EL SILENCIOSO LLANTO DEL YO INTERNO

Cuando atiendo una consulta de Tarot es mi costumbre emplear una tirada que resulta de una combinación de Tarot y Astrología; se trata de la Tirada Astrológica convencional pero modificada interpretándose más como una Carta Natal, que relata las condiciones Pasado-Presente-posible Futuro con la ventaja de aplicar distintas herramientas para investigar prácticamente cualquier tema: del mundo físico que rodea al consultante, del contenido psicológico de la persona, de su contexto emocional, y así, de infinidad de aspectos que se relacionan con él.

En ese trámite, disponiendo los Arcanos en forma similar a una Carta Natal, ayudo a encontrar la respuesta a prácticamente cualquier pregunta que se haga y aunque la tirada corresponde a la persona que tengo enfrente, aprovecho esa disposición de las cartas de tal forma que puedo a través de ella, responder interrogantes sobre familiares, pareja, o cualquier otra persona cercana a quien consulta.

Esto lo comento porque siempre noto dos características casi generales entre las personas que consultan: primera, cuando llega el momento en que se les pide que hagan sus preguntas, muchas veces no saben sobre qué preguntar más allá del tema principal que les trajo a la consulta, permanecen en duda, y finalmente como no se dan cuenta sobre qué preguntar, a veces hasta preguntan si está durmiendo bien el perro de la vecina de su tercer hijo , porque en realidad no tienen en claro la importancia de comprender sus propios interrogantes personales.

Segunda, que la inmensa mayoría no hace preguntas sobre sí mismo, sobre su persona, aunque sí sobre su trabajo, dinero, amor, etc. Es decir, esto revela que sus apegos se han vuelto más importantes que su propia persona, y así las personas se autopostergan en función de su entorno.

Cualquier tema externo relacionado pasa a ser de primordial interés siendo que la mayoría de las personas no tiene en cuenta que sus asuntos andan sobre rieles sólo cuando ellos mismos van sobre rieles; es decir, no contemplan que primero es necesario que conozcan, acepten y solucionen sus desequilibrios internos para que como resultado, sus asuntos externos se enderecen.

Por ejemplo, cualquier persona estará de acuerdo en que si se encuentra bajo los efectos del alcohol o la droga, y en ese momento quiere pintar un cuadro, difícilmente dicho cuadro resultará una obra de arte.

Aunque conociendo los criterios en los que se basa el arte de nuestra actualidad, es probable que el borracho pinte un cuadro que salga tan atravesado que muchos lo interpreten como arte moderno (“suprarrenal”, como diría un personaje que conozco), y hasta consideren apreciar ciertos rasgos de genialidad en la pintura.

Mientras tanto, yo observo cuidadosamente el proceder de la persona que consulta esperando que se dé cuenta por sí misma que a menos que comience por enderezar su vida, todos sus asuntos resultarán torcidos. Al finalizar, cuando veo que no reacciona, me veo obligado a intervenir (siendo que mi trabajo consiste en no interferir sino sólo en asesorar) y en esa circunstancia suelo hacerle notar ese detalle y entonces la persona parece despertar y coincidir en que primero debe preocuparse por ella misma.

Entonces reacciona a que lo realmente importante es ella misma y lo externo es secundario y lógica consecuencia de su estado interior. Busco que la persona se reconozca en sus potenciales, en sus capacidades, en su autoestima, que comprenda que lo más valioso es lo que tiene como ser humano, y que muchas cosas que no puede hacer tienen que ver justamente con que cree que no las puede hacer ya que no conoce de qué potenciales dispone.

De esa manera busco rescatarla a que pueda reconocer su propio valor, su identidad, su valoración, intentando que despierte a sentirse capaz cuando tiene potenciales que la hacen ser capaz, pero que la perversidad del Sistema hace sus mejores esfuerzos en anular para que permanezca inerte frente al bombardeo de estímulos prefabricados.

En la tirada que mencioné al comenzar, llamada Tirada Astrológica, se encuentran representadas todas las áreas de vida de la persona al igual que en una Carta Natal, pero realizada con cartas de Tarot. La diferencia radica en que la Natal muestra las condiciones generales que regirán toda su vida y si bien puede investigarse la situación actual mediante la Astrología a través de los tránsitos planetarios y otras técnicas, es mucho más sencillo y visual, responder mediante las imágenes del Tarot, razón por la cual combino ambos conocimientos.

Al igual que en la Natal, entonces, la Casa 1 representa a la persona, a su estado general, a su actitud ante la vida, hacia cómo se siente en lo interior, hacia cómo se expresa ante el mundo y hasta cómo el mundo le afecta cuando interacciona con ella. Es decir, cómo la ve el mundo desde afuera y cómo ella ve al mundo, con qué color de anteojos lo mira.

Usando el sentido común sabemos que si nuestro auto por ejemplo, funciona mal, cualquier viaje que hagamos no será todo lo placentero que sería deseable. Entonces, claramente entenderemos que si no estamos bien, cualquier cosa que querramos hacer, no resultará todo lo bien que deseamos.

Sin embargo, las personas se preocupan por esas cosas que funcionan mal, mirando hacia afuera, y no por el principal actor del espectáculo, que son ellos mismos; es como decir que tratan de remendar el viaje malogrado y sus consecuencias, pero se olvidan de hacer reparar el auto.

Esta situación recurrente me ha llevado a escribir este artículo, en el que busco hacer notar que dentro de cada uno de nosotros hay un Yo interno que aunque no lo vemos en el espejo, es el que siente, el que se alegra, el que llora, el que sufre, y aún cuando nos cruzamos con un amigo y cuando nos pregunta cómo es que andamos, le sonreímos débilmente y le respondemos: “Yo bien, ¿y vos?”

Yendo más profundamente que lo que he mencionado, me he visto llevado a preguntarme: “¿Por qué esto se repite en casi todas las personas? ¿Es que no les interesa saber sobre ellos mismos? ¿Es que para ellos lo externo tiene mayor importancia que el valor que ellos mismos tienen como seres humanos? ¿Es que han sido programados por el Sistema para olvidarse de sí mismos dando prioridad a cualquier otra cosa de menor importancia? ”.

La respuesta es lamentablemente triste: hoy la gente está permanentemente bombardeada por los estímulos externos, a tal grado que se olvida de sí misma y se posterga minimizando su propia identidad.

No es casualidad que la Casa 1 de la Natal corresponda a la persona en sí; la Casa 1 es la más importante porque está reflejando la personalidad y el sentir con el que la persona interactúa con el entorno que la rodea.

Es seguro que si salgo de mi casa con un sentimiento triste, encontraré afuera un día triste; igualmente, si salgo con expectativas, encontraré muchas beneficiosas oportunidades, por el simple fenómeno de la Ley de Atracción, o aunque más no sea, porque estaré en mejores condiciones de reconocer y aprovechar dichas oportunidades.

Esto se debe al avance de la agresión permanente y manipuladora del Sistema sobre cada persona. El individuo en todo momento observa que en el mundo se estimula y se aplaude el hecho de tener más, el ser el más lindo, el más elegante, el más poderoso, el más exitoso. Al cabo de su día la persona llegará de retorno a su casa donde su realidad indica que no tiene más, que no es el más lindo, ni el más elegante, ni el más exitoso, y como consecuencia de esto, es imposible que no se sienta frustrado y empequeñecido.

Y hasta es posible no sólo que se olvide de sí mismo, sino que comience a odiarse en lugar de apreciarse en su verdad y a valorarse y amarse en su interior. De este modo, el Sistema le está lavando el cerebro y programándolo para que le sea imposible ser feliz, para señalarle su mediocridad y su inferioridad con respecto a los modelos publicitados, y de ese modo canalice su angustia en el consumo obsesivo y a veces llegando al extremo, hasta en la violencia tanto contra sí mismo, o aún contra su propia familia o con los externos.

Al Sistema tanto le conviene una sociedad consumidora compulsivamente como que esa población se depure eliminando al más débil, o en este caso, al menos resistente (o al menos productivo, o al menos consciente). En principio, en los ’50 cuando se comenzó a difundir la droga, la excusa que manejaban los niveles del poder mundial era que mediante promover la drogadicción se lograba eliminar a los mediocres, a los débiles y se depuraba la especie. Como resultado de este criterio, en EEUU por ejemplo, actualmente al fumador se lo considera públicamente como de inferior categoría.

Esta clase de maltrato social hace que el individuo se sienta más inferior aún y menos valioso de lo que en realidad es. Y por supuesto, esto conducirá a que se aprecie menos a sí mismo, menos se respete y menos sienta amor por ese Yo interior suyo que es la gema preciosa que lo une al TODO.

En una sociedad desvalorizada no puede haber lugar para el bienestar, para el relax, para ser feliz, condiciones necesarias para que el individuo mantenga su paz interna y su buena salud, lo que conviene al Sistema que también es el dueño de las industrias farmacéuticas que van a producir medicamentos para “curar” todos estos desequilibrios provocados por el mismo Sistema.

¿Acaso nuestros abuelos vivían tomando dos o tres pastillas diarias? Hoy se hacen necesarias, una para la presión, otra para estar energizado y despierto, otra para relajarse y poder dormir, otra para el aturdimiento y el dolor de cabeza, otra para evitar la depresión, otra para mejorar la digestión y así suma, y sigue…

Ésa es la descarnada realidad: el Sistema busca matar al menos advertido, al más débil, al menos capaz, al que menos produce y al que menos puede comprar, porque esos individuos le consumen recursos, ocupan lugar y no le sirven como esclavos. Por otro lado, el Sistema necesita aumentar el stress de la gente, el sufrimiento, las dificultades, la empatía, la falta de amor por sí mismo y por los demás.

Tras todo esto, es casi imposible que el individuo logre valorarse a sí mismo, se aprecie, se cuide, se quiera, se preocupe por su interior. Y cuando concurre al consultorio a preguntar, me pregunta sobre cualquier cosa pero se olvida de preguntar sobre sí mismo, sobre cómo puede mejorar, sobre cómo hacer para encontrar su real importancia en la vida, su misión, su triunfo personal; cómo llegar a tener paz y a sentirse feliz.

¿Cuántos hay que manifiestan no encontrarle un real sentido a su vida? Muchos, según lo que aprecio en el consultorio, demasiada proporción con respecto a los que ya tienen en claro sus objetivos, que son una absoluta minoría.

De no encontrarle sentido a la vida a no desear vivirla, hay sólo un paso; paso que ansiosamente el Sistema está esperando que el incauto dé. O la persona en desequilibrio cae en la droga, o busca matarse a sí mismo en una carrera alocada, o sale a delinquir en la espera de que una bala termine con su sufrimiento.

Cualquiera de estas opciones son convenientes para el maldito Sistema, inhumano e infame, que busca desvalorizar a los individuos para venderle sus panaceas magistrales, o bien, aquellos hipotéticos sueños inalcanzables, o esas imágenes que no se corresponden con su realidad; el Sistema busca alienarlo y de esa forma, explotar sus debilidades y sacar provecho de ello. Para eso necesita atontarlo, hacer que se minimice a sí mismo, que pierda su propio aprecio personal y que, cayendo de rodillas, reverencie al “dios Sistema”.

Por esa razón recalco la importancia de autoconocerse, valorarse, respetarse, ponerse de pie, darse la importancia que se debe, remarcar la propia estima, recolocarse a la altura correspondiente, recuperar ese poder cedido al exterior, renacer a utilizar los potenciales propios y así, lograr vivir una vida plena en paz y dignidad.

Aún cuando la mayoría de las personas reconoce una angustia interior ante distintas situaciones, pocos son los que se preguntan si ese malestar interior no procede justamente de su interior, de su niño maltratado y de su adulto autopostergado.

Pocos comprenden que el Yo interno de cada uno de nosotros está desesperado enviando señales que no suelen ser reconocidas, emitiendo advertencias que generalmente son ignoradas y planteando reclamos eternos ante la indiferencia del exterior.

De no reaccionar, allí entonces sumergido en esa angustia existencial, en ese caminar sin rumbo o en ese final equivocado, se puede percibir claramente el silencioso llanto del Yo interno.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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