¿QUÉ SUSTENTA EL CONCEPTO DEL AMOR?

La Diosa del amor para los romanos, Venus, y para los griegos Afrodita, era además la diosa de la belleza. Venus rige a los Signos de Tauro y Libra, cuyos nativos tienen un elevado sentido de la estética y de lo bello. Por ejemplo, las mujeres nativas de Tauro y de Libra se consideran tradicionalmente como las mejores compañeras, parejas o esposas del Zodíaco. Por otro lado, es fácil observar que Libra detesta lo mediocre y lo que Tauro elige, sin duda alguna es bueno y de excelente calidad, porque Venus tiene una gran capacidad valorativa.

Existe un viejo mito greco-romano que nos explica las características y el arquetipo de lo que consideramos como “amor”. Venus/Afrodita acostumbraba usar como una de sus prendas favoritas un hermoso cinturón con diamantes del que se servía para atrapar a alguien cuando deseaba que ese alguien manifestara su verdad.

Con dicho cinturón rodeaba a quien deseaba interrogar acerca de la verdad de cualquier asunto y quien era así apresado, no podía menos que revelar sin remedio su verdad, por oculta que estuviera. Venus, así, se aseguraba que su cautivo expresara aún aquellos secretos que él sabía que le perjudicarían.

Por tal causa, la cercanía de Venus apasionaba pero a la vez, originaba una inquietud y una íntima necesidad de revelar la verdad junto a la pulsión de liberarse del peso de los secretos por ocultos que estuvieran.

Venus, por esta razón era amada. Su presencia embriagaba y su belleza deslumbraba, volviéndose así irresistible no sólo para los mortales, hombres que la admiraban, sino para sus familiares dioses. Venus nos trae el concepto del amor, que analizaré detalladamente a continuación.

Pero por otra parte, Venus era odiada y temida, porque era capaz de averiguar los secretos, aún aquellos peligrosos para quienes los guardaban. Así, sus hermanos dioses le temían, porque en la cumbre del Olimpo, su reino etéreo, ningún secreto escapaba a la sagacidad de Venus; y como en ese lugar sagrado reinaba la promiscuidad, muchos dioses e hijos de dioses temían que Venus en algún momento revelara sus intimidades y sus ocultas infidelidades a sus esposas.

Esto nos va describiendo las características del amor; observamos que el amor no se deja atrapar, sino que atrapa, y quien está atrapado difícilmente pueda mantener un estado de coherencia e inmunidad sin revelar sus verdaderos sentimientos, de una manera o de otra, más tarde o más temprano.

El amor necesariamente trae verdad; un pretendido amor sin verdad de por medio, o bien no existe o bien no es verdadero amor. El amor de verdad luce su luminosidad y deslumbra, a veces tanto, que ya se ha hecho popular el dicho “el amor es ciego”. Pero esto no es amor, es deslumbramiento. Cuando el amor no deja ver, es peligroso, y no se trata de amor sino de enamoramiento.

El enamoramiento es el deseo de atrapar, como el cinturón de Venus/Afrodita, y se asemeja en realidad a un apego; el apego es un ansia insaciable de posesión que lleva a la persona a sentirse más poderosa o bien, menos indefenso por pretender rodearse de su apego.

En realidad, la necesidad del apego revela la debilidad interior, tal como el pulpo se apropia de un caparazón de caracol vacío a fin de usarlo como protección frente a sentirse plenamente consciente de su fragilidad.

Por el contrario, Venus, en su esencia interior nunca se dejaba atrapar aunque el mayor de los dioses, Zeus, por su voluntad la emparentara con Efesto, un dios deforme pero de suma inteligencia. Venus podía ser compañera, pero nunca entregó su verdadero amor a nadie porque ella en realidad, estaba enamorada… del amor.

Como ya citara, Venus rige o bien, dicho de otra forma, determina las características de Libra. El librano o la librana, de un modo o de otro, siempre muestran cierto carisma apreciable independientemente de sus características físicas.

El Signo de Libra no solamente está regido por Venus sino por otro planeta aparentemente antagónico, Saturno. Saturno tiene una energía muy particular; no es carismático como Venus y representa astrológicamente a los límites, al destino, al karma, al respeto y aún hasta al miedo.

Esto nos está indicando que el amor no consiste solamente en poseer atractivo y benevolencia, sino que además debe estar protegido por límites bien precisos y por otra parte, estar vinculado al respeto. Cuando los límites no son considerados, el amor se esfuma.

Desde mis primeros estudios como astrólogo, comprendí que “quien no te respeta, no te ama”; una persona puede manifestar que se muere de amor pero si no observa ciertos límites necesarios y precisos, si no muestra el debido respeto hacia el ser amado, entonces no es amor, podrá ser enamoramiento, pasión o deseo, pero no amor.

Mientras que el amor es generoso, el enamoramiento es egoísta. El amor busca el bien de la persona amada, el enamoramiento en cambio necesita la posesión de esa otra persona siendo que al poseerla no está respetando los deseos o las libres necesidades de la persona a quien dice amar.

Además, Venus rige a Tauro y junto a Venus se encuentra la Luna. La Luna rige entre otras cosas, la sensibilidad, el misterio, la sensualidad, las emociones y la femeneidad. Sin duda también éstas suelen mostrarse como características del amor, pero aquí tenemos ciertos componentes peligrosos, como ser: el deseo de posesión, la emoción sin su respectivo control y los celos, cuyo poder destructivo es ilimitado.

Todo esto nos hace reflexionar en que el amor puede ser tanto un motor de la vida, como de la muerte cuando no es apropiadamente interpretado o bien, manifestado.

Venus, la diosa misteriosa, era además de bella, astuta y seductora. Uno de sus aspectos no tan románticos se muestra en la manipulación y el poder sobre las otras personas. Por ejemplo, muchas madres creen amar tanto a sus hijos que manipulan su vida y se vuelven insoportables, tal como se sentía quien era atrapado por el cinturón de Venus/Afrodita, que en tal circunstancia sólo ansiaba liberarse del apresamiento.

El hecho de atrapar a otro ser, por parte de Venus, implica la necesidad de acercamiento. No podemos considerar que exista verdadero amor cuando dos personas se encuentran muy separadas por intereses disímiles o conciencias dispares; en ese caso, tal vez deberíamos hablar de atracción, de sensualidad, de seducción, pero no de amor.

El amor determina la capacidad de empatía, es decir, acercarse figurativamente a la otra persona al nivel de percibir claramente sus sentimientos, sus emociones, sus pensamientos. La empatía es una clase de amor que nos hace entrar por un instante en los zapatos de la otra persona y experimentar su dolor, su angustia, su temor o sus sensaciones.

Empatía es sentir en el propio cuerpo las heridas que causaron los clavos en la crucificción de Jesús, cuando Él mismo manifestaba, por empatía, a su Padre: “Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”.

Resumiendo entonces, podemos fácilmente comprender la esencia del amor: cercanía (no necesariamente física), verdad, empatía, liberación, respeto, comunicación, límites precisos.

No forman parte del verdadero amor las deformaciones como la falta de respeto a las libertades individuales, los celos, la manipulación, los condicionamientos, los caprichos, el apego y las ansias de posesión. Estas últimas son distorsiones que lejos de ser afines al amor, terminan alejándolo porque no sustentan el concepto del amor.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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