LA INTELIGENCIA EMOCIONAL COMO AUTOAYUDA

La Inteligencia Emocional es la capacidad de manejarse con las emociones, tanto las propias como las ajenas. Es una habilidad que puede adquirirse, cuando no se tiene. Es gestionar o administrar la energía que la persona pone en movimiento cuando le surge una emoción, teniendo en cuenta que esa energía puede ser utilizada en forma conveniente o inconveniente.

Es muy beneficioso comprender los orígenes, los alcances y el poder de esta energía emocional, que involucra gran parte de nuestras fuerzas, así como saber aprovecharla en forma funcional; es decir obtener lo mejor de ella al aplicarla apropiadamente.

Por lo general las personas son conducidas por sus emociones en lugar de tener ellos el control sobre las mismas, y los resultados pueden ser positivos o bien, hasta muy negativos para la misma persona y para su entorno. Por emoción las personas pueden llegar a matar.

Para fundamentar las bases de este artículo, explicaré que astrológicamente se consideran muy importantes tres Puntos Energéticos en la Carta Natal de la persona: el Sol (que representa la voluntad, los objetivos, la existencia misma de la persona), la Luna (las emociones, los sentimientos, los apegos, los instintos) y el Ascendente (cómo se proyecta hacia el mundo y cómo interactúa con él, con su entorno). Este último Punto Energético lo trataré en otro artículo aparte, por su importancia especial en cuanto a beneficios y problemáticas.

El Sol, entonces, determina el Signo de la persona (Aries, Tauro, Géminis, etc) pero a su vez señala los objetivos de vida, a lo que la persona debe apuntar cuando se trata de sostener su vitalidad, su salud, su permanencia en la vida.

El Sol es lo que nos interesa respecto de nuestros objetivos de vida; lo que representa el Sol es lo que nos beneficia y nos permite mantenernos como seres vivos; es la vitalidad de la persona. Hacia el Sol siempre deberíamos apuntar, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, porque la energía de ese punto Astrológico es lo que nos alimenta y nos sostiene.

El Sol personifica nuestra ganancia, así como podríamos decir que la Luna, que representa las emociones, podría ser entendida como un “falso sol” y por lo tanto, nos desviaría o nos confundiría con su falso brillo, apartándonos de nuestros intereses reales y concretos.

Cuanto más fuerte sea esta Luna en nuestra natal, más somos influídos por las emociones; esto se comprende porque la luna llena, por ejemplo, es la luna más brillante pero está en perfecta oposición con el sol. Si esto se presentara en la Carta Natal, la persona podría sentirse llevada a desviarse de sus verdaderos objetivos por el espejismo de la Luna. La Luna es falsa, tiene doble cara (y la luna real, también lo es, por ser hueca y artificial).

Queda claro entonces, que si nos dejamos llevar por las emociones, representadas por la Luna de nuestra Natal, nos estaríamos desviando de nuestros reales intereses, es decir, de nuestro Sol. En otras palabras, si las emociones propias tienen el poder de sacudirnos o de conducirnos, nos están apartando de nuestro Sol, de nuestros objetivos, de nuestro beneficio.

A menos que sepamos cómo conducirlas y aprovechar esa energía inherente a ellas, como trampolín para alcanzar los objetivos de nuestro Sol, que es lo que nos conviene.

En un principio, muchas personas creen que las emociones, por ser irracionales, no pueden ser reconocidas, interpretadas, controladas, y menos aún, aprovechadas. Esta creencia les impide siquiera contemplar la posibilidad de utilizarlas para obtener beneficios.

De esta forma, simplemente se abandonan al antojo de sus emociones y se dejan conducir hacia objetivos que más tarde comprenderán que han sido falsos, como un espejismo, un ideal que no tiene concreción, un fantasma creado por una ilusión.

Por eso, el lugar donde se encuentre la Luna en nuestra Natal, implica que en esa área de vida habrá desilusiones y tristezas, invariablemente. Salvo, como ya dije, que sepamos aprovecharla como trampolín para alcanzar objetivos reales y concretos; de eso se trata justamente la Inteligencia Emocional. Por ejemplo, la Luna representa nuestra faz instintiva, irracional, nada que ver con nuestro discernimiento intelectual.

La evaluación de la Inteligencia Emocional de un individuo es un factor muy utilizado en las empresas para seleccionar personas acordes para determinada tarea. En esta búsqueda se consideran especialmente el autocontrol, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la proactividad y la capacidad para motivarse a uno mismo.

El autocontrol es necesario para no dejarse llevar por los impulsos irracionales que pueden conducirnos a errores graves en nuestras reacciones. Nos va a permitir un equilibrio a partir del cual podemos partir hacia la acción, bien direccionada, ni en mayor ni en menor medida que la óptima.

En cambio, el entusiasmo parecería ser una cualidad positiva, pero siempre y cuando se encuentre bajo control, limitado por la realidad de cada caso. En una decisión empresarial, un optimismo desbordado, por ejemplo, puede traer severas consecuencias a la hora del balance económico, y el optimista probablemente puesto en la calle para que se lleve su música a otra parte.

La perseverancia es importante porque significa mantener una línea de acción coherente y sostenida, pero en una empresa la perseverancia disociada de la conveniente elasticidad, en tiempos difíciles, puede resultar desastrosa en el sentido de que no produce el cambio cuando se requiera oportunamente.

La empatía, en cambio, es la habilidad de sintonizarse con los pensamientos y las intenciones ajenas, y así conocer sus necesidades y lo que el otro siente y persigue, lo que resulta sumamente conveniente en una actividad comercial. La empatía conduce a transacciones directas, a negociaciones exitosas y conveniencias mutuas, y por lo tanto a conformar a ambas partes.

La proactividad nos permitirá hacernos dueños de la situación antes de que la situación tome el control de nosotros; esta es una cualidad muy apreciada actualmente, cuando hoy en día los sucesos ocurren en forma inesperada y cambiante. La persona proactiva se hará cargo del proceso con la decisión personal necesaria en el momento apropiado, para tomar las riendas del asunto.

Por otra parte, la automotivación hará que el individuo por sí mismo se esmere en dar lo mejor de sí con el propósito de lograr la excelencia en sus cometidos, sin necesidad de ser estimulado para que reaccione en tal o cual sentido.

También, desde otro punto de vista más concreto, deberíamos tratar el caso de manejar o gestionar adecuadamente ciertas emociones tales como el miedo, la ira, los celos, etc. que son emociones destructivas y fuertemente disfuncionales, de manera de convertirlas en positivas volviéndolas funcionales para nuestro beneficio y el de nuestro entorno.

Asimismo, el comprender estas situaciones nos permitirá ubicarnos en los zapatos de la persona que se está dejando llevar por este costado emocional, utilizando la empatía de forma de encontrar la mejor manera de encauzar esta energía mal canalizada y evitar sus efectos destructivos, para conveniencia mutua.

Éste es un tema muy interesante para analizar más tarde en artículos posteriores y encontrar la manera de gestionarlo de la forma más productiva para aquellas partes que suelen enfrentarse por estas causas. Es posible lograrlo y desarrollar esta habilidad, comprendiendo la situación y resolviéndola utilizando apropiadamente la Inteligencia Emocional.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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