no de un nivel a otro igual, sino que uno de ellos responde o cambia bruscamente su ubicación al interponer un estado diferente de poder. Cuando, por ejemplo, se saludan por la mañana un jefe con su empleado, en ese momento, deberían ser solamente dos personas en el mismo nivel, dos seres humanos o dos colaboradores unidos por el mismo propósito, contentos de verse y de relacionarse nuevamente, sin jerarquías en el medio, en ese momento. Ésa sería una Transacción Directa.

Pero si el empleado comienza saludando sonriente y el jefe le gruñe en lugar de responderle con la misma actitud, o directamente lo ignora, allí la transacción se ha cruzado, y seguramente el empleado comenzará su trabajo refunfuñando y molesto, sin ganas de hacer su tarea y de contribuir más allá de lo necesario y obligatorio, con grandes probabilidades de equivocarse, lo que su jefe parece no comprender que es malo para todos. Ese jefe no se ha dado cuenta que se está perdiendo algo muy valioso: la lealtad, el respeto, la colaboración y el aprecio de su empleado, que le puede resultar muy útil en el momento menos pensado.

En cambio, si ha habido una transacción directa, con un cordial saludo entre ambos, ya puede establecerse la diferencia de rango laboral y esto no será rechazado por el empleado, que comprende que debe hacer la tarea que le encargará su jefe, porque ésa es su función y para eso le pagan. Pero cuando se ven por primera vez en el día, no es grato que se encuentren como jefe/empleado sino más bien, como persona-persona, de igual a igual.

En la Transacción Cruzada, una parte actúa deslealmente intentado dominar un espacio de poder, comportándose como superior (por ejemplo, como padre), o por el contrario, como víctima buscando el poder por medio del capricho (por ejemplo, colocándose en la posición de niño, o como hijo) especulando con que la otra persona cederá con tal de no enfrentarse a una situación desagradable.

Entonces, en la Transacción Cruzada se produce lo opuesto a la Directa, porque alguien recibe en devolución algo que no espera recibir de esa forma (saludo/gruñido/estado emocional incompatible). Lo mismo sucede cuando alguien intenta tratar un tema como adulto y la otra parte deja que asomen sus limitaciones emocionales y se comporta más como un niño encaprichado que como un adulto responsable que busca resolver la diferencia.

Es algo similar a la relación padre-hijo, pero en este caso, no son padre/hijo sino dos iguales. Si uno de los dos se pone en la situación autoritaria de padre, la transacción se cruza porque el otro se siente tratado como inferior. Igualmente, si alguien se pone en situación de hijo caprichoso frente a su padre, la transacción se cruzará de igual forma, porque no se están relacionando de igual a igual, y sus idiomas e intereses no coinciden.

Es muy difícil reconvertir una Transacción Cruzada y transformarla en otra Directa. No ocurre en forma espontánea sino que tiene que existir alguna instancia posterior en la cual, el que arruinó la primera transacción al menos se disculpe, tal vez dando la explicación de que en ese momento le pasaba tal o cual cosa; igualmente, la otra parte ya no esperará naturalmente una nueva transacción directa cuando la inicie sino que sentirá algún recelo de que se convierta nuevamente en una transacción cruzada, tal como la anterior.

Cuando se “cruza” la transacción, quien la cruza ejerce el poder de desviarla, lo que representará un equivalente a una agresión desleal sobre la otra persona que desprevenida, se encuentra con el disgusto de una transacción cruzada entre manos, cuando él sólo quería una relación funcional y agradable. Esto probablemente origine cierto miedo o resentimiento en esta persona, lo que lo alejará emocionalmente del “cruzador de transacciones”.

Si las transacciones cruzadas se producen en forma intercalada o continua, la otra persona ya no estará dispuesta a reanudar ningún tipo de transacción, porque relacionará que con tal persona, transaccionar, SIEMPRE (aunque no sea siempre) es un disgusto, y nadie quiere pasar por disgustos.

Entonces se alejará o ignorará al “cruzador”, escapando de cualquier oportunidad de trato. Eso no resultará beneficioso para ninguna de las dos partes. Esto, tarde o temprano, distanciará a estas dos personas; pero sino pueden alejarse porque las circunstancias de familia, o trabajo, etc. así lo obligan, se reforzará la sensación de disgusto y esto creará un ambiente de agresión latente, que en algún  momento explotará.

Esto está resultando muy normal en el caso de las parejas, sobre todo. Se soportan por obligación, por los hijos, por razones económicas, lo que sea, pero constituye una bomba de tiempo que no cabe preguntarse si estallará, sino que la pregunta es “cuándo” lo hará, y qué consecuencias traerá.

Si uno de los dos resulta ser una persona pacífica, bienintencionada y paciente, posiblemente haya alguna posibilidad de hacer reaccionar al “cruzador”, pero esto es muy difícil de lograrse porque quien se acostumbra a cruzar las transacciones, se especializará en encontrar cualquier menor detalle que le sirva de excusa para “cruzar” las transacciones, y por supuesto, echarle la culpa a la otra parte, en la expectativa de obtener poder, de robar energía a la otra parte.

En tal caso, habrá llegado la hora de distanciarse antes de que se produzca la explosión, porque el “cruzado” perderá la paciencia y el “cruzador” no perderá oportunidad alguna en volver a la transacción cruzada. Ya no hay retorno.

La transacción cruzada suele utilizarse como efecto de manipulación, imponiéndose una persona a la otra a fin de conseguir algún propósito de beneficio unilateral; la persona que genera transacciones cruzadas evidencia que no tiene buenas intenciones para con la otra parte, porque si las tuviera haría todos los esfuerzos para que las transacciones fueran directas.

Hijo/hija, ante padres “cruzadores”: es conveniente que te independices y te vayas no bien puedas de la casa de tus padres. Esposo/esposa, ante un cónyuge “cruzador”: sepárate lo antes posible, aún perdiendo, no esperes hasta que sea demasiado tarde y comience la violencia de género. Empleado/empleada, ante un jefe o compañeros “cruzadores”: búscate otro trabajo urgente, aunque esté menos remunerado. Perdiendo, te aseguro por experiencia que estarás ganando.

Esa transacción cruzada, de otro modo, terminará resultándote MUY disfuncional. No cedas tu poder, no resignes tu autoestima, no te pierdas el respeto a ti mismo/a, no dejes de lado tu dignidad, porque con el tiempo, el precio a pagar es muy caro; y ten por seguro que nadie te lo cobrará más caro que tu propia persona, actuando sobre tus beneficios particulares o sobre tu salud.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

Suscribiéndote al blog (sólo nombre y casilla de mail) recibirás de inmediato cada artículo que se postee en el mismo y así podrás decidir si te interesa y al clickear en el mismo te llevará directamente al blog para leerlo.

Si te ha resultado atractivo este artículo puedes compartirlo libremente en tu Face citando la fuente de origen, o bien, comparte el enlace al blog: www.elsenderodelser.com a tus amigos y a quienes puedan interesarles los temas tratados.

www.elsenderodelser.comwww.profesorleo.com.arprofesorleonqn@gmail.com

 

 

 

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Realizado por Viviana Espín Ibarra. Diseño y Desarrollo Web.