¿TIENES UNA MENTE ABIERTA?

Probablemente me responderás que sí, porque todos creemos tener una mente abierta. La sencilla razón es que nadie querrá ser tildado como “de mente estrecha”, pero también porque quien tiene un punto de vista estructurado no es conciente de ello y lo toma como muy natural, además de que probablemente sea que sí está convencido/a de tener una mente abierta. La mente de cada uno llega hasta sus límites y es muy natural que uno piense que así está bien.

Pero sería más conveniente comenzar por analizar primero la frase y definir lo que significa “una mente abierta”, o al menos acercarse a su concepto. Se dice que una persona tiene mente abierta cuando no rechaza de plano una idea hasta no tener la certeza del porcentaje de verdad encerrada en ese concepto; cuando acepta objetivamente las ideas de los otros con el fin de analizarlas y verificarlas antes de negarlas o incorporarlas.

En esto necesariamente se impone la presencia del replanteo y de la duda, hasta obtener un resultado cierto y comprobable. En contra de mantener una mente abierta se oponen las creencias, los prejuicios, las tradiciones, los conceptos y los parámetros que nos han sido legados por nuestra familia, por nuestros maestros, amigos, personas cercanas y todas aquellas “verdades” que han provenido de alguien a quien se le concedió cierto respeto y poder.

Cabe preguntarse si una mente abierta tiene que ver con la inteligencia que posea la persona. Por otra parte la observación indicaría que cuanto más inteligente y más educada ha sido la persona, más le cuesta mantener una mente abierta. Sabemos que cuanto más creas y menos cuestiones cuando estudias una carrera universitaria, más seguro es que te vaya bien en ella; puedes tener tus propias teorías y conocimientos, pero a la hora de los exámenes deberás resolver las preguntas tal cual te han enseñado.

Por ejemplo, una formación universitaria suele estar muy reñida con la mentalidad abierta porque la persona, tras años de haber sido aleccionada en el sentido estricto de su profesión, se resiste a aceptar otros parámetros que estén en conflicto con lo que constituye su base educativa. No siempre es así, por fortuna.

Pero estas personas, si se mantienen en su posición desafiante, suelen encontrar rechazo y conflictos entre sus pares más estructurados cuando plantean algo distinto u opuesto a los paradigmas en los que se ha basado su formación. La historia está llena de ejemplos, sobre todo en lo científico y en lo religioso, desde la época de Galileo o del mismísimo Maestro Jesús.

Por otro lado, es muy común que cuanto más inteligencia posea la persona y más fuerte sea en ese terreno profesional, más complejos son los conflictos emocionales que tiene por resolver.

Esos conflictos emocionales están en contra de una mentalidad abierta, porque la emocionalidad en desequilibrio suele relacionarse muy íntimamente con el miedo, y el miedo justamente es quien motiva a que la persona se niegue a abrir su mente a lo nuevo o a lo distinto.

Por otro lado, es necesario tener un alto grado de valentía como para cuestionarse todo aquello que ha constituido el cimiento sobre lo que se ha construido la personalidad de cada uno. Y ese valor, no siempre está disponible para eso. He presenciado severos desajustes emocionales e intelectuales en los replanteos que ha debido hacerse alguna persona que ha emprendido de pronto un camino nuevo en sus formas de pensamiento, que sacudieron sus estructuras de toda la vida.

Lo que sí está demostrado es que una mentalidad abierta permite aprovechar mejor las oportunidades y es mayor garantía de triunfo en la vida, que la mentalidad estructurada que teme optar por otras variantes distintas a las que siempre ha estado acostumbrado.

Mantener una mente abierta muchas veces desencadena el castigo de la sociedad, del grupo, de la familia, y la incomprensión y hasta el alejamiento, porque pareciera haber cierto temor a que “esa locura” sea contagiosa.

Las personas estructuradas temen profundamente a los cuestionamientos inesperados de aquellos que son buscadores natos y hacen la diferencia entre “CREER” y “SABER”.

Esta diferencia se vuelve muy importante cuando se desea crecer; no se puede construir sobre una base que no está firme, por lo que muchas personas prefieren “una mala creencia conocida a un prometedor desafío por conocer”, porque no saben adonde los conducirá ese desafío y la inseguridad los atormentará hasta que al final, terminarán dejando de lado lo nuevo por conocer y aferrándose a lo viejo ya conocido, dado que lo consideran más seguro y estable.

Esta actitud se va volviendo una conducta fija que con el tiempo ya no será cuestionada por la persona, de tal manera que ella, por las dudas, dirá “NO” aunque aún no haya entendido bien de qué se trata.

No comprende que está negándose la aventura de conocer algo nuevo que puede representar una oportunidad valiosa, por temor al riesgo que ella considera que conlleva desafiar lo conocido y todo lo que hasta ahora le ha resultado seguro, aún cuando acepte que eso no haya sido suficientemente fructífero.

No es fácil mantener la mente abierta. No podemos culpar a quien no sienta el valor de desafiar todos los estamentos ya fijados desde hace siglos. Ellos piensan “si por éste camino siempre me ha dado resultado… ¿Para qué cambiar?”; el problema es que todo el entorno está cambiando y los antiguos conceptos y procedimientos cada día más están volviéndose obsoletos, y hasta peligrosos.

Justamente, este nuevo Ciclo de Energía, a partir de todas estas fechas en las que se nos ha pronosticado el fin del mundo, tiene la característica del desafío y de aflojar todas las baldosas sobre las que hemos estado pisando muy seguros y firmes desde nuestra infancia.

Como Astrólogo, he comprobado las malas (¿Malas?) noticias; las condiciones han cambiado tanto que a veces los pronósticos no dan el resultado esperado. Eso es fruto de que han cambiado las condiciones en que llega la Energía a nuestro planeta, y ya había sido advertido yo sobre esto hace unos 20 años (“Las enseñanzas de Kryon”, pueden buscarse en Internet), y por otro lado, había sido aconsejado por mis propios Guías a que fuera prudente con las predicciones que antes yo estaba acostumbrado a que resultaban inapelables.

Por lo tanto, no queda otra que mantener la mente abierta a lo nuevo, porque todo lo estable está modificándose, y será mejor acostumbrarse a tomar las decisiones en función del análisis y de la intuición en lugar de basarse en la tradición de los viejos conceptos. Esto se nota en todos los aspectos de la vida actual; vamos de sorpresa en sorpresa, en lo económico, en lo político, en lo social, en lo familiar, en lo sentimental.

Conozco en particular a algunas personas que han decretado, mediante sus palabras o sus acciones, un tremendo rechazo: “Yo no voy a cambiar”, siendo que la vida es cambio y sabemos que lo que no evoluciona, se muere.

Hasta me atrevería a afirmar que quien no haga el esfuerzo de hacer los cambios necesarios en el momento apropiado, tiene todas las probabilidades de fracasar en el aspecto de que se trate. Y no es éste un momento benéfico para darse el lujo de fracasar por mantener un capricho, siendo que todo cambia tan rápidamente.

Nos encontramos hoy en la opción de doblarnos como el junco o de quebrarnos como el roble. Tal vez ya haya llegado la hora, si es que no estamos en desventaja por reaccionar tarde, de beneficiarnos al ir aprendiendo a mantener una Mente Abierta.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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