30 CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONA PSICÓPATA

Continuando con el tema del artículo “QUÉ SUCEDE CUANDO TE ENAMORAS DE UN/A PSICÓPATA” llegamos a la conclusión que es vital reconocer, no bien se las ve, las características del comportamiento de estos depredadores, ladrones de sentimientos, traficantes de sueños, y parásitos sociales que estrujan a sus víctimas hasta dejarlas inertes.

Los psicópatas (hombre o mujer) suelen dejar marcas muy difíciles de superar en familiares, amantes, parejas, los que aún cuando han sido severamente dañados, en el fondo extrañan los primeros momentos gratos vividos porque los psicópatas resultan sumamente cautivadores cuando lo desean, aunque esto sea solamente parte de su estrategia actoral.

Sin embargo, recuperar nuevamente la confianza, perder el miedo a relacionarse, a abrirse emocionalmente, no es fácil para quienes se han encontrado a una persona de comportamiento psicópata en su camino.

No es fácil volver a relacionarse porque es como si la otra nueva persona debiera ir demostrando desde el principio que no se trata de una persona psicópata, porque el o la daminificada quedará sumamente sensibilizado y temeroso de encontrarse con una nueva experiencia similar.

Curiosamente, se ha dado el caso de mujeres que se enamoran perdidamente de presos y asesinos, por el carisma que el psicópata muestra, atracción que otra persona normal difícilmente pueda igualar. Los psicópatas son profesionales del engaño y de la ilusión, por lo que son altamente peligrosos, ya que ésa es su forma de sobrevivir y no la cambiarán por otra; al contrario, con cada nueva experiencia perfeccionarán su metodología.

Uno debería identificar en ellos las siguientes características:

1 – Siempre necesitan salirse con la suya, porque sino, se enojan y se ponen violentos, aunque a veces la furia desatada por su frustración los lleva a bloquearse en el silencio, o sea que no le hablan a la otra persona por varios días y si lo hacen, muestran una expresión que se parece mucho a la del perro cuando muestra los dientes.

2 – Ellos/as creen ser especiales, y de algún modo tienen razón en sentirse distintos, porque lo son, pero nunca se reconocen por debajo de los demás sino en un pretendido nivel superior, por lo que consideran que ninguna regla o ley los atañe ni es válida para limitarlos, y solamente tiene importancia su opinión y su necesidad. En algunos casos he visto ciertos rasgos de megalomanía y soberbia que ni se molestan en ocultar, sino que por el contrario, parecen estar orgullosos de ello demostrando así que son distintos y aún, mejores que el resto.

3 – No les importa si causan daño a un tercero y nunca pedirán disculpas ni querrán reconocer su equivocación, fortuita o intencional, ya que siempre van a considerar que actúan de esa forma porque la otra parte los obliga al negarle lo que reclaman, y eso justifica sus acciones. La frase típica es… “Vos me obligás a hacer algo que no quiero…”. Y es cierto, no quiere molestarse en hacerlo, quiere que no se le pongan trabas y se le conceda todo lo que solicita.

4 – Tienen una gran habilidad para escaparse por la tangente, y saben cuando dar el paso atrás cuando el límite está a punto de estallar. Una forma típica que tienen de defenderse es responder a cualquier reclamo, proyectando sobre el otro: “¿Y vos?, cuando hacés esto o aquello…?”

5 – Siempre la culpa será del otro, y devolverán inmediatamente el golpe si se sienten atacados por alguien que les reclama por alguna falla que hayan cometido. Como ilustración, va una anécdota real:

– ¿Por qué estás enojada?

– ¡Porque vos te enojaste!

– Ahora (otro día) que yo no estoy enojado… ¿Por qué estás enojada?

– ¡Porque vos me hacés enojar!

Suena a cómico, pero el psicópata es velocísimo devolviendo la estocada y echando la culpa al otro, y si no puede, desviará rápidamente la conversación a otro tema en el cual pueda acusar y echar la culpa al otro. Sus tácticas defensivas cuentan con el profundo conocimiento que han logrado al estudiar cuidadosamente la conducta de la otra parte.

6 – A veces fingen reconocer un error menor como estrategia para disimular otra acusación de mayor importancia, y de esa manera, desconcertar al interlocutor y además, conseguir que no se les pueda decir luego “vos nunca reconocés nada…”

7 – Son personas que resultan cautivadoras y muy atractivas al principio (ésa es su carnada) dando la primera impresión de que con ellas no va a haber ningún problema, hasta que la otra parte ha mordido el anzuelo mientras inocentemente se felicita por haberse encontrado con alguien tan genial.

8 – Poco a poco van retorciendo el torniquete, encerrando al otro, buscando la forma de que se sienta culpable a fin de poder extorsionarlo o manipularlo a su voluntad a fin de salirse con la suya.

9 – Si logramos averiguar su pasado (el que se cuidarán mucho de revelar, o el que acomodarán convenientemente) comprobaremos que han utilizado la misma técnica en todos los casos anteriores.

Por ejemplo, una táctica que usan frecuentemente: todas sus relaciones han comenzado con personas casadas pero con dificultades de pareja, y ellos/ellas aparecen mágicamente como salvadores a consolar al que se siente frustrado por esa relación. Pero luego que obtengan lo que desean, lo descartarán teniendo muy en claro las excusas. Siempre la misma estrategia.

10 – Necesitan emociones fuertes o riesgosas, por lo que parecen personas admirables; buscan sentir la adrenalina porque esto les produce un estado similar al de la alegría. Deportes extremos, artes marciales, uso de armas de fuego, o actividades peligrosas de mucha acción pueden ser sus preferidos.

Sin embargo, el/la psicópata no sabe lo que significa ser feliz, ni tampoco siente alegría, porque su componente emocional es extremadamente restringido; cuando reconocen la alegría en la otra persona, se despierta en ellos por un lado, curiosidad y por otro, envidia, porque ellos son incapaces de sentir esa satisfacción.

11 – Buscan la promiscuidad sexual, por el control que el sexo implica, sin que les importe estar casados o que la otra parte lo esté. Son absolutamente indiferentes al daño que causan porque aunque tienen conciencia de lo que la otra persona puede llegar a sufrir, esto no les importa.

Cumplir el rol de “terceros” les atrae, pero no por amor, sino por la emoción y el riesgo que la trasgresión conlleva; además, así no adquieren compromisos. Una mujer una vez me dijo: “Que los calzoncillos se los lave la otra” manifestando su total desprecio y consideración por la relación.

12 – No pueden evitar ser profundamente manipuladores, ya sea por la fuerza o “haciéndose la víctima”, ya que el mundo siempre “está en contra de ellos”, y ellos sólo se defienden de la agresividad del mundo amenazante.

13 – Para ellos las demás personas pierden su identidad humana y pasan a ser “cosas” de su propiedad; las usan, las descartan, las exprimen, las “guardan en un cajón” utilizándolas cada tanto, o bien, las tiran a la basura porque ya no les sirven. Pero sin embargo, sobre todo los hombres, ya separados, controlan que su “ex” no rehaga su vida con otra pareja, lo que los enfurece y a veces los lleva a cometer agresiones con mucha violencia.

14 – Son excelentes actores y al principio saben fingir afecto y expresar gestos amorosos, pero en realidad esto es sólo parte de su estrategia; desarrollan relaciones tipo “hoy te amo… pero mañana te odio” en forma repetitiva, que es un sometimiento sumamente destructivo para la otra parte.

15 – Sus emociones funcionales están anuladas y carecen de empatía; los problemas del otro siempre serán sólo del otro, aunque sean ellos los causantes. Pueden observar indiferentes pero con curiosidad, el llanto o el dolor de la otra persona, expresiones que aprenderán a replicar para futuras representaciones cuando sea necesario.

Sin embargo, tienen emociones disfuncionales que no pueden evitar mostrar: la ira, el resentimiento, el odio, la envidia, la perversidad, la necesidad de venganza.

16 – Parecen no tener miedo, pero no es así; se ponen ciertos límites convenientes cuando ven que la situación va a estallar. De todas formas, son siempre “sus límites” que están relacionados a la necesidad de no quedar al descubierto ante los demás.

17 – Siempre buscan la intervención y el apoyo de un tercero; ya sea para que sea testigo de “cómo ellos son maltratados” o bien para que les ayude a manipular al otro, lo que en privado no se animan.

18 – No reconocerán públicamente tener miedo, o bien, expresarán que ningún daño los alcanza, que son indiferentes al mal, todo esto a fin de desanimar al otro a atacarlos, siendo esto parte de su estrategia de supervivencia.

19 – Son hábiles mentirosos, y cuando no mienten, saben distorsionar la verdad a su conveniencia; siempre buscarán la forma de que no haya pruebas que sirvan para ser desenmascarados públicamente.

20 – Parecen resilientes porque cuando se caen, rápidamente se levantan, pero les falta incorporar la porción de aprendizaje y maduración que lleva consigo la resiliencia considerada necesaria por la psicología.

Como se mantienen en su línea de conducta que les ha dado resultados, no les interesa aprender nada que no les sea de utilidad a su “modus operandi”, ni pretenden cambiar para mejor ni evolucionar. Carecen de esa cualidad; más bien prefieren perfeccionar los mismos mecanismos.

21 – El guión de su obra teatral es siempre recurrente: seducir – ocupar el terreno – asentarse –

comenzar a presionar – manipular – aprovecharse – enojarse – romper. En resumen: cuando uno recién los conoce, es seducido por su personalidad encantadora; cuando ya hicieron pie, comienzan a ponerse serios y a imponer su mecánica aprovechadora.

¿Cómo finalizan? Siempre enojados cuando ya la otra persona se ha cansado de proveerles lo que buscan (o bien ya no tiene nada más para quitarle) y entonces, la abandonan, porque ya no les sirve.

22 – Eligen cuidadosamente a sus víctimas; primero las estudian para comprender cuales son sus debilidades, sus carencias y sus necesidades no cubiertas, y entonces, allí se instalan, pero no para realmente ayudar o proveer, sino para sacar provecho, parasitando al otro individuo.

23 – Tienen conocidos, sólo por algún tiempo, pero nunca verdaderos amigos porque no pueden profundizar la relación debido a su deficiencia emocional. Cambian constantemente de ámbitos, de entorno, de ciudad, como el depredador que ya ha agotado el área y necesita movilizarse a otra más productiva en busca de nuevas oportunidades.

24 – Parecen hipnotizar y encantar al medio social en el momento inicial, aunque las personas sensibles y perceptivas logran captar que hay algo raro en ellos; saben conquistar a su presa, y se muestran muy atractivos hasta que lograron posicionarse en el terreno.

Inmediatamente después ponen su plan de acción en marcha, dejando de lado el encanto y la seducción, pasando a la etapa en la que se concentran en obtener dividendos por el medio que sea necesario.

25 – No les preocupa que las personas eventualmente cercanas se alejen de ellos, saben que el proceso digestivo siempre es así, y se ponen en marcha a buscar terrenos más propicios, en su mecánica de supervivencia.

Por eso no forman lazos afectivos permanentes, a veces ni siquiera con su propia familia; no se muestran en la actitud amorosa de padres de sus hijos, más bien, son como “viejos conocidos”, pero siempre pendientes de vigilar y saber sobre ellos para no perder el control.

26 – Nunca nada les será suficiente; necesitan más cada vez, porque el vacío enorme en que viven es imposible de llenar. Curiosamente, en ciertos casos les he escuchado decir “no me doy cuenta de cual es mi misión en esta vida”.

Su expresión facial nos dirá de su insatisfacción, su falsa sonrisa se desvanecerá al poco tiempo. Pero sorprendentemente reaparecerá su encanto ante terceros, a su conveniencia.

Todo lo que reciban será considerado como lógico tributo al monarca, plenamente merecido y sin necesidad de ser agradecido, por lo que no suelen emplear la palabra “Gracias”; y hasta tal vez, lo reciban con cierta reserva, porque ellos consideran que merecían más de lo que se les dio.

Y cuando se les ha dado algo por generosidad, suelen quedar preguntándose… “¿Por qué será que me ha dado esto, qué es lo que se trae por detrás?”, dado que no comprenden a la generosidad por amor y porque nunca darán una puntada sin hilo.

Su forma de vivir es realmente entristecedora por una parte, cuando uno por compasión los comprende; pero es altamente peligroso descuidarse con ellos, porque no reconocen lealtad que no sea a sus propios intereses.

27 – Buscan rodearse de personas que les puedan brindar lo que necesitan, y sólo durante el tiempo necesario para obtenerlo sin que sientan luego la ausencia de esa persona, ya ocupados en su nueva búsqueda. La palabra técnica que los representaría sería “Digestores”, ya que procesan a las personas.

Es la típica conducta del cazador; una vez lograda la presa, su atención pasará a estar puesta en acechar a la siguiente. La vida y los derechos de su presa les tienen por completo sin cuidado.

28 – Son plenamente conscientes de sus actos, pero jamás reconocerán culpa alguna ni les importará el sufrimiento ajeno, aún cuando lleguen hasta el asesinato sin el menor remordimiento. Están convencidos de que el fin justifica los medios.

Para ellos, simplemente “fue necesario hacer” lo que fuera que había que hacer.

Son capaces de relatar con detalles, sin que se les note una mínima expresión de compasión, de tristeza o de culpa, el cómo realizaron su acto de depredación e incluso de cómo ejecutaron a una persona. Si uno les pregunta el porqué, a veces responden que la persona les estorbaba, y otras, simplemente… se encogen de hombros.

29 – Pueden cambiar de pareja o de “amigos” sin inmutarse ni pasar por el luto de la pérdida; si permanecen algún tiempo sin objetivos a la vista es sólo debido a que no pueden superar su enojo y frustración cuando fracasaron. Les llevará algún tiempo asumir la nueva postura de seducción, pero pronto se recuperarán y volverán a acechar a la posible víctima más cercana, a quien se acercarán siempre “casualmente” y con su mejor sonrisa fingida.

30 – Ellos no sufren por las pérdidas, sino que sienten una enorme furia por la frustración, y durante un breve tiempo se mantendrán inactivos hasta lograr estabilizarse; es el tiempo que necesitan para recuperarse del desconcierto y acumular energías para repetir el proceso inicial de la seducción.

No todos los/las psicópatas presentarán todas y cada una de estas 30 características, ni tampoco el que una persona presente alguna de ellas significa que sea un psicópata. Pero como ejercicio puede servir regresar a recordar algún tiempo pasado a fin de identificar los comportamientos psicopáticos de personas con las que uno se ha encontrado (o que uno ha sido elegido por ellas).

En este proceso uno no debería sentirse resentido sino solamente buscar aprender a identificar rápidamente a un/una psicópata y apartarnos de ellos lo más rápidamente que podamos, cosa que resulta sumamente difícil por el poder de seducción fascinante que ostentan.

En el terreno amoroso, esta clase de personas es capaz de dejar tan árido como un desierto, al jardín más florido y fructífero que hayan encontrado. Posiblemente a la persona daminificada le lleve años superar el trance y recuperarse volviendo a confiar plenamente en alguien más.

Y nunca debemos olvidar: son depredadores capaces hasta de matar fríamente y sin dejar rastros (aunque no lo hacen sin que tengan un motivo), y más tarde, sin remordimientos, salir inmediatamente con su mejor sonrisa fingida en busca de otra nueva víctima.

A este respecto los noticieros permanentemente nos muestran sus caras y sus “incomprensibles” comportamientos; incomprensibles para las personas normales y poco advertidas.

Tomar conciencia de pronto, que uno está conviviendo con un/una psicópata es una experiencia aterradora, sobre todo por la desprotección que se siente cuando esa persona víctima sale en busca de ayuda, porque el entorno no le cree, puesto que el/la psicópata es un maestro del engaño.

Y además, el desesperante sentimiento de soledad que se vive cuando uno se da cuenta de que está en peligro su vida, pudiendo terminar en el momento menos esperado, y de la forma que uno menos imagina.

Lejos de comportarse sospechosamente, estos personajes cuando salen de casa se colocan su máscara amable y sonriente, ejerciendo su carisma hábilmente fabricado para no ser descubiertos. Antes de salir, el lobo se disfraza de cordero.

Pero ahora, al menos, ya tienes el conocimiento de muchas características que te permitirán reconocer las tácticas preferidas de las personas psicópatas, y minimizar las consecuencias al poner distancia de ellas.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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