En numerosas ocasiones he leído o escuchado a personas bien intencionadas respecto de ayudar a otros a tomar conciencia sobre tal o cual tema que las primeras consideraban importante. A primera vista se trata de una intención loable, ya sea sobre hacer tomar conciencia de no tirar basura, de no maltratar animales, de tratarse mejor con las demás personas, y así.

La motivación que empuja a estas personas les hace esforzarse en llamar la atención a su entorno respecto de tomar partido por una buena causa. En cierta forma eso me recuerda cuando he criado a mis hijos tratando de inculcarles las normas de comportamiento, de higiene y de orden que en mi criterio eran las correctas.

Se sabe que los hijos toman de sus padres sólo lo que necesitan para estructurar su propia forma de vida, y que todo lo demás carece de importancia para ellos, siendo por el contrario la insistencia, una excelente razón para rebelarse o hacer exactamente lo contrario.

Lo único que podemos inculcar en nuestros hijos proviene del ejemplo que le demos, y en todo caso habrá de verse cual es el contenido de esos ejemplos que ellos deciden incorporar a su propia vida y que recordarán como patrones en su futuro para desarrollarse a su manera.

Es decir, intentamos crear en ellos una conciencia sobre cómo deberían ser las cosas de acuerdo a nuestro propio punto de vista, que no necesariamente será el mismo de ellos, ni tal vez sea el más apropiado para desenvolverse entre su generación. Pero cuando crecen, podemos observar que ellos adquieren sus propios estándares.

En definitiva, se define a la “conciencia” como la cualidad o el estado de conocimiento de objetos o conceptos externos o internos a uno mismo. Pero respecto de “tomar conciencia” se refiere a despertar respecto de comprender o adquirir nuevos conceptos, ideas o percepciones.

En este sentido, intentar “despertar” a otra persona, cuando ésta prefiere seguir en el estado de inercia en que se encuentra, cómodamente instalada en su “Zona de confort” resulta no solamente inútil sino algo que puede llegar a ser contraproducente. Sería como intentar sembrar una semilla en cualquier tipo de terreno sin importar su cualidad, en la esperanza de que germine.

Se me ocurre, de repente, como que alguien hoy intentara por todos los medios hacer que yo me interesara en el futbol y me pasara la tarde de los domingos entusiasmado gritando enardecido los goles de tal o cual equipo, siendo que ya desde joven comprendí que las emociones y las energías las ponían los espectadores, y el dinero y la fama se lo llevaban los jugadores y los dirigentes. Esto, sin mencionar además el sufrimiento de la hinchada cuyo equipo había perdido, fastidio mantenido durante toda la semana en la esperanza de que al domingo siguiente, se dieran vuelta los resultados.

En resumen, he comprendido a lo largo de los años, que la conciencia es algo inherente a cada uno, y que puede a lo sumo, ser estimulado recién cuando esa persona ha decidido despertar en tal o cual sentido.

Hay gente que declara honestamente que “su conciencia despertó” cuando leyó tal o cual libro, siendo que es al revés: tal o cual libro, o conferencia o video, llegó a ser percibido por esa persona a partir del momento en que se despertó su conciencia.

Antes de eso también existían libros al respecto, o se daban charlas sobre tal o cual tema, pero esta persona pasaba por al lado y no producían en ella la motivación necesaria para dedicarles su atención.

Por lo tanto, volviendo al tema de “ayudar a tomar conciencia”, considero que nadie puede despertar conciencia en el otro sino que es el otro quien decide despertar o no, y además, tiene todo el derecho de elegir su momento y la forma en que lo hará, o que nunca lo hará; no podemos apresurarlo ni juzgarlo, porque es su vida y sólo él es el responsable de cómo llevarla.

Distinto es ayudar a que esa conciencia evolucione una vez que la persona ha decidido despertarla y comenzar su búsqueda; si no fuera así, yo no perdería un sólo momento en escribir un artículo para este blog.

En mi caso no busco “ayudar a tomar conciencia”, ni siquiera intento hacer despertar o enseñar a alguien sobre tal o cual tema. Sólo busco hacer sonar una campanita para que quien quiera, la escuche; los que prefieren seguir durmiendo tienen su legítimo derecho, y quienes la oigan, pueden decidir libremente si resuenan con ese sonido o si prefieren hacer sonar su propia campanita con su propio tañido.

Busco generar movimiento, producir una vibración para estimular una reacción a favor o en contra, no importa, con tal de que las personas se involucren, elijan y participen, o bien, aquellos que vibran en la misma frecuencia se vean auspiciados para generar sus propios interrogantes y encuentren sus propias respuestas, que pueden coincidir o no con las mías, ya que eso es lo que menos importa.

Por eso, “ayudar a tomar conciencia” no sólo significa un esfuerzo inútil, sino que sería interferir en la oscilación natural propia del intelecto y de la psiquis de cada persona. Y no considero tener ningún derecho, ningún deber, ninguna autoridad ni tampoco ningún interés para hacerlo.

No se puede “ayudar a tomar conciencia” cuando no existe aún la decisión de toma de conciencia del individuo. Esta toma de conciencia, si bien es personal, depende de la vibración del Inconsciente Colectivo que a su vez es estimulada por las influencias de los movimientos planetarios de los planetas externos del Sistema Solar (Urano, Neptuno y Plutón) y su inducción sobre cada individuo.

Por ejemplo, la Revolución Francesa no fue desencadenada por un hombre (ni Marat ni Roberpierre) o un grupo de hombres, sino por una reacción multitudinaria de voluntades estimuladas por el paso de dos planetas transpersonales que hoy en la actualidad están nuevamente en un contacto crítico y claramente están revolucionando al planeta.

Estos efectos fueron producidos a partir de 1789 por Urano transitando por Leo, opuesto a Plutón instalado en Acuario; si analizamos brevemente sus efectos veremos que coinciden con los hechos históricos: Urano, entre otros conceptos, representa al cuchillo, a la guillotina, y Leo representa a la autoridad, a los que mandan. Además, Urano representa al cambio y Leo a la organización de la toma de decisiones. Cambio violento que terminó con el sistema feudal y desembocó en república.

Por otro lado, Plutón representa la transformación y Acuario, a las masas, al pueblo. Plutón también representa una fuerza incontenible y Acuario a los derechos sociales.

Además, estos dos planetas, por sus características de muy elevada vibración, actúan sobre el inconsciente de la humanidad y se encontraban en ese momento, uno opuesto al otro, tal como las cuchillas de una tijera… ¿Cómo no iba a producirse un cambio en forma violenta que transformaría a Europa?

Entonces, ninguna persona puede arrogarse la autoridad como para cambiar o hacer despertar conciencias; cada conciencia despierta cuando es su tiempo, y ese tiempo lo marca el cielo y nuestro Sistema Solar. El mismo Maestro Jesús vino a dejar un ejemplo, no a hacer que la Humanidad tomara conciencia; si hubiesen tomado conciencia no habría sido crucificado, las conciencias fueron despertando tiempo después.

Resumiendo: ¿Ayudar a tomar conciencia? No, más bien “ayudar a crecer a la conciencia” una vez que la conciencia se ha iluminado en cada persona. La conciencia en las personas es como una semilla que espera su momento apropiado para germinar; es dueña de su propio tiempo y de su propia vitalidad. Pero sí, puedes ayudarte a ti mismo a tomar conciencia, siempre que hayas despertado a la realidad de que esa semilla está sembrada desde siempre en cada ser humano.

El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo

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